26 de abril de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

Radios y públicos populares en la encrucijada identitaria

La radio, medio cuyo objeto de estudio está indisolublemente asociado a los orígenes de la investigación de la comunicación masiva “ha tenido en nuestro continente una azarosa y pobre vida en tanto objeto de conocimiento.”[1]
comunicación masiva

Comunicación masiva

Las preocupaciones por entender los procesos identitarios culturales y los medios masivos de comunicación, nos encauzaron a seleccionar los radios como lugar estratégico desde el cual abordar la problemática. 

La estudiosa argentina María Cristina Mata aclara esa marca identitaria en la construcción de la radio en nuestra América al abordar que:

1) Por un lado, el aparato productivo de las radios no resultaba significativo dentro de los complejos tecnológicos y financieros que sustentaban las industrias culturales y sus relaciones con el poder político y militar. La remodelación informática de las sociedades capitalistas centrales y aún la de los países dependientes, involucran principalmente ciertas áreas de las telecomunicaciones y los sistemas de almacenamiento, procesamiento y distribución de la información. La radio queda un tanto al margen de esos procesos y, en consecuencia, no resulta un campo estratégico para el dominio o el control informativo-como pueden serlo las agencias y bancos de datos para las imposiciones culturales, reservadas o las compañías productoras de filmes, historietas, productos educativos y audiovisuales y, por cierto, a los satélites desde los cuales se pueden invadir con facilidad los diferentes espacios nacionales.

2) Por otro lado, los mensajes radiofónicos tampoco constituyeron un espacio clave para la indagación de carácter ideologista, cuya finalidad era desmontar los mecanismos de dominación, las múltiples maneras de encubrir y falsificar la realidad, de manipular la conciencia de los receptores.

  1. La fugacidad del lenguaje oral y los códigos sonoros no permitían a la radio similares posibilidades que las atribuidas a los medios gráficos por una fuerte estructuración de los discursos.
  2. Por otro lado, la radio estaba siendo desplazada por la televisión como medio central de entretenimiento. Además la televisión era el canal principal para la entrada masiva y permanente de productos exógenos que colonizaban la mente de los receptores.[2]

Pero desde la década de los ochenta, estas concepciones experimentan cambios en los paradigmas interpretativos. Especial fueron para la revolución en la mirada, los trabajos de Paulina Gutiérrez y Guiselle Munizaga en Chile[3] y de Rosa María Alfaro en Perú.[4] Más allá de las especificaciones de cada investigación, lo que abordan en común es la comprensión de los medios masivos como espacios desde los cuales se construyen las interpretaciones sociales hegemónicas y de debate por el consenso. Pero además el consumo de la radio al ser masivo, tiene una vital resonancia en los sectores populares, lo cuales moldean sus gustos, preferencias y sus modos de vivir y de expresarse. Es decir se comenzaron los estudios a partir de los análisis de como la cultura popular se va construyendo identitariamente, encontrando y elaborando referentes para participar en el escenario político y social.

A la luz de la contemporaneidad, los lineamientos metodológicos de  la radio y sus públicos populares están abocados a:

  1. Determinar y analizar los modelos comunicativo-culturales propuestos a los públicos masivos nacionales a través de las emisoras radiales provinciales y municipales y sus horas de emisión.
  2. Determinar el grado y la modalidad de articulación de dichos modelos con otras formas de cultura de masas.
  3. Analizar las dinámicas que se producen entre dichos modelos y las prácticas comunicativas e identitarias culturales de los sectores populares urbanos y rurales.

