28 de marzo de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

Nacimiento de un notición

La radio y la televisión en Cuba durante los primeros días del triunfo revolucionario. 

“Un grupo de compañeros tomamos revolucionariamente la CMQ para apoyar la victoria. Un maratón radial y televisivo estuvo 24 horas en el aire. Cuando el Che llega a la Cabaña el día tres, le llamé por teléfono y le informé que teníamos los medios en nuestras manos” . Así transcurrían los primeros días de enero de 1959, cuando aún los medios de comunicación mantenían su carácter privado, recuerda Mirta Muñiz, fundadora  de la televisión en Cuba.

El triunfo de la Revolución contrajo cambios radicales en todas las esferas de la sociedad cubana. La televisión no escapó a esas modificaciones, y en medio de la efervescencia popular desplegó por todo el archipiélago una gran cobertura informativa.

De este modo, los medios participaron activamente en el proceso reformador durante los primeros días del triunfo, y convergieron, en señal común, en la Cadena de la Libertad para difundir cada suceso.

A través de la emisora Radio Progreso, Fidel Castro conoció el intento de Eulogio Cantillo de formar un Gobierno provisional que tendría como presidente a Carlos Manuel Piedra y parte del cuerpo de la dictadura derrumbada.  De inmediato, convocó a la Huelga General que, con el apoyo del movimiento popular, frustró la maniobra.

El recorrido de Fidel por la Isla, y la entrada a La Habana el 8 de enero, fue trasmitido por todos los medios, sobre todo por la televisión, que tomó imágenes en varios puntos del país.

Cuando el Che ordenó devolver los medios a sus dueños reiniciaron los programas Mesa Redonda y el Boletín Informativo del Gobierno de la República, con el mismo tono antirrevolucionario. No obstante, CMQ contribuyó a la difusión del proceso cubano en el exterior.

Como resultado de la creación de los sindicatos de los trabajadores, ocurren importantes transformaciones en este circuito, como la sustitución de jefes y responsables en los Canales 2 y 12.

Ante las campañas propagandísticas en el exterior, la Operación Verdad permitió la difusión por todo el mundo de la autenticidad del nuestro proceso revolucionario. Esta lucha contra la desinformación reunió en La Habana a casi 400 periodistas del continente, que reportaron una enorme manifestación frente al Palacio Presidencial, participaron en los juicios contra algunos criminales de guerra y sostuvieron un encuentro con Fidel en el Hotel Riviera.

Fue en ese contexto que surgió Radio Habana Cuba,  la primera y única emisora cubana de ondas cortas para la radiodifusión internacional, que constituyó una ventana abierta en el continente para quebrar el monopolio de la información, ejercido hasta entonces por las grandes agencias noticiosas norteamericanas.

Pero definitivamente la ideología revolucionaria no compaginaba con los medios privados de comunicación. Los propietarios no aceptaban el proceso de radicalización, ni las nuevas formas de propiedad colectiva. Se negaban a cooperar; aunque, en algunos casos, no les quedaba más remedio que difundir algunas manifestaciones revolucionarias.

El fin de los desencuentros sobrevino con las nacionalizaciones, para subvertir de manera categórica la convivencia entre los medios privados y el gobierno revolucionario. Como posible solución surgen instituciones para organizar los recursos del país y encauzar las medidas tomadas.

La creación del Ministerio de Recuperación de Bienes Malversados puso fin a la privatización y a los negocios que mantenían en la pobreza al país. En marzo de 1959 intervienen las propiedades de Gaspar Pumarejo: Canal 12, Telecolor y Escuela de Televisión.

Durante el proceso de nacionalizaciones pasaron a manos del Estado las posesiones Amadeo Barletta, dueño de Telemundo Canal 2 y Canal 10.  Varias de las sucias acciones de este magnate salieron a flote entonces.

La intervención de Telemundo constituyó un paso trascendental. A través de este canal se difundieron las ideas revolucionarias en regiones como Matanzas, Las Villas, Camagüey y Santiago de Cuba.

Un poco después, el 25 de marzo de 1960,  fue nacionalizado CMBF Nacional Canal 4. En octubre de ese mismo año, CMQ Radio Televisión es intervenida por el Estado cubano, bajo la dirección de Gregorio Ortega.

En el propio mes, los canales 2 y 4 denominados Televisión Revolución se integran para formar CMBF Revolución y renovar la programación en la que dominaban materiales de corte fílmico.

Estas intervenciones desataron un intenso bombardeo ideológico contra el gobierno cubano, auspiciado por la Casa Blanca y representado por el Bloque Cubano de Prensa y la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). Una estampida casi masiva de los directores de varios medios de prensa matizó el agitado panorama. Algunos, como Miguel Ángel Quevedo, de la revista Bohemia, fueron acogidos en embajadas para aupar la campaña anticomunista; otros fundaron publicaciones en Estados Unidos, apoyados por la SIP y la Agencia Central de Inteligencia.

Mientras, el resto de los trabajadores continuaron laborando y las direcciones las asumieron destacados periodistas, como Luis Gómez Guangüemert de El Mundo,  Mario Kuchilán de Prensa Libre y Enrique de la Osa de Bohemia. Muchas de las restantes publicaciones, pasaron sus bienes a la Imprenta Nacional, donde comenzaron las tiradas masivas de literatura universal y materiales para la alfabetización y el nuevo sistema educacional. La mayoría de estas publicaciones fueron dirigidas por el prestigioso periodista, escritor e intelectual cubano Alejo Carpentier.

