A René Navarro, voz y alma del deporte cubano
René Navarro, Premio Nacional de Televisión 2022, es una voz que identifica al deporte cubano en la Isla y más allá de sus fronteras. Se trata de un profesional con especial poder para comunicar y, sobre todo, es conocedor del valor de la ética en el discurso.
Navarro es un comentarista que hizo historia al seguir, con su acertada palabra, los triunfos y los momentos complejos del deporte cubano. Fue quien tituló como las Morenas del Caribe a aquellas chicas que de la mano de Eugenio George llenaron de orgullo las casas de varias generaciones de cubanos. “Cuba arriba, arriba Cuba” eran los llamados continuos al quehacer de las entonces jóvenes deportistas que sabían crecerse ante cualquier adversidad. Por eso encontraron en él, también, el ojo acucioso que las siguió en cada una de sus encumbradas batallas.
En su locución se escuchaba el aliento necesario que no las dejaba caer, aun cuando el set estuviese perdido o el partido no se inclinara a su favor. René Navarro siempre alertó sobre la necesidad de un necesario relevo que no parecía llegar, al menos, en el momento esperado.
Cada observación, comentario o reflexión por muy crítica que pareciese en Navarro ha sido respaldada por largas sesiones de estudio e investigación. Ese hurgar en la verdad, ese andar despacio por entre lo que no se ve o se dice es de las tantas pautas en el acierto de su quehacer.
El atletismo también contó con su voz, así como el baloncesto. En el primer caso, aún parece resonar el eco de su acompañamiento a Alberto Juantorena, y Ana Fidelia, cuando decía “de Cuba y el mundo”, como siempre la distinguió. Cuando se refería a Stevenson (siempre en presente) lo hizo desde la más absoluta humildad, aprovechando la oportunidad para mostrarle a las jóvenes generaciones que llegar a esas cumbres exigía preparación y rigor, rasgos que nunca le han faltado.
Por medio de una entrevista supe que concedía importancia a “escuchar a Eusebio Leal y a otros intelectuales que se expresan brillantemente; leer y preocuparse por el idioma, eran maneras esenciales para llegar a ser narrador deportivo”.
En su perfecta dicción y entonación que, sin dudas, encarnaban una esencia dramatúrgica probada, se afirman esas cualidades. Así se le recuerda a este hombre de sencilla condición que, pasados los setenta años, mantiene el brillo de quien aún lo tiene todo por descubrir.