28 de marzo de 2024

envivo

Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

Mensajes ¿para la vida?

La elaboración de un mensaje de bien público o de una campaña de prevención social pasa por varias etapas que, sin un aprovechamiento óptimo de cada paso, se convierten en laberínticos procesos.
Campaña de prevención social

Campaña de prevención social

La educación de los ciudadanos es uno de los objetivos prioritarios de la Televisión Cubana. Con ese fin, la programación diaria destina diferentes espacios a la transmisión de mensajes de bien público. Sin embargo, el discurso que debe formar a las nuevas generaciones o modificar parámetros errados, hoy dista mucho de cumplir su propósito.

Efímeras propuestas pasan ante los ojos de los receptores y muy pocos significados quedan anclados en sus mentes. Las oportunidades para enderezar torcidos comportamientos o concepciones acerca de la salud, educación, normas de convivencia social, más que llegar se alejan del televidente, quien pierde la esencia de esa breve transmisión en el empeño por descifrar señales equívocas.

La ausencia de algunos temas y el tratamiento incompleto de otros, roles escindidos por la falta de rigor artístico, la cuestionada calidad del producto hasta por los menos entendidos en el tema, unido al desbalance en el orden de prioridades que se ha establecido entre la propaganda y el resto de la programación,  dictan infelizmente la efectividad de una labor que busca (re)formar nuestra sociedad.

Laberínticos procesos

La elaboración de un mensaje de bien público o de una campaña de prevención social pasa por varias etapas que, sin un aprovechamiento óptimo de cada paso, se convierten en laberínticos procesos.

El Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), y dentro de él la División de Promoción y Mensajes, tiene como prioridades la comunicación política y de bien público, así como la promoción en el espacio televisivo, afirma el asesor René Roca Martí.

Como una primera fase de esa labor, explica a EN VIVO, se establece un importante nivel de jerarquización, donde se atienden las solicitudes de las entidades. Luego, a partir de sus necesidades, elaboran proyectos relacionados con esos temas y los someten a la aprobación de una comisión, que debe pasarlos al área de cambio para crear un equilibrio entre los mensajes de bien público y los spots.

Es precisamente en la selección de un orden de importancia donde comienzan a distorsionarse los caminos para persuadir al público. En ocasiones se viola la escala de valor prefijada por imposiciones que, si bien son necesarias, no deben ocupar -y lo hacen- un primer plano. Y es que la propaganda política en la búsqueda aceptable de una mayor participación ciudadana en los procesos de esa índole, muchas veces se “cuela” en un bloque de mensajes de bien público y, como señala Sara Gómez, especialista principal del departamento de Medios Audiovisuales, “se rompe el efecto”. Entonces, debiera evitarse que las concesiones, en vez de ventajas, se conviertan en lastres para la labor educativa del medio.

La cantidad no falta ¿y la calidad? La intención es válida pero no suficiente para convencer. Para ello se impone llegar al receptor con un mensaje esclarecedor que evite decodificaciones aberrantes, pues las alusiones indirectas al objetivo solo provocan desvíos de la atención.

Tal es el caso de las campañas destinadas a informar sobre los derechos de la niñez y el deber de respetarlos, que tienden a confundir quizás por la ambición de ofrecer demasiados detalles sobre una situación. Como resultado, algunas transmiten dos ideas diferentes que muchas veces el televidente deja pasar o recepciona con dificultad.

A veces, realizadores, editores o directores olvidan que un mensaje concreto y breve dice más que un derroche de colores y símbolos ambiguos que vacían de significado la propuesta. Asimismo, el público al que se dirigen no son los más pequeños, entonces parecen sobrar tantas explicaciones para persuadir a un adulto.

Cabe hacer un alto también en la lucha contra la propagación del mosquito Aedes aegypti y otros vectores, que tiende a desaparecer de los bloques de cambio (grupo de mensajes que se trasmite entre un programa y otro) y no siempre por causas justificadas. Mientras las autoridades sanitarias continúan la labor profiláctica, se pierde el apoyo en los medios de comunicación y la mayoría de los trabajos no regresan renovados, en consecuencia, la familia le resta importancia al problema. La máxima de que la insistencia evita la resistencia no es aplicable a todos los ejemplos y este es uno de ellos.

El esquema se repite en las campañas que buscan formar hábitos higiénicos. A pesar de una factura aceptable y un poco más variable, estas alertas sí deben hacer uso de la persistencia para cumplir su encomienda.

