29 de marzo de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

Los cuentos humorísticos en televisión

Debe erradicarse la transmisión de mensajes portadores de violencia hacia las mujeres
A otro con ese cuento

A otro con ese cuento

Muy creativos nombres conforman o han conformado la parrilla de la televisión cubana en cuanto a programas humorísticos. De esa forma salta a la vista lo interesante de sus coincidencias en los casos de Vivir del Cuento, Deja que yo te cuente y A otro con ese cuento.

Aunque pudiera ser un gran tema a desarrollar, en este trabajo no haremos un análisis semántico de los títulos, o de la repetición de ellos en los humorísticos, nos detendremos en la propuesta del último de estos programas mencionados.

Tampoco es objetivo determinar o hacer una crítica a la factura de dicho espacio televisivo, aunque sí es evidente y se constata en las investigaciones que gran parte del público cubano lo disfruta.

Resulta necesario hacer un análisis de los mensajes que A otro con ese cuento ha transmitido a través de los años. Mientras muchas personas se concentran en evaluar los chistes por la creatividad que presentan o por lo agradables y desenfadados que resultan, otras tantas se preocupan por los códigos sexistas y patrones machistas que estos transmiten.

Diversos análisis se pudieran hacer en ese sentido, pues son muchos también los temas susceptibles a debate, pero particularmente interesante resulta la imagen de la mujer mostrada en la propuesta televisiva.

Ellas son llevadas a la pequeña pantalla siempre como esposas o madres, nunca con una vida propia o como protagonistas de los chistes con una mirada transgresora. Se muestran como figuras decorativas, solamente llenando o “embelleciendo” un espacio, algo rápidamente percibido por los televidentes que han dejado comentarios en el Portal de la Televisión Cubana como el citado a continuación:
“el programa muy bueno, los chistes q más disfruto son los de elda y el chispa, ahh y los de vititi….pero lo q más disfruto de verdad es ver a Gisel, qué mujer más hermosa y sexy ojalá tuviera el honor de conocerla algún día, wao es fenomenal. Saludos”.

Ideas como esta y otras un poco más grotescas genera el programa en la teleaudiencia. En ese propio comentario se percibe claramente otro elemento importante en la propuesta televisiva: la simplificación de la mujer, mostrada en dos polos opuestos, las que son muy lindas o las que por el contrario se presentan extremadamente feas. Esa aparente realidad, expuesta sin matices, alerta sobre un fenómeno que pudiera hacerse irreversible, sobre todo teniendo en cuenta el extraordinario rol que tienen los medios en el imaginario colectivo.

Indudablemente los medios de comunicación y especialmente la televisión tienen una gran responsabilidad en la educación de la sociedad y mucho hay que concientizar todavía en ese sentido, tanto los generadores de productos audiovisuales a través de los medios como los consumidores más asiduos de contenidos mediáticos.

El reto es aún mayor cuando se piensa que una gran parte de la audiencia la componen niños, muchas veces sin la supervisión de un adulto preparado en el tema, que los ayude a discernir.

Igualmente debe destacarse la poca atención al horario en que se proyecta el programa, en el cual los infantes están expuestos a la televisión. Ejemplo de ello se encuentra en el comentario de una madre en el citado portal web:
“el programa está buenísimo e incluso mi hijo de 4 años le encanta y nunca se lo pierde, un saludo a todos los actores y actrices que hacen posible que salga al aire los domingos, hace falta que nunca lo quiten, nos alegra el domingo, creo que es lo único que vale la pena después que se acaba la película. Gracias por existir.”

Ese niño, de apenas cuatro años de edad, ya consume a través de la televisión cubana un programa con alta carga sexista. Sin ser consciente todavía de ello, el pequeño es condenado a ser parte activa y más que eso, en un futuro no muy lejano, protagonista de una sociedad machista y discriminatoria.

Este programa, aparentemente ingenuo, deja ver una cara de la sociedad cubana que no todos queremos hacer visible, pues en la Cuba que estamos construyendo las mujeres pueden y deben ser valoradas por su inteligencia, talento, entrega, consecución de proyectos, ya sean en el ámbito privado o público, entre otros aspectos indicadores del desarrollo femenino en el país.

Resulta lamentable que en algunos espacios televisivos se continúan legitimando conceptos errados de lo que significa y representa la mujer cubana, desconociendo la lucha por la equidad de género, tema que encuentra espacios también dentro de la parrilla de los canales nacionales.

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