29 de marzo de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

La fusión de Radio Rebelde*

A partir del 26 de marzo de 1984, esta devino emisora informativa, deportiva y musical, en este orden de prioridades, e impuso un nuevo estilo para la Radio Cubana
La fusión de Radio Rebelde*

La fusión de Radio Rebelde*

El 26 de marzo de 1984, a las 12 a.m., nacía la nueva Radio Rebelde, al producirse la unión de Radio Liberación con la antes referida emisora. Se estrenaba un “nuevo estilo”, como rezaba un eslogan. Se había designado como director al compañero Juan Hernández Díaz, quien hasta entonces había cumplido esa función en Radio Progreso. Se producía, a la vez, un enroque, ya que Juan Rivero Fuxá, hasta entonces director de Liberación, pasaba a Progreso, y Luis Más Martín, director de Rebelde, emisora que se fusionaba, se acogía a la jubilación. Durante muchos años, Más había ofrecido su experiencia de propagandista en el medio que logró casi lo imposible: dar clases de idioma ruso y ajedrez por radio.

Se realizaba la transición aquella noche de marzo, con un comentario de Juanito Hernández. Antes de él, se escuchó mi voz, diciendo: “Rebelde Laaabana”. Me había pedido que forzara una sinalefa, una juntura y enlazara las dos `a´ estiradas de La Habana, aunque estuviera contraindicado lingüísticamente. Nos tomábamos la licencia, y así lo hice en la frase entrecomillada arriba.

Antes se habían grabado con la orquesta del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), bajo la dirección de Rey Montesinos, algunos compases de La Bayamesa, de Céspedes y Fornaris. Resultó una sonorización de tono alto, en el que predominaban las trompetas, tímbricamente alegres, de mucha presencia y destaque, la cual, a la vez, me daba el tono adecuado para ponerle la voz; igualmente le sucedía a Ana Margarita Gil, la otra voz escogida para la identificación de la emisora. Todo el proceso de grabación y montaje lo realizó Ismael Rensoli.

Ana procedía de la anterior Radio Rebelde y yo, de Radio Liberación. A partir de aquella noche todo comenzó a cambiar en la Radio Cubana. Seríamos, desde de ese instante, indudables paradigmas. En mi caso, me convertía en doble protagonista de cambios en la Radio, aunque en épocas diferentes: con la salida al aire de Radio Cadena Agramonte, de Camagüey, el 9 de junio de 1957. Se producía un giro total de la radio monótona, de tono bajo y ritmo lento, imperante en la tierra agramontina, para dar un vuelco y desplazar inmediatamente, de los ámbitos de la popularidad, a todas las emisoras locales y nacionales. Aquella se convertía en la emisora más importante de la provincia, con dos transmisores, uno en el reparto Jayamá, de la ciudad de Camagüey, y el otro en la ciudad de Ciego de Ávila, enlazados por frecuencia modulada.

La identificación o señal de esta emisora, en la voz de su director, Raúl Alarcón Alejo, decía: “Desde la cuna del Bayardo y para toda la provincia transmite Radio Cadena Agramonte, las emisoras que cubren de Holguín a Santa Clara¨. Ya en la Revolución, cuando fue intervenida, la identificación pasó a la voz de Francisco López Escobedo y aún se mantiene. Hoy dice: “Desde la cuna del Mayor y para toda la provincia transmite Radio Cadena Agramonte”.

Volviendo a los inicios de esa emisora, a los pocos meses ya las encuestas o surveys, como decíamos entonces, demostraban que Cadena Agramonte era dinámica y novedosa, con un joven colectivo. Algo similar ocurrió años más tarde con la remozada Radio Rebelde al incorporar el eslogan: Rebelde, nuevo estilo, que se mantuvo solo 32 h. Nunca he sabido el porqué de la sustitución del nuevo estilo. Sin embargo, a pesar de su efímera vida, pegó rápido.

En honor a la verdad, con eslogan o sin él, la emisora salida de la fusión aquella noche acuñaba una nueva forma de hacer radio, que resultaba también novedosa y movía el sistema radial en Cuba, tras años de una factura arcaica, sin mucho destaque, dominada por la falta de dinamismo y creatividad en lo informativo, ya que, incluso, la mayoría de los noticieros se grababan y se había perdido la inmediatez, en definitiva, la mayor fortaleza del medio radial, el cual, desde el punto de vista formal había caído en la inercia.

Cuando las emisoras pasaron a manos del pueblo hubo un salto de calidad en el contenido radial; habían cambiado para bien. Se eliminaba el “palo” periodístico y la crónica roja, terminaban los anuncios comerciales, vicios y banalidades. Pero, la radio provincial, de la que más puedo opinar, se volvió “tecosa” y de compromisos. Los directores de las emisoras, en muchos casos políticamente confiables, no estaban preparados para dirigir esos medios, debieron aprender dándose golpes, como se dice, y aportándonos muchas amarguras a los que amábamos la profesión y nuestra emisora; manteníamos un alto sentido de pertenencia y sufríamos cada una de las medidas festinadas que se tomaban.

