19 de abril de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

Una voz de amistad recorre el mundo

Ningún homenaje o agradecimiento es suficiente cuando se empeña tanto esfuerzo por hablarle al mundo. La valentía de contar verdades sin ocultar detalles que la desacrediten, merece mucho más que eso, amerita la reverencia de todos los oídos dispuestos a escuchar la historia bien contada.

Radio Habana Cuba

La voz de Cuba en todos los rincones del planeta cumplirá próximamente medio siglo de existencia. Una vez más, madurez y experiencia se unen para mostrar una profesionalidad, basada en una ética singular en medio de la batalla por legitimar nuestros medios de comunicación.

Radio Habana Cuba ya es cincuentenaria y se vanagloria de estar entre las preferidas de las emisoras de onda corta a nivel internacional. Durante todo ese tiempo, el sonido certero de sus transmisiones salvando distancias susurra bien de cerca nuestra verdadera realidad a quienes se interesan en conocerla. Toda una isla, sin barreras de idioma o nivel cultural, llega a los radioescuchas, como una mano amiga extendida siempre para iluminar caminos.

El comienzo de una historia

El 24 de febrero de 1958 comienza sus transmisiones Radio Rebelde, voz pionera entre los medios de comunicación revolucionarios, para dar a conocer los acontecimientos de la lucha en la sierra y la ciudad. La iniciativa del Che sacó a la luz, por primera vez, la nueva voz de Cuba.

Poco tiempo después nacía 1959 y a su par, la Revolución Cubana emprendía su camino ante los ojos de un mundo expectante y ansioso por conocer los detalles de sus pasos. Pero como todos los comienzos generan cuestionamientos, a la vez que esperanzas y sueños, este no fue diferente.

Mientras se iniciaban las transformaciones en todo los ámbitos nacionales, lo hacían también las especulaciones de numerosos medios de prensa extranjeros sobre esta realidad que escapaba al otrora dominante poder norteamericano.

Mediante descripciones y afirmaciones que convencían a muchos, fueron lanzadas al gobierno revolucionario en ciernes acusaciones de asesinatos y torturas, ante lo que no fue más que el enjuiciamiento de los antiguos soldados al servicio de Fulgencio Batista. Empezaba así, el ejercicio de decir solo una parte de la verdad sobre la Isla. Hacían su entrada, entonces, al diario quehacer del recién estrenado orden político, social y económico las campañas mediáticas que llegarían para quedarse, pero no en terreno amigo.

El precedente estaba creado y la solución no se hizo esperar. La Operación Verdad, proclamada por Fidel Castro, constituyó el primer paso de una fructífera carrera en el empeño de exponer autónomamente nuestra realidad.

Desde ese momento, recuerda Ignacio Canel, fundador de Radio Habana Cuba, comenzó a manejarse la idea de crear un nuevo medio de difusión, en principio semejante a Radio Rebelde. El antecedente era suficiente y el objetivo inequívoco: llevar al mundo la verdad sobre la Isla.

Una tarea de esa envergadura no era fácil de realizar, recuerda el periodista, “porque en aquel primer gobierno no todo el mundo era revolucionario y el socialismo no se construye en dos días”. Aún en los primeros tiempos de Revolución perduraron varios de los medios de prensa republicanos, a pesar de la intervención gubernamental de algunos de ellos y la creación de otros que representaron la nueva ideología. Por tanto, la lucha no solo concernía a las informaciones extranjeras, sino también al remanente interno al servicio de esos mismos intereses. No obstante, el proyecto que encabezaría esa batalla rápidamente ganó adeptos y entre ellos, Fidel,  Raúl y el Che, líderes del recién emprendido proceso.

Casi de inmediato, de acuerdo a las posibilidades, se empezó a trabajar en la construcción de la emisora y la compra de la tecnología, como transmisores de onda corta, valorados aproximadamente en medio millón de dólares.

