26 de abril de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

El Mégano, gesto anterior al movimiento

Este 9 de noviembre se cumplen 65 años de la primera exhibición del filme realizado por Julio García Espinosa

Al revisar las efemérides de este mes, previo a que concluya –por fin— este año triste y extenso, me percato de que he visto pocas de las películas, documentales y cortometrajes que celebran su aniversario. Entre esas pocas, sobresale El Mégano como una obra que logró convertirse en digno antecedente del cine cubano concebido desde el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic).

Repasar en estas breves líneas la lista de obras memorables creadas en el Icaic sería una misión imposible, pero sí se pueden esbozar algunas ideas en torno a este filme que ha logrado instaurarse como antecedente del cine cubano. Ese criterio se basa en el hecho de que sus realizadores, con Julio García Espinosa a la cabeza, junto a Tomás Gutiérrez Alea, Alfredo Guevara y José Massip, fueron los principales protagonistas del desarrollo de la cinematografía nacional en las próximas décadas en la Isla.

Cada uno en su desempeño, pero lo cierto es que Guevara y García Espinosa lograron conducir el instituto a lo largo de casi cuatro décadas; Alea legó al cine cubano obras que forman parte de la mejor tradición del arte cinematográfico latinoamericano y Massip aportó su quehacer a este movimiento a lo largo de toda su vida.

Lo cierto es que El Mégano, además de su potente discurso político y social, logra expresar desde su dramaturgia las condiciones de vida de un grupo de personas que formaban parte de los que poseían peores condiciones de vida. La realidad de estos campesinos, dedicados a la producción de carbón, es una dura práctica que resultaba el único sostén económico de estas familias.

El interés temático, el manejo de códigos cercanos a lo que después conocerían los realizadores cubanos a través del neorrealismo italiano y la consolidación de una estética marcada por la preocupación social son algunas de las características de esta obra que constituye una huella en el cine, en la cultura y en la memoria de la isla.

Junto a Julio, Titón, Guevara y Massip, para la concepción musical de El Mégano participó Juan Blanco, Pedro García Espinosa en la puesta en escena y la fotografía corrió a cargo de Jorge Haydú. A propósito de su medio siglo de existencia, se realizó un homenaje a sus creadores y allí las palabras de su creador sirvieron nuevamente de brújula para apreciar este material: “El Mégano no es un documental puro —continuó diciendo Julio— es un corto que narra una historia inventada, con actores no profesionales.

“Para mí, uno de los elementos más importantes del neorrealismo era su propuesta de nuevo método de actuación, pues se buscaba a personas capaces de expresar emociones, y de convertirse en el personaje asignado. El neorrealismo marcó el Nuevo Cine Latinoamericano. Mientras nosotros filmábamos El Mégano en las ciénagas del sur de Cuba, desconocíamos que, más o menos por las mismas fechas, Fernando Birri estaba haciendo en Argentina Tire Dié, Nelson Pereira Dos Santos, en Brasil, realizaba Río 40 grados, Benito Alazraki, en México, dirigía Raíces, y Margot Benaceraf en Venezuela le daba forma al documental Araya”.

Referencia

Joel del Río (2005):   El Mégano: A medio siglo de a quel acto de fe”  La Jiribilla, 3 de diciembre de 2005.

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