28 de marzo de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

La locución es un oficio que no se aprende en ninguna escuela

Afirma Agnes Becerra, locutora del Noticiero Nacional de Televisión
Agnes Becerra

Agnes Becerra

Su presencia en pantalla siempre la agradecen los televidentes. Dueña de una imagen elegante y perfecta dicción ha logrado gran prestigio y ser una de las locutoras preferidas en la TV Cubana.

Pero a esta profesión llegó luego de ser teletipista y, en 1989, mecanógrafa en Radio Habana Cuba. Más tarde pasó un curso de  Documentación. En la referida emisora escuchó que estaban haciendo pruebas de cámara en televisión internacional y decidió presentarse, según cuenta a esta publicación.

Asegura, sonriente, que siempre tuvo la influencia de su padre, ese excelente locutor que fue Ángel Becerra. Pasados tres meses de la prueba, la llamaron para hacer los off y casi inmediatamente comenzó a trabajar en un pequeño noticiero, donde se acaba de formar en el difícil arte de la locución.

En 1993, debido a la falta de locutores, empieza en el Noticiero del cierre. Todavía laboraba en Radio Habana Cuba, y después se insertó en Metropolitana. En ese tiempo fue presentadora en actos públicos y en festivales de jazz, pero -confiesa- siempre la atrajo el Noticiero Nacional de Televisión (NTV).

Pudo concretar su deseo en 1994, cuando comienza a aparecer como sustituta de otros colegas, en el NTV, tanto en la emisión estelar como la del cierre.

Para 1997 queda fija en el noticiero de las 8:00 p.m., en el cual se mantiene después de 11 años.

Refiere con orgullo que su padre la educó en el arte de la locución y le dio un bagaje cultural enorme, algo imprescindible en esta especialidad. Tiene en alta estima su trabajo y aboga porque existan buenos locutores con una buena dicción.

En su opinión deben atenderse las diferencias entre locutores y periodistas que asumen el rol de los primeros. Considera que los locutores de los espacios informativos son muy profesionales, cuidan su trabajo y respetan a sus antecesores. Manolo Ortega, Antonio Pera y Ángel Hernández fueron profesores de Agnes, le enseñaron la ética y el respeto a la teleaudiencia. Ella también le agradece a Roberto Agudo, quien le enseñó a respetar a su compañeros.

Para esta laureada profesional de la comunicación, un locutor puede ser un buen periodista y un periodista puede ser un excelente locutor, pero señala que el periodista tiene que entrenarse mucho para aparecer ante las cámaras.

El locutor debe ser natural pues el televidente exige y muchas veces encuentra defectos en quien está trabajando e insiste en la importancia de cuidar la imagen.

Le concede mucha importancia a la familia, porque aclara que esta es el núcleo de la sociedad. Está casada con un oficial de la Fuerzas Armadas Revolucionarias y tiene dos hijos maravillosos.

Una de las preguntas que la hacen meditar y permanecer callada un momento es la referida a sus encuentros con Fidel. Dice que del Comandante en Jefe guarda recuerdos inolvidables. Lo conoció gracias al Noticiero. Igualmente rememora con agrado su paso por la Mesa Redonda, pues fue la primera mujer que trabajó en este programa.

Además de reconocerse como una mujer feliz en su trabajo y su vida privada, afirma que “ser locutor no es edulcorar la voz, es llegar a quienes están escuchando”.

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