Igualmente, los jóvenes rockeros o seguidores de la tendencia freeke parecen ser los únicos consumidores de drogas cuando todo ser humano está expuesto a caer en el vicio. Así, los estereotipos (re) creados por los mensajes de bien público dejan de hacer tanto “bien” y provocan la marginalización de ese sector social, cuando es necesario advertir a todos. La música y la ropa que se escucha y usa no son indicadores para determinar la vulnerabilidad de una persona, sino las compañías desacertadas o la convivencia con una realidad que induce el peligro.

Las metas se pueden alcanzar, las nuevas campañas de prevención del VIH/SIDA, donde la aparición de reconocidas figuras de la televisión nacional para aconsejar al público ayuda al convencimiento, así lo demuestran. El efecto reside en el establecimiento de patrones de imitación, los cuales, sin dudas, inciden con mayor fuerza en el llamado a la reflexión.

Igualmente, aún sin personificar el mensaje, las alertas en torno a la protección del medio ambiente llevan implícito el dinamismo capaz de mantener sentado al televidente frente al hombrecillo animado que, cual Pepe grillo remuerde las conciencias, ante los consabidos daños que normalmente solemos ignorar. La posibilidad ha sido demostrada, solo falta que el querer empuje un poco más al poder.

Emisor, mensaje ¿receptor?

El proceso de realización de los mensajes de bien público y la promoción de eventos culturales y científicos sufre incontables -y hasta increíbles- alteraciones que lastran la calidad de las producciones. Las justificaciones sobran, pero escasea la voluntad institucional y de otros eslabones de la cadena, que se rompe por su lado más fino: el público.

En la búsqueda de respuestas, inesperados argumentos salen al paso ante la inquietud de esta reportera. Según Guiomar Venegas, asesora directora y guionista, “la política de programación no permite cambiar cantidad por calidad”; en su opinión, la premura del trabajo de las comisiones afecta el acabado del producto audiovisual.

Quizás por razones institucionales, o tal vez por descuido, ha quedado vacío uno de los enlaces más importantes en la trilogía emisor-mensaje-receptor. En consecuencia, la articulación de significados e información en un mensaje de bien público se convierte en un trabajo a medias donde, en el punto de partida, se omite uno de los elementos trascendentales: la opinión pública.

Es como crear a ciegas y, a pesar de que los especialistas reconocen la necesidad de acortar el abismo, la retroalimentación entre televidentes y la División de Promoción y Mensajes es hoy nula. René Roca confirma el estado crítico de ese canal comunicativo y critica el escaso intercambio de ideas del que adolece el medio: “desde hace años,  solo se crea un equipo de investigación para proyectos de alta prioridad”.

A ese criterio se suma Guiomar, quien recuerda con añoranza los tiempos en que el Centro de Investigaciones Sociales (CIS) hacía profundos estudios de recepción, a la vez que lamenta las dificultades actuales “para establecer un diapasón sobre las expectativas del público, determinar cambios y establecer nuevas líneas para escribir un guión”.

Ante la preocupación generalizada, Sara Vega, especialista principal de la división, explica que “El CIS no tiene el personal suficiente para atender a todos los departamentos” y afirma que “se quiere crear un mecanismo para estudiar el efecto del trabajo preventivo en la población”. No obstante, aún el deseo no trasciende al plano de los hechos y las consideraciones de los televidentes se pierden en la búsqueda de un eco que las haga trascender.

Apremiante guión, mala puesta en pantalla

En la interpretación y dirección de la propuesta los caminos se tuercen nuevamente. Aquellos trabajos que apuestan por la actuación también tienen una gran deuda con la familia cubana que espera mirarse en la pequeña pantalla. Un guión adecuado a la situación que se desea enmendar puede resquebrajarse fácilmente por una mala interpretación alejada de su idea esencial.

En ese sentido, Roca asiente en que “el elemento clave es el director como encargado de llevar a la acción un spot entendido como ejercicio de síntesis, donde el creativo debe ser capaz en tiempo inferior a los 30 segundos de hacer una declaración audiovisual para despertar un cambio de comportamiento o ideología respecto a un tema determinado. Eso necesita tener la habilidad de concebir una micro-historia donde un segundo es vital y, si el creativo no tiene las suficientes herramientas para hacerlo, el trabajo no queda bien”.

Este asesor apunta a la dirección de actores como uno de los puntos débiles de esa secuencia, donde falsas o insuficientes dramatizaciones fragilizan la recepción del mensaje, del que solo queda entonces un mal recuerdo.

Una burlada etapa de casting pudiera ser la clave del declive en la calidad artística del producto, como también la deficiente conducción de las personificaciones, sobre todo, en los principiantes que, aunque sea una breve aparición en pantalla, deben recibir ayuda.