Rememora Ignacio Canel que en el país, aunque se contaba con plantas como la COCO y la CMQ “no había una tradición de transmisiones en onda corta, solo existían algunas emisoras pero con equipamiento de poco alcance y la fundación de un nuevo espacio generador de informaciones pretendía que la voz de Cuba no se escuchara solo en América, sino en Europa, Asia y África”. Tal objetivo es resumido por Pedro Martínez Pires, actual subdirector general de política editorial, como la creación de un puente de solidaridad entre los pueblos.

Finalmente, el 24 de febrero de 1961 se hizo la primera transmisión de lo que entonces se llamó la Onda Corta Experimental de Cuba, hecho que fue anunciado oficialmente por Fidel en la despedida de duelo de las víctimas del bombardeo de playa Girón, el 16 de abril de ese mismo año. Pero no fue hasta la celebración del Día de los Trabajadores, el primero de mayo que se dio a conocer la nueva emisora como Radio Habana Cuba, en un acto celebrado en la entonces Plaza Cívica, hoy de la Revolución. Nuestra actualidad informativa más veraz puso límite a los incrédulos para marcar así el comienzo de una historia.

Cuba en el dial: sonido para ver

Desde el primer día la decisión de eliminar barreras para no dejar escapar oídos de ninguna latitud quedó clara, al iniciar sus transmisiones en cuatro idiomas: español, inglés, francés y portugués.

Martínez Pires, periodista de la emisora desde hace 37 años, reveló que en ese entonces, y durante un tiempo prolongado, todos los programas eran grabados, incluso los noticieros, particularidad que la alejaba mucho del principio periodístico de la inmediatez, aunque sin perjudicar la comprobada objetividad. Ante tal condición se impone la interrogante de primerizos y veteranos en el oficio: ¿qué criterio justificaba tal práctica? “Era una política del medio”, responde Pires. La presión ejercida esencialmente por el hecho de que la emisora se escuchara no solo en todo el mundo, sino también en Estados Unidos, exigía un meticuloso cuidado del lenguaje y la redacción, a fin de evitar malinterpretaciones o la búsqueda de ideas subliminales en cada mensaje.

La producción no solo se limitó a los informativos, abarcó también todos los géneros periodísticos y se diversificó en múltiples espacios. Hurgando a la memoria, Ignacio Canel, en aquellos momentos un muchacho de 19 años, comenta que “se hacían noticieros durante las horas en punta, las medias horas y además se crearon programas especializados”. Una revista radial sobre cultura general, un espacio dedicado a la filatelia, otro llamado Voces de la Revolución, donde se transmitían fragmentos de discursos de Fidel y otros dirigentes, y el programa Cuba Campesina, encargado de divulgar una parte de nuestra música tradicional, se pueden contar también como fundadores de ese pedacito de esta tierra que anda por todos los senderos, antes ocultos, reclamando atención.

Siempre hubo lugar para todos. Los aficionados a la radio, denominados diexistas, igualmente tuvieron y cuentan hoy con un punto de encuentro. También, sin perder la perspectiva de la información como centro fundamental de la producción periodística, se hizo lugar a la ciencia y la tecnología dentro de la programación, así como otros temas de interés y sabida aceptación.

Cuando se pide hacer un balance sobre la trayectoria de Radio Habana Cuba, inmediatamente, sale a relucir en cada opinión su protagonismo en el desarrollo cultural del continente americano. Además de los elementos ya mencionados, la sola colaboración de personalidades como Alejo Carpentier o el poeta salvadoreño Roque Dalton ameritan el reconocimiento.

La búsqueda de un lugar digno para la cultura identitaria de cada región devino en importante tarea. En el empeño de convertirse en escenario de los menos escuchados, trabajadores y oyentes reconocen un gran mérito. En ese empeño, Canciones de los pueblos fue el espacio que ofreció la exclusividad a músicos desconocidos de Latinoamérica como el grupo Los Parra de Chile, Atahualpa Yupanki, Carlos Puebla, entre otros.

