Detrás del lente: una mujer
Comprometida con su género y fiel defensora de los derechos de la mujer, la directora y guionista de unitarios como El lado del velo cuestiona en sus creaciones los “espacios oscuros que aún tiene la mujer en la sociedad actual”, según reconoce. Prodigando osadía en el tratamiento de los temas, en el discurso realista y verosímil de sus personajes y en la naturalidad y organicidad de sus puestas en escena, llega siempre sutil a los espectadores, desde la sugerencia sagaz, provocadora.
Con recursos audiovisuales, Elena recrea hábilmente la sensibilidad del ser humano y la permanente búsqueda de su lugar en el mundo. Esta joven soñadora crece ante cada proyecto y, con el apoyo de otros noveles realizadores empeñados en ofrecer una televisión más aguda y reflexiva, construye su sello: inteligente, cubano, singular…
¿Por qué te inclinas por los programas unitarios?
Porque se trabaja con una sola cámara, plano a plano, y puede desplegarse toda la capacidad creativa y estética del director, con más posibilidades: desde el guión, hasta la manera de profundizar en determinadas temáticas con más vuelo artístico.
En los unitarios se puede llegar al fondo de las historias, a diferencia de las telenovelas, ubicadas en un horario de audiencia masiva, donde generalmente los directores tienden a ser más cautos, con excepción de la polémica Aquí Estamos. Por supuesto, no siempre es así. No todos los cuentos y telefilmes son historias de rigor, de enfoque psicológico y social.
¿Por qué les denomina telefilme?
El telefilme es una película hecha para la televisión, aunque aquí se han apropiado del término teleplay. El telefilme es una historia de ficción concebida para la pequeña pantalla, con presupuestos visuales y de producción muy similares a las del cine.
¿Qué le obsesiona en su labor creativa?
Particularmente las historias relacionadas con mujeres. Me interesan mucho el enfoque de género, las temáticas psicológicas y sociales, el punto de vista humano de los conflictos sociales.
¿Por qué la mujer es una constante en su obra?
Porque soy mujer, pero esa pudiera ser una respuesta muy simple. Hay mujeres que hacemos cualquier historia sin ningún compromiso. Tengo conciencia de que aún tenemos espacios oscuros que ganar, declarar, reubicar, a pesar de que llevamos un tiempo detrás de la cámara y del teclado escribiendo y filmando para nosotras. En Cuba, tenemos mucho que contar a partir de nuestra mirada.
¿Qué características debe tener un buen guión?
Un buen guión, primeramente, debe estar muy bien contado desde el punto de vista dramatúrgico. Esa es una verdad de Perogrullo. El guionista debe conocer el ABC de la dramaturgia. También mantenerse al tanto de las técnicas narrativas más actuales que, a veces, violan con toda conciencia, hasta la dramaturgia más clásica.
Esta habilidad se consigue con el tiempo y el olfato de cada escritor. Existen escuelas de guionistas para aprender esas técnicas pero, como en toda rama artística, hay personas que nacen con el don de la narrativa y el guión debe transpirar ese encanto del escritor. Además, hay que encontrar las aristas más interesantes de la historia, el lado más humano para diseñar cada personaje. Esa intuición se va desarrollando a la par de las herramientas, aunque con eso se nace.
Un buen guión posee dos elementos fundamentales: el del oficio y el intuitivo. Debe ser osado, no solo en el tema, sino desde el punto de vista del género y de lo que cuenta. Si es una comedia, el escritor debe divertirse al máximo con lo que escribe y llevar el género a sus máximas posibilidades, sin miedo. Cuando un guionista consigue un tema interesante y personajes sólidos, entonces tienes en mano un buen guión.
Un buen guión no debe ser moralizante, ni decirle al espectador: “ve por aquí”, más bien debe dejar abierta la posibilidad de la reflexión. Enseñar sin moralizar es básico, porque el espectador cubano es muy exigente.
¿Cuál es su estilo de creación?
Generalmente anoto todo lo que se me ocurre, escucho o me resulta interesante. Puede suceder que me surja una idea, tipo revelación, en un momento íntimo conmigo misma, parecida a “la mala inspiración”. Es el resultado de todo un proceso psicológico que he tenido sin darme cuenta, como una especie de parto. También, el descubrimiento de determinada obra literaria que me llame la atención. La reelaboro como el último telefilme que hice: El lado del velo de la novela La intimidad de Milán Kundera, la cual me provocó una serie de reflexiones. Creé una obra con personajes cubanos apropiándome de aquella historia.
¿Cómo adaptas el lenguaje literario al audiovisual?
