8 de mayo de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

Diversidad sexual en televisión, reto a la inteligencia colectiva

¿Hasta dónde los cambios?
Diversidad sexual

Diversidad sexual

Cualquier intento por visibilizar la diversidad sexual desde las producciones audiovisuales debe estar respaldado por investigaciones sobre los públicos, sus características y hábitos de consumo, coincidieron especialistas y espectadores participantes en la última polémica propuesta por el espacio mensual “Mirar desde la sospecha”.

Otro debate sobre género y cultura, esta vez con el tema “Diversidad sexual en la TV. ¿Hasta dónde los cambios?”, acaparó la atención de quienes asistieron, el pasado jueves 12 de mayo, a la capitalina sala Villena de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

Insertado, no por casualidad, entre las actividades de la jornada contra la homofobia en la isla, el panel contó con los criterios del crítico y escritor Norge Espinosa, la realizadora de televisión Magda González y la periodista e investigadora Lirians Gordillo.

González, quien dirigió durante mucho tiempo la división de Dramatizados del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), apostó por la audacia a la hora de producir materiales sobre la temática aún “a riesgo de equivocarnos”.

“Pero una audacia acompañada de conocimientos e investigaciones, un ejercicio científico imprescindible aún en productos como las telenovelas”, precisó. Nelia Casado, investigadora del Centro de Investigaciones Sociales del ICRT y asesora de programas televisivos, coincidió con González, pero valoró que también pesa mucho la calidad de las realizaciones que se brindan a los públicos.

“Necesitamos ofertas más inteligentes, sustentadas en procesos de investigación, así vamos a ir logrando resultados”, detalló a SEMlac la experta, especialmente invitada al debate.

La colega Lirians Gordillo, en tanto, reconoció que si bien ha habido cambios, pues se ha transitado del silencio total sobre el tema a interesarse por él a partir, sobre todo, de dramatizados y telenovelas, aún quedan asignaturas pendientes relacionadas con la forma de abordarlo.

“Seguimos mostrando a las personas que no son heterosexuales desde una representación muy sexualizada y las debilitamos cuando las caracterizamos en pantalla inseguras y llenas de dudas”, explicó Gordillo.

En ese camino, la periodista ejemplificó sus palabras con el tratamiento que la serie cubana “Aquí estamos”, anterior a la actual puesta en pantalla, brindó a una pareja de lesbianas, una de las cuales, al final, abandona la relación por otra pareja pero de sexo masculino.

¿Por qué no mostrar a homosexuales, lesbianas, bisexuales en situaciones dramáticas en las cuales sus relaciones sexuales no sean difíciles y problemáticas?, se cuestionó Gordillo.

Para Norge Espinosa, sin embargo, el reto más difícil radica no simplemente en la manera de mostrar a los homosexuales en los productos audiovisuales sino en que la mayoría de esas representaciones no están siendo creíbles, auténticas.

El panel, de una u otra forma, apeló al talento y a la creatividad de los realizadores.

“La televisión es muy rica y a veces una imagen, un tiro de cámara, un gesto, una música de fondo pueden ser más efectivos en la búsqueda por romper los estereotipos”, alertó Gordillo.

González, por su parte, insistió en la necesidad de brújulas para guiar el rumbo de las producciones.

“Tenemos que saber bien qué historias vamos a contar, investigar sobre lo que se va a escribir, pero también sobre la sexualidad de los cubanos. La lógica de la evidencia científica es aplastante y ayuda a ir corriendo la cerca”, agregó.

El presidente de la UNEAC, Miguel Barnet, presente en la sesión, felicitó el hecho de convocar debates como ese pues son importantes en el camino de mejorar lo que hacemos.

La peor de todas

Una y otra vez, el panel volvió sobre la pregunta que lo convocó: ¿hasta dónde el cambio?

Espinosa, aunque cree que hay capacidad para abordar el tema de la diversidad sexual en las pantallas cubanas, considera que una campaña por sí sola no puede activar mecanismos de naturalización y aceptación, por lo cual aboga por mayor sistematicidad y calidad.

“La TV es el mayor espacio de impacto social. A la vez que la plataforma se abre y se empieza a tocar el tema, que es complejo, la agenda se complica, aparecen otras demandas, otras exigencias”, detalló.

Criticadas hasta el cansancio y seguidas por miles de televidentes, las telenovelas acapararon buena parte de la atención del debate.

Género a menudo cuestionado por demasiado light o lacrimoso, los panelistas polemizaron acerca de si constituyen el espacio indicado para visualizar temáticas tan complejas para el entorno cubano como la aceptación y respeto a la libre orientación sexual del ser humano.

Y sobre todo, si son un buen vehículo para abordarlas desde un punto de vista educativo.

Nelia Casado, por ejemplo, abogó por la necesidad de otros espacios dramatizados, en horarios con audiencias más específicas, para ir pulsando cómo avanza la aceptación del tema antes de someterlos a audiencias más masivas.

Pero la producción dramatizada nacional está muy deprimida en la actualidad y la televisión cubana no cuenta con esos espacios en sus parrillas de programación.

En medio de esas dificultades y con tantos votos a favor como en contra, un hecho resulta incuestionable: abordar la temática de la diversidad sexual en las telenovelas polariza los públicos, las audiencias, las reacciones.

Al decir de González, telenovela que se debate es ganancia neta pues ha puesto a pensar, a reflexionar; cuando no se habla de ella, es peor.

Efectivamente, la serie “La cara oculta de la luna”, una experiencia de la que se habló más de una vez en la tarde de “Mirar desde la sospecha”, es una buena evidencia de la afirmación de González.

Transmitida en 2006 y popularmente llamada “la novela del sida”, pues hiló cinco historias diferentes de seropositivos al VIH, fue el origen de un caliente debate sobre la validez de llevar problemáticas sociales “duras” a la pantalla del televisor.

“La cara oculta…” desató las polémicas acerca de la diversidad sexual y la intolerancia hacia homosexuales y bisexuales, pero tras su puesta, unas 22.000 personas más que lo habitual acudieron espontáneamente a realizarse las pruebas del Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH).

Un impacto de 4.256 llamadas contabilizadas en la línea telefónica confidencial LineAyuda, del Centro Nacional de Prevención de ITS/VIH/sida, y unos 750 correos electrónicos recibidos, además de índices record de teleaudicencia, confirmaron que la teleserie no pasó inadvertida para el público cubano.

Para González, “esa es también una manera de ir ganando espacios”.

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