La labor conjunta con la Casa de las Américas y su creadora Haydée Santamaría, sale a relucir cuando se habla del tema. Muchos fueron los artistas que tuvieron las ondas de Radio Habana… como disquera, para reproducir una melodía considerada tabú por la política y menospreciada por los “grandes eventos”: la canción protesta. Incluso autores norteamericanos como Bárbara Dane estuvieron entre los preferidos, junto a los iniciadores de la vieja trova cubana, difícil de obviar cuando se hace la historia de nuestros pueblos.

Igualmente existe otra sencilla razón por la que Radio Habana Cuba se distingue entre políticos, artistas, intelectuales y oyentes de toda clase: su calendario de bolsillo. Una forma de tener el tiempo de su lado y contar cada día de una manera especial. Es cierto, pues más que una simple sucesión de meses, ese almanaque ha devenido en pequeña obra de arte y un modesto culto a la historia de los pueblos. Así, cada año trae impreso un lienzo o la imagen de algún líder independentista para rememorar aniversarios o grandes momentos de nuestra América. Es, en resumen, como le define Martínez Pires, su más orgulloso promotor, “una forma de abonar la memoria histórica de los hombres”.

Pero no solo destaca en cincuenta años de transmisiones la contribución al enriquecimiento artístico de la radio y sus receptores. El rol de combatiente activo como un luchador más es la definición que le queda justa a la labor política de la emisora.

Canel respira profundo al hablar sobre el tema, como cuando se va a contar algo trascendental, y recuerda cómo ante los disímiles golpes de estado ocurridos en casi toda América Latina, la denuncia de  Radio Habana Cuba estuvo entre las primeras y más escuchadas, sin temor a represalias o censuras dictatoriales. La intervención norteamericana en Santo Domingo, la invasión a Granada, el golpe de estado en Chile y la muerte de Salvador Allende, fueron momentos en que nada pudo detener la palabra certera para juzgar al culpable.

Los ejemplos sobran cuando se trata de poner voz a los silencios políticos de todas las latitudes. “Durante los diez años que duró la guerra en Viet Nam -cuenta Canel- Radio Habana Cuba tuvo un programa especial que lo hacían los propios vietnamitas para que el pueblo norteamericano conociera lo que estaba sucediendo en los campos de batalla, como también en la guerra de Angola se mantuvo informada a la población sobre lo que sucedía allí, pues eran muchos los cubanos implicados en el conflicto”.

Además de su habitual apoyo a las buenas causas, su disposición combativa provocó la persecución de sus oyentes por los distintos dictadores. Incluso, revela Martínez Pires que “una reconocida figura como Rockeffeller, expresó en una ocasión que Radio Habana Cuba era una gran opositora para la política norteamericana”. Así de ineludible se volvió esta emisora: para los amigos por la incondicionalidad y para los enemigos por la decisión irrevocable de hacerles frente.

Agradecidos se mostraron nuestros entrevistados al recordar cómo en los tiempos difíciles en que el derrumbe del campo socialista arrastró consigo una debacle económica nacional, la reciprocidad de los fieles oyentes evitó la desaparición de la emisora. Fue una respuesta solidaria que se materializó en cintas, casetes, papel, grabadoras y música de todos los lugares.

Medio siglo después: esta es Radio Habana Cuba

Hoy, la emisora es la confianza informativa de centenares de oyentes en todo el mundo. Su sintonía constituye obligada referencia cuando de actualidad objetiva y fidedigna se trata.

Canel, uno de sus más consagrados periodistas, nos pone al tanto de su quehacer. “Mantenemos una programación con tres grandes revistas informativas que se realizan en vivo: Despertar con Cuba en la mañana, la Revista Iberoamericana de la tarde y otra en la noche”. Pero el número de noticias nunca es suficiente si se tiene un verdadero objetivo que defender. Por esa razón, a raíz del golpe de estado ocurrido en Honduras en 2009, la emisora comenzó a transmitir el espacio Nuestra América en el horario del mediodía, durante dos horas e igualmente, se mantienen algunos de los programas fundadores como el dedicado a los diexistas, a los filatelistas y a la ciencia y tecnología.