El paso del lenguaje literario al audiovisual es fundamental. La mayoría de las veces cuando un escritor con poca experiencia se enfrenta a una obra literaria trata de ser respetuoso con su estructura, personajes, la época y lo que dice. La adaptación es la operación dramática que comprende muchas suboperaciones, la versión libre y la actualización. El realizador tiene todas las posibilidades del mundo de inspirarse en un texto literario, pero siempre manteniendo el pálpito de la obra y, aún así, hacer lo que desee con ella. En las condiciones productivas en que está la TV cubana, extraer una obra al contexto cubano siempre es mucho más factible y el resultado es más verosímil.
¿Cuando escribes y diriges qué te preocupa más el contenido o la forma?
Ambas cosas. Una buena obra no puede existir sin un buen guión. Cuando escribo un guión procuro que esté acorde con lo que quiero en la dirección. Cuando dirijo, me centro en las puestas a partir de lo que escribí, sin tratar de defender mucho a la guionista. Es mi norte en mi función de realizadora.
¿Escribes en solitario o en equipos de creación?
Me gusta escribir sola porque realmente no sé hacerlo de otra manera. Existen en Cuba equipos co-autorales que escriben a cuatro o más manos. Para mí escribir es un hecho muy privado que, por lo general, ocurre en un espacio que he creado en mi casa, que tiene mis peculiaridades y no creo que pueda incorporar a otra persona. No desdeño la posibilidad de escribir con un guionista que tenga afinidades conmigo, pero no creo que sea la regla.
¿Cuáles son tus referentes a la hora de escribir?
Referentes tengo muchos. Justamente porque estoy en un espacio que me acerca más a las posibilidades cinematográficas. Veo muchas películas hechas para cine y para TV. Mis referentes generalmente son estéticos. Son tantos que mencionar uno sería simplificarlos. La frontera entre cine y TV se ha desdibujado estéticamente y ese es un camino a seguir.
¿Qué diferencias existen entre las películas para cine y para TV?
Las diferencias hoy son relativas. Hace unos años la diferencia residía en la concepción de planos cerrados y la textura de la imagen. Hoy la técnica las ha borrado y lo noto en las obras más recientes que se hacen para TV, sobre todo, en otros países que los productos se graban en alta definición, con una óptica más cercana a la cinematográfica. El cine se ha permeado de la pequeña pantalla. Toma su ritmo, concepto y también se apropia del video clips y la publicidad.
Los realizadores cubanos tratamos de imitarlo pero todavía estamos muy por debajo por el atraso de las tecnologías. Cuando los telefilmes son televisados en una pantalla grande nos horrorizamos. La TV debe hacer una inversión inteligente para lograr mejores resultados.
¿Qué requisitos exige una buena dirección de actores?
Por lo general, trato de acercarme al actor pensando que es el elemento humano más importante del proceso de puesta en escena. El actor es una persona muy vulnerable y lo respeto por eso. Yo puedo estar cansada, ojerosa, no sentirme bien anímicamente y siempre voy a estar detrás de la cámara y del monitor con mi directora de fotografía. El actor no, porque me tiene que dar determinadas cosas. Es una persona a la que me gusta convencer y enamorar con mi historia. Ese es mi estilo. Es un trabajo de ensayo en el que debe sentirse parte y aportarme ideas. No me niego al diálogo, ni lo que digo tiene que ser así. Ese diálogo creativo es bueno porque los actores inteligentes siempre te aportan en la construcción del personaje. Un director tiene que ser muy tonto para desaprovechar eso.
¿Qué importancia le concedes al trabajo en equipo?
Me gusta trabajar siempre con las mismas personas. En mi equipo casi todas son mujeres. En el trabajo en equipo rige el mismo presupuesto del trabajo con los actores. Me gusta igual enamorarlos del proyecto y que no sientan la presión dictatorial. Llevar las pasiones del proyecto al equipo es muy importante. Cuando se crea un ambiente adecuado me siento tranquila. Por ejemplo, con Yanays Araúz, directora de fotografía graduada de la Facultad de Medios Audiovisuales del Instituto Superior de Arte, tengo un mecanismo de trabajo muy eficaz porque le doy libertad creativa, y eso trato de conseguirlo con el resto de las especialidades.
¿Por qué prefieres trabajar con mujeres?
Escojo a las mujeres porque en estos medios les es más difícil conseguir trabajo. En especialidades como fotografía y edición son hombres quienes mayormente trabajan. Las mentalidades de las personas que dirigen esos departamentos, a pesar de que ellos pueden negarlo, son muy machistas. Desde hace un tiempo han ido cediendo y aceptan la entrada de mujeres a la TV.
En un artículo que escribí hace poco hablé de Paulina, la única mujer camarógrafa de la TV. Ella nunca pudo hacer dramatizados porque siempre estuvo “vegetando” en los informativos. Son posibilidades que se van cerrando de manera muy sutil. Así sucede con otras realizadoras, que trato de buscarles un espacio y unirlas a mis proyectos como asistentes de dirección.