Estos lineamientos deben descansar a mi juicio en objetos de estudio como:

  1. Las estructuras y condiciones de la programación radiofónica: En este referente se caracterizarían los tipos de mensajes que integran las programaciones en función de las temáticas tratadas y los formatos y géneros utilizados. La ubicación temporal y secuencial de dichos mensajes y sus interrelaciones. Así como reconstruir los fundamentos sobre los cuales se asienta esa configuración programática: las ideas acerca del papel de la radio y de sus destinatarios, la naturaleza técnica del medio, la incidencia de los factores económicos-legales que regulan su existencia.
  2. Los discursos radiofónicos: Desde este imaginario se presentan los espacios y las temporalidades que median su recepción. Las operaciones discursivas por las que  los enunciadores interpelan a sus destinatarios, es decir los modos en que ellos son nombrados. El tipo de interacción prefigurada de esos discursos. La construcción de la cotidianidad por la continuidad diaria de la radio y su personalización sonora desde el espacio doméstico como articulador de lo cotidiano.
  3. Los procesos de recepción radiofónica: Es decir, cómo se insertan en las estrategias discursivas de los radios de audiencia popular que nos dinamizan identitariamente al comprender las formas de sociabilidad de los públicos, los lazos históricos y afectivos que podríamos llamar tradicionales; cómo se refuerza lo particular y lo propio; cómo se le da cabida a las demandas populares, a los modos de ser y a la cotidianidad de los receptores.

El caso cubano radial: un espacio de polémica identitaria cultural.

Cuba fue una de las primeras en América Latina en desplegar la radio y la televisión, pues desde 1922 y auspiciada por la Internacional Telephone and Telegraph (ITT) en el archipiélago cubano se instaló la primera planta radial.
La primera emisora que transmitió en Cuba fue la 2LC de Luis Casas Romero, el 22 de Agosto de 1922. El 10 de Octubre de 1922, la primera transmisión de la PWX, es considerada oficialmente como el inicio de la radiodifusión, momento en el cual se transmitió -en español y en inglés- un discurso inaugural del entonces Presidente de la República  Alfredo Zayas.
Desde el inicio de la radiodifusión hasta la década de los años 30, la radio mantuvo una programación basada fundamentalmente en la información y el entretenimiento, para los años 50, salvo contadas excepciones, tanto los servicios de radio como de la televisión pertenecían a las clases hegemónicas poseedoras del poder político, que los utilizaban para imponer patrones ideológicos y culturales convenientes para sus fines e intereses.[5]

Pero paradójicamente en ese ambiente de la República se potencia el debate de la opinión pública, de ahí que en la controversia que moderara el politólogo cubano Rafael Hernández  sobre la “La radio como espacio de debate” en la revista Temas, el periodista de Juventud Rebelde, Luis Sexto apuntara:

Históricamente, la radio ha servido como un vehículo de primer orden por el debate de las ideas y la expresión de la opinión pública […] En esos años, Jorge Mañach crea La Universidad del aire. Cuando uno escucha el primer programa, se percata de cómo aquellos intelectuales defensores del progreso-y para mí Jorge Mañach lo era- advirtieron todas las posibilidades que la radio podía ofrecer. Si pudiéramos hablar de una antología del ejercicio de la opinión en la radio, podríamos recordar, por las referencias históricas, a Guido García Inclán en la emisora COCO, que desde su editorial de El periódico del aire influía notablemente en la opinión, sobre todo de la capital. La hora de José Pardo Llada, en el periódico La Palabra, muy célebre en los años 50 e incluso en los primeros dos años de la Revolución, cuando ya yo lo escuchaba, era un espacio sumamente atractivo, no solo por lo que Pardo Llada podía decir, sino por la forma en que lo hacía. Podríamos recordar, quizás, el ejercicio que hizo el juez Waldo Medina con sus campañas movilizadoras anti-corrupción; a Eduardo Chibás, con su hora de la Ortodoxia en el circuito CMQ. La radio ha sido el vehículo fundamental para la expresión de la opinión en este país, al menos en los primeros treinta años después de su creación. A pesar del papel informativo del circuito CMQ, del programa Ante la prensa fundado por Mañach, la televisión nunca ha podido superar a la radio en este papel de vocero de la opinión, del ejercicio del debate en nuestro país. Sigo pensando que hoy es el vehículo más importante en Cuba, más aún que el periódico y la televisión, aunque esté en una situación subordinada.[6]