Asimismo, cuentan con más de una vía para obtener las noticias, entre ellas los corresponsales en varios países, una sala de monitoreo del satélite, donde se rastrean las principales emisoras del mundo, e igualmente emplean los servicios de todas las agencias de prensa internacionales.

Entonces, no caben dudas de que un cambio radical en la dinámica de trabajo marca la diferencia entre el periodismo de los primeros años y el que se hace hoy en Radio Habana Cuba. El estatismo informativo que pudiera crear una programación grabada fue sustituido por micrófonos constantemente abiertos y a disposición de la novedad.

Fue entre 1985 y 1986, bajo al dirección de Pedro Rojas que la emisora varió su rutina productiva por un quehacer “más agitado”, al confiar en su colectivo y arriesgarse a no perder el tiempo, para ganar confiabilidad y agudeza. Durante esos años, relata Martínez Pires, “comenzó a revolucionarse la radio en el país gracias a la iniciativa de Jorge Ibarra, más conocido como el uruguayo, quien impuso un nuevo estilo en el medio e hizo énfasis en una crítica más aguda e inteligente, que influyó en nosotros de manera determinante.

“A partir de ese momento los noticieros y boletines empezaron a hacerse en vivo. La técnica también cambió al crearse el departamento de reporteros, antes inexistente, porque las noticias no se cubrían directamente y surgió, además, para el trabajo con los corresponsales en el extranjero, la sala internacional”.

De esa forma comenzó una nueva etapa que aún marca el proceso productivo de este medio. Sin embargo, para Julio Pérez Muñoz, redactor de la emisora desde 1972, luego de tanto tiempo, la concepción del  periodismo no ha cambiado, solo se ha agilizado gracias a las nuevas tecnologías. “Las redes sociales, el Internet, la digitalización del sonido, han hecho la comunicación más rápida”, comenta. A esta concepción Pires añade que la distancia entre los distintos medios se acorta y pone un ejemplo: “con la existencia de una página web dentro de la propia emisora puede hacerse un periodismo variado”.

Y es que la misión de informar a un público -ávido ejercicio que no conoce demoras, principalmente en la radio, cuyo mensaje es efímero pero a la vez capaz de perpetuar sólidos puntos de vista-, demanda una gestión constante del conocimiento que la modernidad se ha encargado de simplificar.

De otro lado, Ignacio Canel lleva sus reflexiones un poco más allá del periodismo radial para generalizar su perspectiva y considera que si bien la práctica de informar ha evolucionado muchísimo, aún queda por hacer. A su modo de ver, se debe reforzar la crítica “porque a veces no nos atrevemos a hacerlas y las inconformidades deben señalarse cuando uno lo considere y en el lugar pertinente. Pienso que es necesario llevar lo que uno siente como persona a la profesión, al periodismo”.

Así, en medio de un balance sobre lo alcanzado y el camino sin recorrer recibe esta emisora su medio siglo de existencia. Radio cubana, latina y del mundo, colmada de imborrables experiencias, errores y aciertos, que se yergue como todo adulto sabio que nos se guarda lo aprendido, sino lo comparte con quienes estén dispuestos a recibirlo.

El sonido informativo de nuestra tierra cumple años pero no envejece. Se llena de vida e ideas, asume retos que la coloquen a la justa medida de los grandes medios de comunicación. Su onda corta se extiende hasta los más recónditos lugares y empeña su palabra por quienes no la tienen, habla por los que no son escuchados y dice lo que muchos pretenden ignorar. Su misión se ha cumplido y hoy, como desde hace cincuenta años,  ensancha los oídos estrechos y brinda su mano sin recelos, para recordar a quienes sienten su presencia que una voz amiga recorre el mundo.

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