28 de marzo de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

La Cuba de la añoranza que mal recuerdo

CMQ en la vanguardia histórica de los medios cubanos.
cmq

A mediados del siglo XX, La Habana tuvo la fisonomía de una moderna ciudad americana. Las amplias avenidas mostraban orgullosas ostentosos edificios, apartamentos, oficinas. Zonas enteras se convirtieron en centros comerciales de gran concurrencia. El barrio residencial del Vedado figuró como un notable centro administrativo. Ministerios, instituciones y empresas particulares se levantaron en los alrededores de la Plaza de la República.

En la capital cubana, llamada con justicia el Monte Carlo de América, toda forma de juego de azar fue tolerada. Además de la Lotería y las diversiones usuales del Casino Nacional, los habaneros eran aficionados a las peleas de gallos, de boxeo, las carreras de caballos, las elecciones, el estado del tiempo y la bolita.

Pero ni el crecimiento de la ciudad, ni la infinidad de repartos, ni las tantas construcciones que se disputaban la mayor altura, opacaron las injusticias, las desigualdades y el derramamiento de sangre inocente.

El inconsulto arribo de Fulgencio Batista al sillón presidencial, tras el golpe de estado de 1952, asestó un garrotazo contra las ilusiones democráticas en Cuba. En su afán por perpetuarse en el poder, Batista manejó los medios de comunicación a su antojo, y con ellos su programación diaria.

Sin embargo, existió una emisora que no respondió a los intereses del gobierno de turno. Mayra Cue, investigadora de la Radio cubana nos comenta:

«En CMQ no era para nada absoluto el parcialismo político de las emisoras al régimen, hubo programas censurados a medida que se fue recrudeciendo la tiranía, pues evidentemente si se quería servir a los públicos y mantener a sus oyentes no podían ser tan pro-batistianos, porque no tendrían audiencia».

Para entonces CMQ Radio palpaba la cima de la radio cubana  si de programación se hablaba, y aunque solapadas sus siglas por el polvo y los años, aún hoy se conservan a la entrada del Instituto Cubano de Radio y Televisión, antaño edificio Radiocentro.

Sin dudas, fue la principal emisora de la etapa pre-revolucionaria. Su impronta aún excita la nostalgia de algunos, que como Fabio Fernández Kessel, Director del Centro de Investigaciones Sociales del ICRT se resisten a olvidar el pasado.

«CMQ Radio tuvo un nivel técnico-profesional y artístico altísimo, se consideró de las mejores voces del continente, la programación más variada y novedosa, a tal extremo que aún rememoramos esa programación dramatizada, que prácticamente ha desaparecido de la radio. En aquellos años la radio cubana era comercial, pero también muy profesional»

“Q” tuvo el mérito del primer noticiero radial. En la sección informativa, CMQ Radio contaba con La hora de Chibás. El espacio  rompía con los récords de audiencia, en un contexto donde se valoraba en gran medida la honestidad de una figura política.

El Noticiero CMQ motivó en la radio cubana la protesta político-social. Los comentarios enviados por los ciudadanos eran trasmitidos por allí. Así tuvieron cabida temas como las injusticias laborales, movimientos huelguísticos y otros vinculados a tendencias revolucionarias.

Pero los capitalistas cubanos no hacían nada sin la perspectiva de ganar dinero. Entre alegatos y protestas, no debían faltar las radionovelas. El raro y comprensible placer de sufrir marcó la historia de CMQ Radio. El ejemplo mejor ilustrado, El derecho de nacer, del autor santiaguero Félix B. Caignet, batió el récord mundial de audiencia. El 50,63 % del total de la población cubana se mantuvo a la expectativa en cada episodio.

La década del 50 develó un contexto de radio comercial que buscaba rentabilidad del negocio y un alto por ciento de ganancias. Sin embargo para Mayra Cue no puede verse la comercialidad en la radio como un proceso aislado del momento histórico.

«No creo que haya sido por voluntad propia de los dueños, ni una estrategia concebida o planificada, fue una proyección intuitiva que les hizo buscar aquello que tenía mayor popularidad. Eso hizo que se fueran integrando a la programación, al margen que se radiaban misas, espacios dedicados a la política, el comercio, la cultura, la educación»

Para quienes todavía afirman que la radio comercial no alcanzó ni en lo más mínimo un perfil educativo, perdura el hecho de que se presentaban los lunes programas como: Charlas de Jesús Menéndez; cinco minutos de Cosas curiosas; diez de Maestros de mi Cuba; 19 de Progresos del hombre; y nueve minutos de lunes a sábado para El tránsito y usted. Según Isabel Aida Rodríguez, realizadora y miembro del Sindicato de Trabajadores de CMQ Radio, la educación era más limitada.

«Se restringía a ciertos espacios solamente. Se puede hablar de una radio educativa desde los años 40, claro está eran hechos aislados. El hombre que estaba al frente del Departamento de Cultura del Ministerio de Educación, Raúl Roa, una gente profundamente izquierdista, fomentó acciones encaminadas a expandir las manifestaciones culturales a toda la población más allá de los espacios elitistas».

Para los niños, adolescentes y jóvenes se asignaron aventuras de héroes al estilo yanqui (Los tres Villalobos, Leonardo Moncada, Jackie, el pecoso, El príncipe Leopardo y El capitán Espada). Pero no todo tuvo aceptación, comenta la investigadora Mayra Cue.

«Las primeras aventuras vinieron enlatadas de EE.UU., pero no tuvieron éxito aquí, lo que hicieron fue que tomaron el formato y la reestructuraron a lo cubano. Era la aventura cubana de Superman, aventuras donde el protagónico no era europeo, sino que aparecen personajes cubanos que se apropian de las matrices culturales europeas, se toman elementos fundamentales y cambian los personajes»

A pesar de que la isla recibió una marcada influencia estadounidense en cuanto a lenguaje radial, ese mimetismo no duró mucho. Algunos programas comenzaron a ser rechazados por los públicos y surgió el modelo de radiodifusión cubana.

Los espacios trasmitieron entonces programas guajiros, teatrales, narrativa y poesía española, deportivos en menor medida, programas para niños y crónica roja. Tal vez la parrilla de programación no respondía a criterios que enaltecieran la cultura social, sino que llevaran al cubano de la época a identificarse con la emisión.

Los méritos de la institución hay que atribuirlos a los hermanos Mestre porque, aún bajo los influjos de una violenta dictadura militar, lograron no sólo radiar editoriales a favor de la amnistía de los moncadistas, desafiando así al líder republicano; sino que brindaron una programación cultural amplia y para diversos segmentos poblacionales.

Sería una injusticia atribuirle las características propias de la radiodifusión comercial entre 1952 y 1958, a toda la radiodifusión comercial cubana. CMQ vivió circunstancias especiales que cuando se repasan, aflora la singularidad del medio radial y su etapa.

Bibliografía Consultada

  • Bracero, Josefa. Silencio…se habla, Editorial Pablo de la Torriente Brau, La Habana, 2007.
  • Garcés, Raúl. Los dueños del aire, Editorial Pablo de la Torriente Brau, La Habana, 2005.
  • González, Reynaldo. El más humano de los autores, Ediciones Unión, La Habana, 2009.
  • González, Reynaldo. Llorar es un placer, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1988.

Fuentes Periódicas

  • Revista Radiomanía (Años 1959-1961)
  • Revista Bohemia (Años 1959-1962)
  • Revista Carteles (Años 1959-1962)
  • Revista Social (Años 1959-1960)
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