El 24 de febrero de 1958, sale al aire desde la Sierra Maestra, en las montañas del Oriente cubano, Radio Rebelde, emisora de la Revolución fundada por Ernesto Che Guevara, y con ella comienza una nueva etapa en la historia de la radiodifusión en Cuba. A finales de 1959 había en el país 156 repetidoras radiales.
Con el triunfo de la Revolución en 1959, se producen cambios en la radio por la aplicación de las leyes revolucionarias, el sector se divide: de un lado los propietarios de los grandes monopolios que se enfrentan a la Revolución, del otro los pequeños radioemisores. Estos últimos se unen e integran una organización denominada Frente Independiente de Emisoras Libres (FIEL). El FIEL, que apoya el proceso revolucionario fue reconocido como órgano rector de la radio y la televisión cubanas. El 16 de noviembre de 1960, este organismo entrega a la Revolución sus instalaciones y la operación de las mismas. La atención estatal se asigna a una Oficina de Radiodifusión, anexa al Ministro de Comunicaciones y que es atendida por la Dirección Política del país. El 1ro. de Mayo de 1961 salió al aire la emisora Internacional Radio Habana Cuba.
Después del triunfo revolucionario se trabajó para que la señal de radio pudiera ser captada en todo el territorio nacional y que esta estuviera al servicio del desarrollo socioeconómico, con una red de emisoras nacionales, provinciales, municipales y locales que integran el Subsistema de la Radio Cubana. El 24 de mayo de 1962, mediante la Ley 1030 del Consejo de Ministros de Cuba, se crea el Instituto Cubano de Radiodifusión, con el objetivo de difundir y orientar las emisiones de la radio y televisión para todo el territorio nacional. En 1975 el nombre sufre un cambio y pasa a denominarse Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), con las mismas atribuciones. Desde su creación el ICRT, tiene como Misión ofrecer una programación radial y televisiva, portadora de la vigorización constante de la identidad cultural de la nación y de todos sus ciudadanos.

En los estudios sistemáticos acomete el Centro de Investigaciones Sociales del ICRT, es enriquecedor ilustrar algunos de los resultados de la investigadora Marcia Vera Mellado que esbozan las principales tendencias de la Radio Nacional entre 1987 hasta el 2008, de lo cual la autora esbozó:

La emisora más utilizada por la población de lunes a viernes es Radio Progreso, seguida por Radio Rebelde y Radio Reloj. Radio Progreso es utilizada fundamentalmente por el público femenino. De manera general el público femenino hace más uso de la radio que el masculino. Excepto Radio Taíno, y el resto de las emisoras nacionales son más utilizadas por personas mayores. Radio Rebelde reporta un uso similar por personas menores y mayores de 30 años, la diferencia es mínima. El uso de las emisoras nacionales decae sustancialmente el fin de semana. Se observa que entre el sábado y el domingo, es el domingo quien reporta mayor audiencia. Excepto Radio Rebelde que el comportamiento es a la inversa. El sábado reporta mayor audiencia en personas mayores de 30 años, excepto Radio Taíno que es más escuchada por personas mayores de 30 años. El domingo es Radio Taíno y Radio Rebelde hacen más uso de las emisoras los públicos menores de 30 años. De lunes a viernes la emisora líder es Radio Progreso con un comportamiento equilibrado entre los grupos de edades mayores y menores de 30 años, aunque la balanza se incline ligeramente hacia los mayores de 30 años. En la mañana (5.00 am a 12 pm) la emisora más escuchada es Radio Progreso con once programas reportando audiencia. La Programación más escuchada en la mañana es Haciendo Radio, de Rebelde. Radio Taíno tiene su audiencia de la mañana en tres programas.[7]

Esta investigación de la licenciada Marcia Vera Mellado, a mi juicio, nos proporciona elementos significativos para establecer los dos campos de mediación que básicamente activan los procesos de producción y reproducción radiofónica. Uno es el terreno de la cotidianidad individual: espacio hecho de trabajo y descanso, de horarios y rutinas, de roles asignados por las tradiciones y las condiciones materiales de existencia, de deberes y deseos. Otro es el terreno de las relaciones sociales ampliadas. Un terreno constituido por instancias colectivas (organizaciones e instituciones varias), en el cual se inscriben tanto los individuos como las propias radios. Desde esa doble mediación, las radios de Cuba que gozan de mayor preferencia en la población, constituyen sus públicos al configurar discursivamente unos destinatarios a quienes atribuyen modos de ser y vivir, modos de interactuar, que funcionan a la manera de propuestas identitarias, como lentes de reconocimiento. Por otro lado, al constituir a sus públicos, las radios se constituyen a sí mismas y se inscriben activamente en la cotidianidad de los individuos y en la escena social.