Sin embargo, esta moneda tiene dos caras oscuras, pues la experiencia actoral pudiera contribuir a enriquecer esa fase de producción; pero en estos momentos esa no es una posibilidad cercana y se debe, comenta Sara Vega, al poco presupuesto para pagar a los actores. Entonces, es un imperativo pensar en mejores condiciones de trabajo, como también significaría mucho más hacer un llamado a la conciencia de quienes no se han sumado a las conocidas figuras de nuestros medios, que han cedido parte de su tiempo para hacer más útil nuestra televisión.

En este punto sale a relucir otra de las tensiones que atentan contra la buena factura de los mensajes de bien público: la falta de estímulo se extiende a los realizadores y demás integrantes del equipo de producción, a lo que se unen las escasas condiciones técnicas que enfrenta ese departamento del ICRT. Guiomar Venegas encuentra en la falta de recursos el principal límite para la realización, lo cual no puede ser pretexto para obviar otras barreras.

Luego, una vez que la propuesta –amén de su factura- llega al grupo de cambio para ser colocada entre los diferentes programas televisivos, choca con una realidad contrastante con la necesidad de formar valores, prevenir adicciones o enfermedades.

Las modificaciones en la programación han dejado casi fuera los mensajes de bien público, y los obliga cada día con más fuerza a esperar,  engavetados, sus reducidas oportunidades para salir en pantalla.

Naida Montes, especialista principal del Grupo de Cambio precisa que emisiones como Este día, o la cartelera nocturna “han afectado los horarios de cambio, por ejemplo los de Tele Rebelde dedicados a los niños, que de tres espacios de cambio que existían se redujo a uno a las 6 y 57 de la tarde”. Los detalles explican la desaparición de los bloques de tema social de los horarios estelares, y así lo confirma Naida, quien lamenta que “los hayan sustituido por cápsulas de tres minutos, en su mayoría dedicadas a la historia de Cuba, y es bueno recordar, pero ¿y el presente?”

Por otra parte, la especialista critica que la inexistencia de otros grupos de cambio en el país impide el desarrollo pleno de ese tipo de programación formadora o preventiva en los telecentros, donde solo se aprecian tímidas iniciativas.

En cuanto a los spots destinados a la promoción cultural, enfatiza en su progresiva “habanización”, pues “la población de todo el país solo ve el anuncio de los acontecimientos que van a ocurrir en la capital y que no tienen relación con el quehacer artístico de sus territorios”, motivo de quejas constantes de los televidentes.

Intermedios renovados

Poner más empeño a la realización es solo un parte de la solución si de reinventar el diálogo entre medios y sociedad se trata. La voluntad institucional también cuenta cuando zurcir la realidad audiovisual ya no es suficiente ante tantos vacíos que escinden una intencionalidad reformadora. Se impone (re)construir significados, y entre ellos el que representa un mensaje de bien público, relegado a un plano ínfimo por su breve presencia en la programación televisiva.

Quizás ese sea un punto clave para revertir juicios erróneos y elevar la “autoestima” de la División de Promoción y Mensajes dañada, comenta René Roca, por “la subvaloración de nuestro trabajo, muchas veces por desconocimiento de su función e impacto”. Y considera: “si pudieran acercarse más y conocer las dinámicas de realización esa situación cambiaría”.

El esfuerzo del país en ese campo ha quedado pequeño ante la vorágine internacional, pronta a devorar nuestras ya añejas herramientas. En ese sentido, Roca reconoce que urge en esa área “la modernización de sus propuestas a fin de incrementar su valor”.

Los proyectos para el 2011desbordan el papel. Los símbolos patrios, información jurídica, conocimiento sobre figuras históricas más allá de los tradicionalismos, cuidado de la flora y la fauna, agroecología, calentamiento global, figuran en el plan interminable. Resta ahora una materialización eficiente de esas ideas, donde los esquematismos no ensombrezcan el intercambio inteligente entre emisor y receptor, y el entusiasmo por revertir los equívocos contagie a todos los niveles.

Cada cubano aguardará el cambio y agradecerá un discurso que escape a los absolutismos, niegue prejuicios o marginalizaciones, llegue a la hora y con el tema indicado. Hagamos de esos bloques de cambio una guía para la vida, y no una oportunidad de crítica para el televidente. Recordemos que se trabaja por el bien del público que merece durante la espera entre un programa y otro un intermedio renovado.

error
fb-share-icon

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

siete + nueve =