26 de abril de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

La Televisión Cubana entrevistó en español a Ernest Hemingway

En 1954, el escritor reveló aquí detalles "desconocidos" hasta hoy de la novela que le valiera el Premio Nobel de Literatura aquel año.
Ernest Hemingway

Ernest Hemingway

Algunas personas disfrutan de la televisión, pero les resulta inevitable referirse insatisfechas a la programación, y cuando las oímos nos damos cuenta de que utilizan mucho tiempo de su vida frente a la pantalla chica. Se informan por ella, lo mismo en telediarios que en programas habituales, de los sucesos más importantes de la vida diaria nacional  e internacional. Esas personas no han meditado cuánto de sus conocimientos le deben a este medio de comunicación. Por esa razón quiero hacer un poco de justicia ahora.

En los archivos fílmicos y de video tape de la Televisión Cubana existen viejos tesoros en imágenes que el programa “Contra el olvido” se empeña en recordarnos. Entre una de esas joyas guardadas se encuentra una entrevista realizada por Juan Manuel Martínez, reportero del entonces Noticiero de CMQ Televisión a Ernest Miller Hemingway, a raíz de conocerse que la Academia Sueca le había otorgado el premio Nobel de literatura el 28 de octubre de 1954. El escenario en que tuvo lugar la entrevista no fue otro que el de su  residencia,  “Finca Vigía”, hoy museo Ernest Hemingway, en San Francisco de Paula.

La entrevista original, filmada en película de cine sonora de 16 milímetros y conservada en los archivos, es corta. El periodista hizo solo tres preguntas, y sospechamos que una de ellas y su respuesta no se utilizaron al hacerse pública porque, quizás, sus realizadores consideraron que no se entendería el mal español del famoso novelista. No obstante, allí hay tres tesis importantes que ayudan, a los cubanos amantes del mito Hemingway, a hacernos más cercano al escritor y a la vez patentizar a través de las propias palabras del intelectual su identificación con nuestro país y su gente.

En un primer momento de la entrevista, Ernest Hemingway se declara como “el primer cubano sato en recibir este premio”. Nos imaginamos una sonrisa de complacencia en el espectador nuestro que haya escuchado tal  autodefinición de “cubano sato”. Este adjetivo es un cubanismo, que no figura el diccionario de la Real Academia Española, pero sí en el Nuevo catauro de cubanismos, de Fernando Ortiz, y en nuestro hablar cotidiano, sobre todo se usa en las provincias centrales y orientales. Sus acepciones son las siguientes: 1- de razas mezcladas, 2- común y corriente y 3- abundante.

Para el estudio de la entrevista, se puede escoger cualquier acepción, porque lo importante es su autodefinición como cubano “sato”. Y afirmamos esto porque algunos investigadores y biógrafos del más universal de los escritores norteamericanos, que no son amigos de Cuba, se empeñan en negar la vinculación de Hemingway y su obra con nuestro pueblo, su idiosincrasia y nuestro ámbito nacional.

El uso  del adjetivo “sato” por parte de Ernest Hemingway demuestra que tenía una profunda relación con el cubano común, y que como artista sabía escuchar y asimilar hasta sus giros idiomáticos y la jerga popular, tanto que los podía emplear acertadamente en el momento preciso. Es muy probable que ningún extranjero residente en Cuba, ni siquiera los de habla española por muy “aplatanados” que estuvieran, les brotara espontáneamente, como al afamado novelista en medio de una respuesta improvisada, tal vocablo lapidario y sintetizador para manifestar que se sentía entrañablemente parte de nuestro pueblo.

En ese mismo sentido aquellos estudiosos que pretenden obviar en la obra El viejo y “la” mar, su cubanía, arguyen que el protagonista, el pescador Santiago, que Hemingway concibió, no era cubano, sino un canario, porque ese Santiago, soñaba con los leones que se veían desde el barco cerca de las costas de África,  pero este personaje respondió a una necesidad narrativa del escritor, que pudiera ser su alter ego, o la suma de cualidades de algunos pescadores -que el escritor conoció en Cojímar-, y las acrisoló en el viejo Santiago, y como tal debemos comprender la caracterización del personaje. Pero en honor a la verdad, a Cuba emigraron muchos españoles y canarios. Venían a radicarse definitivamente, a formar familia y si pensaban en volver a España era sólo de visita, para inmediatamente regresar a Cuba. La etnia cubana se compone de españoles, criollos, africanos, chinos, todo mezclado.

Pero si ninguna de esas razones fuera válida para quienes objetan la cubanía en la célebre novela, debemos recordar que el autor se inspiró y contextualizó los personajes en Cojímar como escenario de partida y llegada del barco del viejo que lucha contra su mala suerte. Hemingway describe La Terraza, un bar-restaurante que aún hoy conservan celosamente los cojimeros, orgullosos de su relación con “Papa” y sitio donde residiera la mayor parte de su vida  el patrón de su barco “El Pilar”: Gregorio Fuentes (un canario emigrante desde su niñez); y también enfatiza en el entorno natural, el humilde poblado de entonces, sus casuchas de guano donde vivían precariamente el viejo  Santiago y los pescadores de esa locación. De sus labios oímos las frases donde afirma que el escenario del título en cuestión era cubano: “Cojímar, más o menos mi pueblo”.

