29 de marzo de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

En La Colmenita los magos son los niños

Un sueño largamente acariciado, se ha convertido en realidad: visitar los predios de ese enjambre de alegres abejitas que alegran la vida de grandes y pequeños. Hoy estamos entrevistando uno de sus grandes creadores: Carlos Alberto (Tin) Cremata, quien asegura que la compañía infantil de teatro que dirige lo integra un maravilloso colectivo.
La Colmenita

La Colmenita

La entrevista con Tin surge espontánea. Comienza diciéndonos que su pasión por el teatro es genética. Su madre, Iraida Malberti, fue una mujer que entregó la vida a los programas infantiles. Él y sus hermanos crecieron en los estudios del Instituto Cubano de Radio y Televisión. Además trabajaron en los programas que dirigía Iraida.

Tin recuerda con agrado Amigo y sus amiguitos, Cuando yo sea grande, Tía Tata cuenta cuentos, Caritasy muchos otros que hacían las delicias de los niños que hoy peinamos canas.

Al preguntarle por la génesis de La Colmenita sostiene que siempre estuvo en su mente dirigir un grupo de niños. Ya adolescente entró a un grupo de teatro creado y dirigido por la gran actriz Berta Martínez: La Colmena, uno de sus sueños, donde todos trabajaban unidos como abejas en una colmena.

Por su parte, Tin concretó el sueño de crear, inspirado por ese nombre, un grupo infantil de teatro: La Colmenita. Los comienzos fueron difíciles, pero triunfó el empeño para reunir en una pequeña agrupación a niños actores no profesionales.

Afirma Cremata que el grupo, con los años, ha ido creciendo. No escogen a los niños talentos; no les interesa formar actores. Solo persiguen que se diviertan y jueguen en escena. La Colmenita no es una formadora de talentos. Los niños juegan al teatro con disciplina y educación”, aclara.

Asegura el director que “el gran maestro del grupo es José Martí; con él los niños comparten sus ideas y sueños. Dice una máxima martiana: “No se sabe bien si no lo que se descubre”, y eso es lo que hacen los integrantes de La Colmenita”. Una tarea de los niños es aprender los 200 Versos sencillos y compiten entre ellos en las Columnas Martianas. Están divididos en “tribus”, el objetivo es ir acumulando puntos con los Versos sencillos. “Es muy divertido ver cómo compiten, eso genera una cultura general e histórica”, valora Cremata.

La colmenita se ha ampliado. Existe una sede de la compañía en la región montañosa y otra donde participan los hijos de las reclusas. Los grupos han proliferado por diferentes partes del mundo y países de América Latina. En Venezuela, existen 21 creados por la compañera Marta Palacios, mientras que en El Salvador suman 31 sedes.

Por el trabajo de este fabuloso colectivo, su labor constante y engrandecedora, ha sido nombrado por la UNICEF: Embajador de Buena Voluntad, por el rescate  de los valores en los niños.

Respecto a la organización de la maravillosa orquesta que acompaña a la compañía, Tin dice sonriente: “los niños no son músicos ni desean serlo”. Explica que la orquesta surge en el 2003, casi de manera espontánea. Al principio, Cremata los acompañaba con la guitara y ellos fueron conformando cada acorde. Han tenido la participación del músico René Baños. Tocan todo tipo de música, desde la trova tradicional hasta la timba.

La casa que sirve de sede a La Colmenita en el Vedado habanero es un lugar de ensueños. Desde que se sube por la escalera todo está decorado con dibujos hechos por los niños. Es un hermoso hogar donde se encuentra todo, desde la sala de ensayos hasta la cocina y el comedor.

Durante el recorrido nos detenemos en la de ensayos y la compañera que nos sirve de guía comenta que esta casa sufrió un gran incendio y quedó casi destruida, todavía cuentan con algún desagradable recuerdo en una de sus paredes. Todos trabajaron como una gran colmena y hoy luce aun más bella. La instalación alberga un taller de vestuario, un departamento de sonido y otros locales.

Antes de la despedida, conversamos con Nenita, fundadora del proyecto La Colmenita, creado el 14 de abril de 1990. Ella menciona a otros iniciadores, como Luis Manuel, que viene con Tin desde el grupo La Colmena.

Luis, mi compañero de trabajo, y yo salimos de allí llenos del espíritu que reina en el grupo donde todos trabajan con entusiasmo y sentido de pertenencia. Reiteramos las gracias a Tin por dedicarnos el tiempo dentro de su espacio de creación por y para los niños, que, al decir de Martí, “son la esperanza del mundo”

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