27 de abril de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

Luciano Mesa: artífice de programas infantiles

Homenaje al fundador de la Televisión Cubana y director de programas
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La vida de este hombre merece ser contada, pues tiene motivos hasta para ser escrita. Pasó los primeros años de su vida en un Instituto Cívico Militar. A los dieciocho años viene para La Habana, trabaja como carpintero, hace marionetas  y se relaciona con la talla en madera. Se supera en su educación y cambia de trabajo; pasa a trabajar en la agencia de Seguros de Vida “La Indiana”.

Por medio de su padre, chofer de la familia Menocal, muy adinerada y con influencia social,  el joven Luciano comienza en una agencia de seguros y permanece allí muy poco tiempo. Ayuda a la familia y trabaja en los Laboratorios Soler, donde hace las piezas de dentición de los pacientes, poco tiempo después fue mensajero de farmacia; más tarde, como era muy atrevido, se compra una moto y el tío que trabajaba en el periódico El Mundo le consigue un puesto de office boy.

Le gustaba mucho el cine y realizaba trabajos extras. Un día se enteró de que en Tele Mundo andaban buscando trabajadores, se presentó y lo emplearon para limpiar y barrer los estudios, ahí estuvo solo quince días, pues lo despiden, pero lo mandan a buscar de nuevo para que trabaje como montador de escenografías. Un día montó una puerta al revés y un compañero le enseñó cómo se hacía bien.

De ahí pasa ser Boon man, que era la persona que movía los micrófonos que van sujetos a una barra detrás de todos los actores. Entonces, la televisión era en vivo; allí aprendió todo lo concerniente al funcionamiento y manejo de las cámaras.

Un día, Álvarez Ríos le comentó que hacía falta un camarógrafo, Luciano aseguró que él podía hacerlo. Cuando terminó el programa, que era con la cantante lírica Marta Pérez, lo llaman a la oficina le hacen un examen y de esta manera se queda como camarógrafo, eso sucede por los años 1952-53.

Comienza a trabajar con Dora Carvajal en el programa Los títeres de la carreta. En esa etapa de su vida conoce a Virginia Wong, se enamoran y forman un matrimonio. Virginia se dedicaba a trabajar con los niños en las escuelas, a montar obras, y Luciano comienza a transformar todas las escenografías y a trabajar los títeres de otra forma; por ejemplo, podían coger un lateral y salir por alguna puerta, etcétera, porque eran títeres de mano.

En esa época se convierte en fotógrafo profesional y se dedica a sacar fotos de los artistas; llegó a tener una cámara de tercera dimensión. En 1959 surge el Canal Camagüey, entonces se convierte en operador de video y se separa del Canal 4.

El 31 de diciembre de 1958 le ordenan que él fuera para Santa Clara, tras la caída del régimen de Batista, debía filmar junto a un equipo el recorrido de la Caravana de la Libertad; llega a Santa Clara el 3 de enero y comienza a filmar en vivo todo lo que acontece en esos momentos.

A partir de ahí él está presente en todos los actos políticos y se une a Loly Buján y otros directores en la Brigada Lenin. Llegan hasta el poblado de Antillas, en la actual provincia de Holguín. Le dice a su esposa  que cuando llegue a La Habana comenzará a hacer esas cosas que ella está haciendo en las escuelas.

En 1971 sale al aire el primer programa dedicado a los niños realizado por Luciano y Virginia; se llamó El Bazar. Desde ese momento, su carrera como director de programas infantiles es indetenible.

Estrena además, Escenario Escolar y también Meñique, por los que es felicitado, porque esos programas llevaban un mensaje ideológico. Para realizarlos utiliza escenografías y trucajes que nadie antes había hecho. En estas emisiones aparecen diferentes manifestaciones artísticas interpretadas por los niños.

Luego dirige el programa Periodismo Infantil, con la participación de Julio Cordero, el caricaturista Cecilio Avilés y los alumnos de la Escuela de Ballet de L y 19. Todos estos espacios  se hacían en vivo.

El Instituto Cubano de Radio y Televisión propone hacer un programa competitivo con distintas manifestaciones del arte, así surge Que siempre brille el Sol, donde los niños actúan siempre acompañados por el personaje “El Solecito”. En esos programas los niños actuaban solos.

También a Luciano y Virginia le debemos programas como Fiesta de verano, El Cosmonauta,  El Submarino y El cochero azul; este último inspirado en un cuento de Dora Alonso, además realizan La muñeca negra y Tesoros del mar.

Debido a una enfermedad que le dificulta y quita la visión, Mesa se jubila, sin embargo, aun enfermo, participa en un programa que se llamó Mi amiguito mexicano, con guion de su esposa Virginia Wong.

A lo largo de su intensa carrera dedicada a los niños, Luciano recibió infinidad de premios y condecoraciones, de estos él consideraba muy importantes los otorgados cada año por los pioneros y que se llamaba Mi Programa Favorito, destinado en varias ocasiones a Que siempre brille el Sol, sin dejar de mencionar Escenario escolar, Música y canciones, Fiesta de verano y otros muchos más. También este maravilloso hacedor de programas por, para y con los niños, recibió condecoraciones de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, de los Ministerios de Educación y de Cultura.

Con Luciano y Virginia Wong se cumple el postulado de nuestro Apóstol José Martí: “para los niños trabajamos porque ellos son los que saben querer, son la esperanza del mundo”.

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