Provocar emociones
En un mundo cada vez más interconectado se borran fronteras entre los géneros dramáticos, las ficciones trascienden la anécdota per se, pues su principal atractivo es narrar la vida de personajes complejos, provocadores.
Por esto no asombra que televidentes de generaciones seleccionaron “su” serie favorita en el canal Multivisión. Los medios audiovisuales adiestran en la comprensión de estructuras narrativas. Todas las actitudes y situaciones humanas tienen marcos convencionales en relatos disímiles, incluso algunos devienen espectáculos que enfrentan al destinatario consigo mismo.
En opinión de Manuel Castells, sociólogo y profesor español: “Lo que está cambiando no es el tipo de actividades en las que participa la humanidad sino su capacidad tecnológica de utilizar como fuerza productiva lo que distingue a nuestra especie como rareza biológica, su capacidad de procesar símbolos”.
No están ajenas a dicha problemática las puestas estadounidenses Friends y Mentes criminales, ambas juegan con las expectativas del destinatario mediante una estructura bien pensada a la cual adicionan historias de amor, conflictos intensos y el manejo de la incertidumbre, la anticipación o la curiosidad antes de llegar al desenlace del relato dramático.
Los guionistas son conscientes de que pausas, silencios, cambios de intensidad y proyecciones de las voces son recursos connotados. De igual modo, otros elementos no cognitivos del habla: gritos, suspiros, risas, inherentes a la comunicación humana sintetizan las respuestas emocionales de los personajes sin mediar palabra alguna.
La recurrencia hacia el flash-back —técnica que intercala en el desarrollo de la acción pasajes de un tiempo anterior— propicia el juego con la tensión del relato. Engaños, equívocos, mantienen una dinámica, la cual atrae a los públicos pendientes de la interrogante: ¿qué sucederá hoy?
Como todo audiovisual, las series cuentan dos historias: una explícita en hechos y circunstancias, otra oculta que revela soledades, riesgos, nostalgias, sentimientos universales.
Es preciso ver, analizar detenidamente el ser y el quehacer de algunos “héroes” presentados, al parecer, de manera inocente. Ellos no siempre son ejemplos y asumen la traición, el mal, igual que cualquier otro personaje implicado en la ficción.
De acuerdo con el primer actor Alden Knight: “La inteligencia lectora de los públicos es fundamental para comprender actitudes y conflictos de los otros. Nuestra televisión ha llevado símbolos valiosos a la pantalla. Contribuyen al conocimiento de la historia patria, de hombres y mujeres valiosos, aguerridos”.
En el siglo XXI, hay que pensar la televisión como un medio infiltrado por otros, así lo llama el ensayista mexicano García Canclini, pues ya se habla de postelevisión en tanto medio híbrido, mixtificador, pues logró subsumir al cine que ya no está confiado a la sala oscura, ahora la ubicuidad y la transterritorialidad de la tv posibilitan la difusión del arte cinematográfico mediante la computadora, a la cual se accede por propia decisión.
Nada nuevo bajo el sol aportan algunas series en pantalla, sus guionistas y directores dominan la dramaturgia, las convenciones establecidas desde hace siglos. Sin duda, la clave está en estudiar minuciosamente guiones y puestas capaces de motivar el acto de pensar indispensable en todos los tiempos.