10 de octubre de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

De límites y otros asuntos… (2da parte)

Valoraciones a propósito de cuestiones éticas o sobre problemas propios de la representación de las realidades en la telenovela cubana
telenovela cubana

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Aunque realizador y guionista evitan quedar atrapados en el tipo de discusiones tópicas entre personajes que se alinean alrededor de qué es mejor, si permanecer en Cuba o marcharse, es claro que sí hay una suerte de muro divisorio basado en las actitudes éticas de cada quien; algo especialmente notable porque los que viven en “afuera” o lo persiguen en su mayoría son seres de escasos valores e incluso imbricados con lo delincuencial.

Solo Adrián, Yaquelín, Yoenis, Camila y Dayana escapan a tal esquema, pero aun así las dos últimas figuran entre los arquetipos femeninos más negativos del relato. En el caso de Camila se trata de un claro ejemplo de mujer abusada verbalmente, con baja autoestima, cuya pareja le ha dicho claramente que no la ama y con quien ella sigue solo porque es “su hombre”.

De modo extraño, pese a que nunca da muestras de querer acompañar a Vladimir en la vida que este sueña fuera de la isla –cosa que ella pudiera convertir en algo cómodo, pues es la única de su familia que aún vive en Cuba–, la muerte del machista que la maltrataba es lo que la convence de partir.

En el caso de Dayana, ya hemos visto que es ejemplo de superficialidad, pobreza espiritual, infantilismo y una variedad de la baja autoestima aún más dañina que la anterior; recuérdese que ni siquiera el abandono de meses por parte de Walter y el enfriamiento notable de las relaciones entre ambos es suficiente para estremecer esa fantasía en la que se ve a sí misma como una princesa de cuento de hadas. De esta manera, el encuentro con Mayito en la gran fiesta de despedida deja las puertas abiertas al establecimiento de una nueva pareja luego de que –gracias al hecho purificador que significa su “acceso” a la condición de madre– Dayana evolucione, madure, encuentre quién realmente es y reconozca en el amor de Mayito hacia ella el amor de ella hacia él.

De todo este grupo ninguna figura es tan interesante y tiene tanto que decirnos como Yaquelín, en especial porque es la única que salió de Cuba, vive fuera en un estado que podemos definir como virtuoso y su retorno a la tierra natal también está marcado por la claridad de principios. Al mismo tiempo su vida está oscurecida por la tristeza y la imposibilidad de ser feliz; no se acostumbra al nuevo lugar, extraña, lejos de los suyos no ha podido rehacerse. Por esto, es un dato esencial que la aparición de Adrián, hermano de Camila insertado en el relato a la manera de un príncipe de cuento de hadas, quien encarna la posibilidad del amor, tenga lugar en Cuba.

El fortalecimiento de los lazos de esta nueva pareja tiene lugar en simultaneidad con los gestos finales de la ruptura de Yaquelín con su padre Mauricio. De esta manera, la recuperación del vínculo pleno con la madre simbólica, Cuba, es obtenido al precio de cortar de modo definitivo la relación con el padre. Madre simbólica, amor y casa forman una unidad salvadora, un núcleo fuerte del cual es expulsado Mauricio, ejemplo de falsedad, doblez moral y oportunismo.

Después de esto Yaquelín queda libre para ofrecernos a los espectadores la imagen de una cubana que, viviendo fuera de su país, es portadora de lo mejor de este y continuamente, mediante la relación viva y transparente que mantiene con sus familiares, lo devuelve a la nación de origen. Al mismo tiempo ocurre el hundimiento moral definitivo de Mauricio, una condición para que sea liberado Ulises, con la confesión de su hermano, del peso de la culpa por la muerte del padre.

El relato descansa encima de tres secretos: la muerte del padre de Mauricio y Ulises, devenida tortura espiritual y culpa para el último; la identidad de la madre de Beatriz y el destino de la hija perdida de Cuca, que al final sabremos que es Beatriz; la identidad de la persona que denunció a Daniel, cosa que le ha llevado a pasar media vida en la cárcel. De estos, el único que tiene la fuerza o relevancia necesaria para cambiar el curso de toda la acción es el primero, pues es el único que afecta a personajes no sustituibles, sin los cuales ni siquiera existiría el relato en cuestión. Solo que, si esto es así, entonces el súper-objetivo del relato es llevarnos hasta la glorificación del nuevo empresario y de la nueva emigrada.

Es curioso que tanto esta novela como la anterior, Vidas cruzadas, terminen en una celebración festiva en cuyo interior son reconciliadas las diferencias; allá un banquete campestre, aquí una boda. Como mismo aquí hay una oposición entre la calidad de la casa que mueve la acción y el resto de los espacios habitables donde los personajes desarrollan sus vidas, en la telenovela anterior éramos invitados a enlazar lo alto y lo bajo, lo humilde y lo privilegiado.

En Vidas cruzadas se trataba de la oposición entre dos universos que, separados por un eje, permitían colocar de un lado una casa de valor semejante a esta que motiva la disputa en Más allá del límite, una segunda vivienda (esta de veraneo) en la playa, una finca y un auto; en el lado opuesto quedaban el trabajo de una costurera en un pequeño pueblo a escasos kilómetros de la capital y la cafetería de su nuevo compañero cuentapropista.

En Vidas cruzadas la diferencia de niveles de vida quedaba solventada gracias al amor entre los hermanos, dispuestos a compartir todo su patrimonio con Carolina, la más joven del trío y tenida por el padre fuera del espacio del privilegio; de ahí que la celebración en la finca unifica diferencias que son pura y simplemente propias del contacto entre estamentos sociales distintos. En Más allá del límite la operación es otra, en más de un sentido, porque aquí la línea de la división familiar pasa por la fricción entre el adentro y “los afueras” de la nación; y porque, además de ello, en un segundo nivel, la fiesta solo es posible gracias a la generosidad del personaje que maneja dinero: Ulises.

¿Con cuáles herramientas es posible analizar una telenovela? ¿Cómo han de ser analizados elementos de guion, estructura, dirección, diseño de personajes, sistema de personajes, dramaturgia, curvas de tensión, puntos de alivio, continuidad del relato, planteamiento y solución de conflictos, oposiciones, simbología, etc.? ¿Qué son las telenovelas? ¿De qué nos hablan estas producciones culturales sino de nuestros sueños y fracasos, dolores e ilusiones, del límite y lo que se encuentra más allá? ¿Qué relación establecemos los espectadores con los discursos de las telenovelas? ¿Qué esperamos, qué buscamos, qué querríamos? ¿Se trata de un formato con características inamovibles o puede ser revisado, modernizado, contaminado? ¿Es un producto menor, de escasa categoría estética, o puede alcanzar altos valores artísticos? ¿Qué tipo de visión nos propone no una telenovela en particular sino la suma de varias; es decir, qué nos propone la televisora que las transmite?

Mejores o menos logradas, las telenovelas son una especie de monstruo con decenas de cuerpos a la vez, que complacen e inquietan, representan una larga travesía a través del padecimiento o la desconexión de unos personajes para quienes deseamos, como mismo en nuestras vidas, un destino mejor; por eso no han hecho más que terminar y ya empezamos a extrañarlas, a contar pedazos y a discutirlas.

¿Hay algo mejor?

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