15 de agosto de 2025

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Pasión por el origen erróneo

Hace unos días escuché que la palabra adrede había entrado al español del inglés. No es cierto, esta palabra nada tiene que ver con el inglés.
Palabra adrede

Hace unos días escuché que la palabra adrede había entrado al español del inglés. No es cierto, esta palabra nada tiene que ver con el inglés.

Muchas hipótesis se han tejido sobre el origen de esta palabra española que ya estaba en la lengua en los tiempos del diccionario de Sebastián Covarrubias del año 1611, quien explicaba su significado como equivalente de a sabiendas, según él proveniente del italiano et dritto en el sentido de directamente. Covarrubias también considera la posibilidad de una etimología árabe a partir del verbo dari que significa saber, y a drede significaría a sabiendas. La Academia Española duda entre adherirse a la hipótesis del catalán adret y la del latín ad directum, casi equivalente a la de Covarrubias .Sin embargo, Corominas, la mayor autoridad en etimología española del siglo XX, desecha todas esas hipótesis y afirma que no ve otra explicación que un origen gótico que llegó al latín como atrede  y luego en romance castellano adrede.

Por último y como dato curioso les aseguro que el adverbio adredemente solo se usa en Cuba, México, Perú y República Dominicana.

Es también muy interesante la etimología de la palabra ambición. Entre los romanos, la palabra ambitio, derivada del verbo ambire, que significa rodear, pretender, se usaba para denominar la actitud de los políticos que circulaban por la ciudad y rodeaban a sus partidarios para no perder su apoyo, buscando con todo empeño escalar nuevos peldaños. Por esta razón, acabó adquiriendo la denotación de lisonja y adulación, pero también ostentación, posición elevada y ansia de poder y riquezas. Las palabras ambición y ambicioso llegaron al español en el siglo XV, derivadas de ambitio y ambitiosus, respectivamente.

El sustantivo tiempo proviene del latín tempus, temporis y fue empleada en castellano en su forma actual en documentos del siglo XII. Por la misma época surgió el derivado temprano formado a partir de temporanus, un adjetivo que en latín vulgar se aplicaba a aquello que se hace a tiempo. También pertenece a esta familia temporada, período que se repite en forma estacional.

Palestra llegó a nuestra lengua proveniente del latín palaestra y este del griego palaístra, lugar donde se lucha, derivado del verbo palaíein que significa luchar. Griegos y latinos llamaban así a los gimnasios y lugares donde se luchaba y, por extensión a la propia lucha. A partir de cierta época, los antiguos pasaron a denominar con la misma voz el lugar donde se desarrollaban ejercicios literarios o se debatía algún tema, asociando el concepto con el de lucha intelectual. A partir de este significado se forma la expresión salir a la palestra o saltar a la palestra, que significa tomar parte activa en una competencia pública o aparecer públicamente. La palabra griega se originó a partir del nombre de Palestra, la hija del rey Pándoco de Arcadia.

En portugués, palestra significa conferencia o charla.

Para asegurar el origen de una palabra hay que estudiar su etimología, solo así sabremos con certeza de donde procede.

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