¿Existe una sensibilidad femenina audiovisual?
Las mujeres podemos tener una sensibilidad femenina detrás de la cámara, pero no creo en una sensibilidad visual de la mujer. En mi caso, estoy tratando de lograr un estilo audiovisual que puede ser o no femenino. Tiene que ver más con la vanguardia, lo bien logrado. La sensibilidad femenina está en el abordaje de determinadas temáticas, en cómo manejamos la trayectoria femenina en la historia, el enfoque y de lo que queremos. Es más por ahí, que por lo formal. Cuando desnudas un personaje masculino lo haces porque lo pide la historia.
Hace poco hice una historia donde el personaje femenino se desnuda porque tiene bastantes momentos de intimidad y autoerotismo. Lo más importante no es el desnudo, sino la comprensión del tema y de cómo nosotras agotamos nuestro universo femenino sexual y erótico.
En el caso de los audiovisuales para niños y jóvenes ¿qué característica tiene escribir para ese público?
Los telefilmes juveniles se hacen con un poco más de ligereza. No en términos peyorativos, sino en la manera de contar y en el enfoque de los conflictos, pensando siempre que va dirigido a un público joven. No tengo mucha experiencia en este tipo de realización. Pienso que estos programas deben trascender los términos de programas rosas, ligeros o de tela de cebolla. Es un campo que me gustaría explorar porque se puede hacer mucho más.
¿Cuánto te ha servido haber desempeñado tu labor en diferentes funciones como directora, guionista, asistente y realizadora?
Trabajo actualmente en el espacio Historias para contar. Todas las experiencias me han servido de mucho. Cuando trabajé como asesora aprendí mucho porque tuve que valorar, analizar, trabajar con los guionistas de manera objetiva y honesta, sin tratar que tus propios gustos, intereses y maneras influyan sobre el guión.
Cuando trabajo como asesora en otro guión trato de que la Elena realizadora y directora no esté presente, aunque no puedo desligarme totalmente de mis conocimientos. Ayudo lo mejor posible desde el punto de vista dramático.
¿Está el telefilme cubano en un buen momento?
Creo que está en un buen momento. Actualmente hay excelentes realizadores: Delso Aquino, Charly Medina, Rudy Mora, Yaima Pardo, entre otros. Todos tratamos de conseguir una estética cinematográfica más divorciada de lo televisivo. Cada uno con sus características, improntas e intereses. La obra de autor también está en un buen momento, productivamente no porque nos enfrentamos a carencias tecnológicas, importantes para la buena factura de este tipo de proyecto.
Mientras más pretendas conseguir una estética audiovisual cinematográfica, más te esmeras en la calidad de imagen y sonido, en un tiempo lógico de producción que no apresure las cosas, ni nos evoque a hacer chapucerías. Esas son las cosas que no están resueltas en la TV. Al menos hay un espíritu de convertir el espacio televisivo en películas para televisión. Incluso, podemos conseguir otros espacios alternativos como las salas de videos si logramos la factura, la calidad estética o de contenido y convencer a los funcionarios que faciliten los trámites.
¿Piensas que el telefilme cubano ocupa el espacio adecuado?
Ojalá tuviéramos un espacio continuado todo el año. Lo tenemos por temporadas. Nos gustaría que la programación no nos corra de un sitio a otro como ha sucedido últimamente. Los horarios son aceptables y creo que debemos defenderlos, porque así defendemos la salida al aire de historias con un contenido muy adulto. Eso nos favorece porque podemos ser más libres en los contenidos, temáticas, enfoques y conceptos de puesta en escena. Quizás podríamos lograr otras cosas de políticas de programación con respecto al telefilme. Por lo pronto conseguir estabilidad es lo fundamental.
¿Por qué muchos consideran que los telefilmes se han convertido en la vanguardia audiovisual?
Desde hace unos años hay varios directores y realizadores haciendo una obra de autor y eso es bastante novedoso en la TV. Ellos están experimentando y utilizando técnicas cinematográficas, más despegadas de la TV clásica. Además, abordan sin miedo temáticas más inquietantes y transgresoras.
¿Cuáles son tus retos ante cada telefilme?
El público del espacio del telefilme no es el mismo del la telenovela, que es bastante general. Nosotros podemos darnos el lujo de tener nuestros espectadores. Por ejemplo, el caso de Tomás Piard que tiene sus propios televidentes por la estética que propone. Ante cada telefilme me planteo ser lo más profunda posible en la historia y en lo formal, porque todavía me queda mucho por aprender.
¿Cuentas con algún espacio para debatir tus productos audiovisuales?
Prefiero discutir mis productos con el equipo de trabajo porque siempre nos estamos cuestionando cómo lo hicimos. Además, convoco a otro espacio con los demás realizadores para mostrarle mi obra y hacerle un análisis crítico; pero no es un espacio oficial.