Sin embargo todavía se requieren de hilos estratégicos para que la radio explicite su incidencia en el debate popular, de ahí que coincido con el Dr. Mario Masvidal, el cual ha apuntado:

La radio es un lugar privilegiado, que tiene más debate que la televisión y otros medios, pero se trata de un debate institucional. La opinión pública no suele tener voz en la radio cubana hoy. Esta se limita a ser receptora de la opinión de las personalidades que discursan verticalmente hacia ella, de manera que no hay radio verdaderamente participativa. En tantos años de Revolución, no hemos desarrollado una radio comunitaria, donde sea la comunidad quien decida qué se oye, se ve, o se discute; es como si estuviera divorciada de nuestra política. No se trata de preguntarle a la gente que quiere escuchar, sino que ellos participen en la programación, de las decisiones editoriales. No estoy diciendo que hay que quitar los programas institucionales o las radios estatales, sino hacerlas menos verticales, horizontarlas más, buscar otras simetrías en las relaciones de debate, para mover ideas.[8]

Esta aproximación a las variables identitarias de la radio en el entramado latinoamericano y cubano nos permiten analizar de manera tangible las coordenadas de un universo diverso y complejo  que aclama y aclamará por la recomposición de estrategias discursivas que transiten de la sociedad de la información a la sociedad del conocimiento, donde la radio es un espacio articulador vital gracias a lo polémico y diverso de su tejido simbólico construido y deconstruido desde la interacción más estrecha con los públicos .

Referencias Bibliográficas:

[1] María Cristina Mata: “Radios y públicos populares”, en revista Diálogos, n. 19, enero de 1988, p. 59.Véase además la integralidad del artículo que se esboza aquí, en: Irina Pacheco Valera: “Travesías mediáticas de la construcción identitaria cultural latinoamericana y cubana.”. (ensayo inédito).

[2] María Cristina Mata: Ob. cit., pp. 59-60.

[3] Paulina Gutiérrez y Guiselle Munizaga: Radio y cultura popular de masas, CENECA, Santiago de Chile, 1983. Guiselle Munizaga: “La prensa y la radio regional. Problemas actuales y desafíos futuros”, en revista Diálogos, n. 24, junio de 1989. Véase citado por María Cristina Mata: “Radios y públicos populares”, en revista Diálogos, n. 19, enero de 1988, p. 60.

[4] Rosa María Alfaro: “Modelos radiales y procesos de popularización en la radio limeña”, en revista Contratexto, n. 1, Lima, 1985. Véase citado por María Cristina Mata: “Radios y públicos populares”, en revista Diálogos, n. 19, enero de 1988, p. 60.

[5] Véase: Oscar Luis López: La radio en Cuba, Editorial Letras Cubanas, 1981.

[6] Controversia: Rafael Hernández, Ilse Bulit, María Caridad Duranza, Luis Sexto y Guiselle Vázquez Gil: “La radio como espacio de debate”, en revista Temas, n. 54, abril-junio de 2008, pp. 84-85.

[7] Marcia Vera Collado: “La Radio Cubana, sonido para ver” en Informe de Investigación presentado en el Evento Teórico del Centro de Investigaciones Sociales ICRT, 2008.

[8] Controversia: Rafael Hernández, Ilse Bulit, María Caridad Duranza, Luis Sexto y Guiselle Vázquez Gil: “La radio como espacio de debate”, en revista Temas, n. 54, abril-junio de 2008, pp. 84-85.

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