Bastaron unos tres años para que el Estado asumiera la gestión de todos los medios de comunicación. Decisiones fuertes en momentos difíciles para la Revolución lograron convertirlos en instituciones públicas. La televisión desempeñó un papel transformador durante toda la década y algunos hechos favorecieron la estatalización del medio.

Durante la celebración del Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba  en diciembre de 1975 Fidel refiere sobre este proceso: “Cuando fue necesario, no vacilamos en nacionalizar los medios de divulgación masiva, arrebatándoselos a la reacción y al imperialismo, para ponerlos al servicio del pueblo y su heroica causa” .

Los medios cubanos, junto a diversos organismos consagrados a mantener los logros revolucionarios, asumen la consigna “Fiel a Cuba. Fiel a la Revolución”. Con todos los canales televisivos en poder del Estado y el 60 por ciento de las emisoras radiales fue más fácil impedir la paralización del país.

“Ese proceso en marcha significó el principio del fin en Cuba del periodismo como negocio, la noticia como mercancía, la publicidad comercial, el sensacionalismo, las crónicas social y roja, el choteo y la burla, de los chismes de alcoba y otras frivolidades, de la apología al deporte profesional, la corrupción dentro del sector, el servilismo a los intereses extranjeros, la práctica de semi-verdades y mentiras que se deslizaban bajo el amparo de muletillas como ‘fuentes bien informadas dijeron…’”

Mediante la resolución 3687 del Ministerio de Comunicación, y con la idea de supervisar directamente los medios, surge la Oficina de Orientación y Coordinación de la Radiodifusión el 19 de junio de 1961. Así, se adquirieron algunas emisoras (como la COCO, propiedad de Guido García Inclán), que fueron compradas con la venia de sus dueños, partidarios de la Revolución.

Las agencias de publicidad que hasta el momento producían las emisiones radiales y televisivas son nacionalizadas también, y nace la Oficina de Publicaciones, denominada Consolidado de la Publicidad.

La programación en ambos medios, antes sobresaturada de comerciales, priorizó los programas educativos y seriados, que sustituyeron a las crónicas rojas y los habituales concursos denigrantes.

Por su parte, los espacios informativos, principalmente los noticieros Revolución y CMQ (después se funden en el Noticiero Nacional de Televisión) reajustaron sus mensajes. La radio y la televisión vivían al ritmo acelerado de los cambios revolucionarios, transformándose a la vez ellos mismos.

En la esfera cultural, por ejemplo, la televisión se alimentó del teatro, con una sólida producción en aquel momento. En sus incursiones audiovisuales, los directores dramáticos solo realizaron algunas  modificaciones en los desplazamientos escénicos, en el tono de las declamaciones y en el estilo.

En ese contexto, y con el objetivo de dirigir el trabajo en los medios de comunicación, surge la Comisión de Orientación Revolucionaria (COR), en 1962, bajo la dirección de  César Escalante Dellundé.

Sobre su experiencia en la COR, Renaldo Infante cuenta:

“Como uno de los cinco miembros profesionales de la COR participé en el proceso de institucionalización de la radio y la televisión. Observamos entonces la presencia de dos entidades dedicadas a la información que requerían para un mismo fin una duplicidad de esfuerzos y recursos, ello determinó la unificación del antiguo Noticiero Revolución y del Canal 6

Entonces, ese medio sirvió para poner a las personas al tanto de las transformaciones producidas en el país. El Comandante Fidel Castro comparecía con frecuencia ante las cámaras. Se transmitían los actos masivos y eventos sobre la alfabetización y la reforma agraria, y las denuncias sobre las agresiones imperialistas, entre otros tópicos.

En ese mismo año, surge el Instituto Cubano de Radiodifusión (ICR). Le confieren todos los recursos de la radio y la televisión estatales con el fin de redistribuirlos por todo el territorio. Entre sus funciones estaba organizar entidades encargadas de rectorar sus respectivas actividades en los espacios locales y a nivel nacional, mejorar la programación y fortalecer la representación de Cuba en los medios internacionales.

Tras la fundación del ICR se intensificó la redistribución de las señales televisivas por todo el país, primero por la provincia de Pinar del Río, que no contaba con ella. Años después, en 1965, se extendieron las transmisiones hasta Guantánamo y Baracoa. Para 1976 ya todos los cubanos podían disfrutar del servicio.

De esta manera, primero la radio, y luego la televisión llegaron a cada hogar y a los sitios más recónditos de la Isla.

La programación informativa continuó cubriendo los sucesos nacionales más relevantes, aunque ahora con nuevos instrumentos. A mediados de los setenta los cambios tecnológicos, como la entrada paulatina del video tape y la incorporación del color revolucionaron casi totalmente el proceso de realización de la televisión. Los profesionales del medio reorganizaron sus rutinas de acuerdo al genial invento.

Según la opinión de varios realizadores, a pesar del alto flujo de noticias, el modo de cubrir los acontecimientos varió en su mayoría.  El interés por parte de los periodistas y el esfuerzo por obtener la exclusividad de la noticia de aquellos años fundacionales disminuyeron. La relación fuente-periodista y fuente-medio cada vez se vuelven más distantes.

Muchas de las experiencias y formas de hacer periodismo informativo de la etapa revolucionaria de los sesenta serían útiles para el presente, donde creatividad y profesionalidad se conjugarían en  la búsqueda de un periodismo de alta calidad.

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