Era muy difícil aspirar a otra cosa, por aquello de que nadie nace sabiendo. Los que “sabían” hacer radio, hasta entonces capitalista, la gran mayoría abandonaba el país. Nos adentrábamos en otra manera de realizar la radio y la televisión, porque eran otros los intereses. Lamentablemente, los niveles adecuados de idoneidad cayeron al suelo. Se relajó no solo la calidad profesional, sino también la exigencia y, como consecuencia directa, el rigor y la disciplina. Por desgracia, al cabo de tantos años, aún perviven algunas de estas manifestaciones, a pesar de los esfuerzos institucionales para eliminarlos.

Radio Rebelde, nacida de la fusión, cambiaba en su totalidad la programación anterior de Liberación y la anterior Rebelde. Se inició un tanteo, buscando programas adecuados. Se había diseñado como emisora informativa, deportiva y musical, en este orden de prioridades. Por ello y debido a la cantidad de locutores que surgían de la unión, se crearon lo que se llamó las antenas: especie de revistas abiertas, en vivo, con tres locutores por turno. Me correspondió la emisión de la tarde, con Ana Margarita Gil y Frank Guevara, como acompañantes.

Poco a poco, todo se fue organizando. Algunos colegas pasaron a Radio Arte, empresa creada para la producción de los dramatizados que dejábamos de hacer; otros fueron destinados a Radio Progreso, a la que pasaron algunos programas de las emisoras fusionadas. En el necesario reordenamiento, otros locutores fueron a Radio Taíno, cuando se creó esta emisora o pasaron a la jubilación, en la medida que el tiempo avanzó. De igual manera sucedió con el resto del personal. No fue fácil esta readecuación.

En mi caso, Radio Rebelde me fue acercando al mundo de la información. En esta emisora he alcanzado los mayores reconocimientos profesionales. En general, he disfrutado porque se ha alimentado mi vocación, la que he defendido contra viento y marea, a pesar de los intentos por desviarme de la ruta. En todo el proceso resultó muy calificada, atinada y dinámica la actuación de Juan Hernández. Fue el diseñador de la renovada Radio Rebelde, un director muy hábil y creativo, con mucha experiencia en la radio.

Recuerdo la ocasión en que Hernández entró a la cabina de transmisión, notó que estaban bajos los niveles de modulación y que había dificultades con el llamado compresor instalado en la sala de conmutación. Este es un equipo que automáticamente nivela los sonidos y voces. Era necesario tener el oído aguzado para darse cuenta. Lo percibió en un instante y orientó resolver la deficiencia operacional; se enfrascó con el técnico en una rápida argumentación, sabía lo que pedía y el por qué. Al jefe no integral fácilmente le pueden “vender conejo por liebre”. También transitó por el quehacer televisivo. Además de locutor, fue un buen periodista.

En Rebelde, Hernández logró muy buenos resultados, supo arrimar los trabajadores a las acciones que proponía, sin que esto significara que nos consultara, cosa que solía hacer si resultaba necesario. Poseía la virtud del que sabe escuchar. Captaba con facilidad las ideas atinadas, que luego pulía y lanzaba, si les veía éxito. Y todos le seguíamos, convencidos de sus virtudes. Si no lo estábamos, argumentaba para lograrlo. Persuadía más que imponer. Sabía del estímulo de una palabra de reconocimiento, cuando salían bien las cosas, por sencillas que fueran. Cambió algunas costumbres de la radio anterior. Prohibió decir al aire: “¿me escuchas?”, por ejemplo, los saludos y felicitaciones casi normados en algunos espacios. Quería programas ligeros, amables con el oyente, pero serios en el tratamiento de los temas. La propaganda constituyó un pivote importante. De esto se amplía más adelante.

Algo muy común en este director fue su vínculo con los realizadores, el contacto directo, sin intermediarios, aunque sucediera en el pasillo. No dedicaba mucho tiempo a la silla de su oficina, todo lo contrario. No digo que su estilo de dirección fuera bueno o malo, demostraba que dirigir es un arte y él era un artista. Con estas palabras rindo homenaje a este destacado hombre-radio, lamentablemente ausente entre nosotros. En la dirección de Rebelde, a Juanito lo siguieron Pedro Rojas, Mario Robaina, Pedro Pablo Figueredo, Gerardo Calderín, Mabel Manso y ahora Frank Aguiar.

 

* Este texto forma parte de las memorias del autor incluidas en la edición ampliada y corregida del libro De Becerra a La Rampa, que próximamente publicará la Editorial En Vivo.

La fusión de Radio Rebelde*
Etapa de las llamadas Antenas, César Arredondo con Ana Margarita Gil y Frank Guevara, en la reciente fusión de Radio Liberación y Radio Rebelde.
Arredondo con Yamilé González y Marlon Marlon en el Noticiero Nacional de Radio.
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