6 de noviembre de 2024

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Instituto de Información y Comunicación Social

Confidencias de radioteatro

En las adaptaciones de teatro para la radio,  el trabajo de los actores, escritores  y realizadores  hace la diferencia con un cuento largo o una novela corta 

“En voz baja pero con tono feroz, la madre regaña a la hija, se abre una puerta y el silencio invade la habitación, algunas de las actrices se llevan las manos a la cabeza y gritan, otras se santiguan…” No estamos sentados en la platea de un teatro, aunque durante los 57 minutos que duró la obra, muchos lo sintieron así.

Testigo y protagonista de grandes acontecimientos sociales, desde sus inicios la radio ha sido compañía inseparable de miles de oyentes que, cautivados para siempre por sus peculiaridades, no olvidan la magia de un medio tan antiguo como eficaz.

Los efectos de sonido, las voces de los actores y la música, constituyen un reto a la imaginación; en este contexto surge el radioteatro, plagado de ensueños, pasiones y amores contrariados, como una manera de revalorizar el lenguaje hablado o un digno homenaje a la oralidad.

Resulta muy difícil, solamente con sonidos, tener una idea exacta de lo que acontece en La casa de Bernarda Alba o Romeo y Julieta, asegura el realizador Juan Barrisonte. En la radio la gestualidad debe darla el actor con la intencionalidad de la palabra, la escenografía con sonido, el movimiento escénico con efectos, de una manera tan real y concatenada que el receptor se convierta en un espectador y pueda apreciar la obra como si la estuviese observando.

El realizador de 12 hombres en pugna, Augusto Mata, subraya la importancia de plasmar en el texto hasta los más mínimos detalles: pasos, abrir y cerrar de puertas, gestos, parlamentos aclaratorios; pues estas obras generalmente carecen de narradores, algo común en el resto de los programas dramatizados.

Sin dudas, el teatro radiofónico coquetea con los límites de la realidad y la ilusión: las voces de sus intérpretes existen, pero sus rostros dependen de la capacidad imaginativa del oyente.

No todas las obras diseñadas para las tablas son llevadas con facilidad al micrófono; incluso, muchas de ellas jamás calificarían para una adaptación radial. La presencia de una gran cantidad de actores con timbres similares tiende a confundir al receptor, puntualiza Barrisonte.

Para trasladar la acción de la escena a la cabina otro aspecto imprescindible es el tiempo. Por su dinamismo, la radio exige como máximo una hora de duración en este tipo de programas, sino puede resultar tedioso.

Augusto Mata, por su parte, apunta a la parte burocrática en la selección: “La dirección de la productora es quien le dice a los asesores las obras a tratar en el año: teatro cubano, clásicos y no clásicos. Funciona a nivel de escalones, el director no tiene la facultad de elegir; pero sí decide si la realiza o no.”

Las malas adaptaciones son consecuencia, muchas veces, de la elección de obras de teatro demasiado densas, incluso para las tablas, que aún así son llevadas al medio radial, reflexiona Augusto.

A diferencia de las producciones realizadas para la escena, los teatros radiofónicos cuentan con tiempos de ensayos relativamente breves; de ahí la importancia de trabajar en la técnica del guión radial para dramatizados, en pos de lograr una adaptación lo más cercana posible a la pieza original.

En opinión de los entrevistados este es un factor determinante a la hora de seleccionar el elenco de la obra; pues se necesitan actores capaces de asimilar en pocas horas, un personaje muchas veces desconocido.

 Algunas interioridades….

Los matices en la radio varían en relación a los del teatro, sobre todo por el volumen y la intensidad de la voz; en este aspecto subyace la necesidad de una buena elección del elenco, encargado de hacer volar, hasta los lugares más recónditos, la imaginación de miles de oyentes.

“Uno debe conocer bien a los actores, saber cuáles son sus timbres, la cadencia de la conversación, el nivel de predicción, la edad que puedan dar… De esta manera al leer el libreto resulta más fácil relacionar cara con personaje”, argumenta Barrisonte.

“Aunque existen voces muy buenas en la radio, a mí me gusta recurrir a los nombres no habituales; porque enriqueces la labor del medio, sales de lo común y eso lo agradece el público” afirma Mata.

Al descansar mucho en el trabajo actoral, la producción de radioteatros necesita de una excelente dirección, capaz de garantizar con eficacia, que cada uno de los participantes en la obra le dé lo mejor de sí al personaje interpretado.

Los teatros en la radio son muy difíciles de dirigir –confiesa Mata– porque empiezan y terminan el mismo día, y en un par de horas uno se ve obligado a darlo todo, prácticamente sin tiempo de preparación.

Ambos realizadores coinciden en la necesidad de un elenco con experiencia, incluso para los personajes secundarios; porque estos tienen, en algún momento, una participación fuerte en el desarrollo de la trama. Para los histriones jóvenes recomiendan papeles de poca envergadura, como una manera de ir adentrándolos en los gajes del oficio.

El éxito de una producción de este tipo radica en la buena adaptación de la obra por parte del escritor, aseguran. Asimismo, reconocen la importancia del musicalizador, el operador de efectos manuales y el grabador; pues al funcionar como un todo y de manera orgánica, el resultado redunda en calidad.

Barrisonte resalta como aspecto esencial la existencia de una cadena lógica de hechos “el radioteatro debe hacerse en dos o tres actos, con pocos cortes musicales para evitar distraer la atención del público… No todo el mundo sabe trasladar las obras de las tablas a la cabina, y muchas veces el resultado es un cuento largo o una novela corta.”

 Lo que no debe faltar

Rica en tradiciones culturales, la nación cubana a lo largo de su historia se ha caracterizado por poseer excelentes literatos; tal aseveración presupone un enorme reto para las actuales generaciones, quienes deben contribuir con su pluma a mantener la vigencia de ese legado.

Sin embargo, este tema preocupa a más de uno. Mata medita sobre la carencia de escritores y adaptadores para la radio; y añade que el origen de tal situación obedece, sobretodo, a cuestiones económicas. “Existen muy buenos profesionales con la disposición de hacer obras, pero otros medios como la televisión y el cine los remuneran mejor; entonces deciden coger otro rumbo.”

Juan Barrisonte enfatiza en la importancia de la preparación de los actores jóvenes, pues por lo general no poseen la pericia de la generación precedente. Ni en el Instituto Superior de Arte (ISA) ni en la Escuela Nacional de Arte (ENA) la radio se imparte como asignatura –alega–, los estudiantes se gradúan y comienzan en el medio prácticamente de cero.

Trabajar en espacios dramatizados, particularmente en la producción de teatros radiofónicos, exige de todos un gran esfuerzo; pues se asume la responsabilidad de recrear de manera coherente los más diversos entresijos del carácter humano.

Inserto entre dos preferencias de la cultura popular, este formato de historias deviene una excelente oportunidad para devolverle a la radio un poco de lo mucho que nos ha brindado a lo largo de los años.

Todos somos adictos a las historias, por eso cuando nos sentamos frente a una vieja grabadora o cualquier otro dispositivo sonoro, no interesa saber para dónde observamos; porque la verdad, no importa, si la mirada está perdida, de seguro nuestra mente vuela al compás de la trama de un radioteatro.

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