Otro aspecto para los traductores de Hemingway y principalmente para los que se han enfrentado a esta obra, y no se atreven, por respeto al buen uso de la lengua, a titularla como El viejo y “la” mar, ojala sirva –por medio de este artículo y esta entrevista televisiva- para avalar al traductor y editor que se atreven por primera vez a titular una eventual  nueva edición en castellano del libro así. Conste que lo hacen con un alto grado de justicia para la historia del arte, porque en el propio título en el párrafo veintiuno (21) se refiere a “la” mar como la luna y cito:

[El viejo] “Decía siempre la mar. Así es como le dicen en español cuando la quieren.  A veces, los que la quieren hablan mal de ella, pero lo hacen siempre como si fuera una mujer. Algunos pescadores más jóvenes, (…) empleaban el artículo masculino y le llamaban el mar. Hablaban del mar como de un contendiente o un lugar, o aún como un enemigo. Pero el viejo lo concebía siempre como perteneciente al género femenino y como algo que concedía o negaba grandes favores. Y si hacía cosas perversas y terribles era porque no lo podía remediar. La luna, pensaba, le afectaba lo mismo que a una mujer.”[1]

Con este señalamiento y con la propia entrevista al autor, los futuros traductores o editores tendrán un argumento de peso para complacer post mórtem al escritor y hacer justicia a la historia de la literatura al titular, como el autor quería, el  libro que le mereciera el Nobel de  literatura: “El Viejo y la Mar”.

En el docudrama “Un día con Hemingway, cubano sato” (2) la entrevista se toma completa, pero quisiera transcribirla como un documento menos efímero que la transmisión televisiva.

Reproducción de la entrevista realizada en la finca “Villa Vigía” en San Francisco de Paula, el día  28 de octubre de 1954, en ocasión de conocerse la noticia del otorgamiento del premio nobel de la literatura a Ernest Miller Hemingway, por el periodista Juan Manuel Martínez para el noticiero de la Televisión Cubana.

MARTINEZ: Ya la teleaudiencia sabe que el escritor norteamericano Ernest Hemingway ha ganado el premio Nobel de la literatura. (MIRA A CAMARA)(3) Por tratarse de una noticia importantísima nos encontramos en su casa, de la Finca “Villa Vigía”, en San Francisco de Paula. Él acaba de ganar el premio más importante que se le otorga a los escritores.

Mister Hemingway, ¿Nosotros quisiéramos saber qué ha experimentado usted, qué sensación, qué emoción ha tenido usted  al ganar el premio Nobel de la literatura?

HEMINGWAY: Primero he experimentado una sensación de alegría, después un poco más de alegría y después puede ser un poco más de alegría. Soy (estoy) muy contento de ser el primero cubano “sato” en ganar este premio. Y alegre porque han dicho las autoridades que está basado sobre un paisaje cubano que es Cojímar, más o menos mi pueblo.

MARTINEZ: Nosotros sabemos que usted ha sido un viajero incansable a lo largo de su vida, que ha recorrido todas las partes del mundo, sin embargo siempre ha venido a laborar en Cuba. Nosotros quisiéramos saber hasta qué punto Cuba, el paisaje cubano ha influido en su creación literaria.

HEMINGWAY: Creo que me ha influido en el sentido de tratar de comprender la mar. Nosotros quiérenla, (quienes la queremos) la llamamos la mar, pero (no) es (lo) mismo. Pero cuando hay norte (los pescadores) la llaman de la manera femenina, a (muchas) veces. Pero la mar es la gran influencia en mi vida y es lo que he tratado de hacer en mi literatura y sobre todo la mar de la costa norte de Cuba, donde hay gente noble, tan noble (como las) que yo he tratado de describir en El viejo y “la” mar. El (eso) está en Cojímar y Cojímar es una cosa seria.

MARTINEZ: Una última pregunta. Nosotros estamos seguros de que las jóvenes generaciones de escritores cubanos están muy deseosas de que usted les envíe un mensaje.

HEMINGWAY: Este mensaje a la joven generación no soy (estoy) muy capacitado, porque tengo tres hijos y cada vez que mando un mensaje no sé en qué termina el asunto, pero pensando en lo poco que conozco de la literatura creo que si toman el ejemplo de los pescadores de Cojímar no puede(n) fracasar.

Hemingway y el periodista se dan un apretón de manos. El escritor guiña un ojo y dice sonriente: ¡Gracias!

He aquí la reproducción de la entrevista, en español, que el Nobel concediera a la Televisión Esperamos que las apreciaciones que hemos vertido  sobre Hemingway y su relación con Cuba en su obra sirvan para que los estudiosos de su literatura en español no se extrañen cuando vean en librerías una futura edición titulada como él quería: “El viejo y “la” mar”. cubana.

 


[1] “El viejo y el mar”, de E. Hemingway.  Col. Cocuyo. Ed. Arte y Literatura, la Habana, l976. p 24, párrafo 21.

2. “Un día con Hemingway, cubano sato”, transmitido por Cubavisión el 20 de julio de l999, en ocasión del centenario de su nacimiento.

3. Los paréntesis son míos para una mejor comprensión de la entrevista.  (G.V.)

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