El arte de cautivar a los públicos
En ocasiones nos preguntamos: ¿qué es lo más importante en las narrativas ficcionales?, ¿basta el destaque de asuntos de interés social en filmes, series, telenovelas, para motivar el interés y la reflexión de los espectadores? ¿Existe un método para sensibilizarlos con problemáticas complejas de la sociedad?
Ante todo, pensemos en el amplio universo audiovisual, pues el cine y la televisión se han convertido en vasos comunicantes en perpetua retroalimentación, en consecuencia, dichas interrogantes, entre otras, lideran al momento de concebir puestas destinadas a formar parte de la escena mediática.
Ella se transformó en el siglo XXI debido a las tecnologías, contaminaciones estéticas, redes, pantallas, dada la avalancha de nuevos medios o experiencias interactivas que satisfacen las necesidades de la comunicación y del entretenimiento.
En ocasiones, se simplifica el impacto de la tv, su capacidad para persuadir desde el espacio, con discursos e imágenes susceptibles de ser reveladores de conflictos, circunstancias difíciles, personajes violentos, crueles, insensibles.
El guion determina la estructura y la dinámica interna del relato, condiciona el proceso artístico de una obra, es lo primero que antes de aceptar un proyecto exigen confrontar actores, actrices, el resto del equipo creativo. Un buen texto permitirá al director realizar búsquedas, connotaciones, las cuales trascienden, complementan el discurso narrativo y la trama.
Pero dicho elemento no constituye el todo de una ficción. Los televidentes precisan ver la historia en acción, que se aplique una máxima del canon griego: “La perfección está en la unidad de las partes”. Para conseguirlo son imprescindibles la coherencia y la verdad artística de todas las especialidades implicadas en lo que cuenta la narración, de nada vale solo privilegiar componentes ideológicos, cognoscitivos, formales o de otro tipo.
El arte de llegar a los públicos no se consigue solo con buenas intenciones. Hacen falta ingenio, talento, magisterio, llamar la atención de manera inteligente. Deberían ser promocionados de manera sistemática Letra fílmica (CE, martes, 9:30 p.m.) y Cinema Habana (Canal Habana, miércoles, 10:00 p.m.). Lamentablemente, no todos los espacios son favorecidos en los mejores horarios. Un ejemplo es La séptima puerta (Cubavisión, viernes, 10:30 p.m. con guion y conducción del crítico Rolando Pérez Betancourt, quien aporta información sobre filmes valiosos, muchos de ellos se estudian en la enseñanza artística y general).
Los valores culturales, éticos, estéticos no son solo contenidos para diseminar en cada programa, sino también una práctica imprescindible en nuestra televisión de servicio público, dirigida al ciudadano. Por esto su esencia es integradora de lo cultural y lo educativo, en el sentido de generar opiniones, reconocimiento de lo propio, pensamientos.
En una ocasión el profesor Gerardo Fernández me comentó: “Me interesa el audiovisual que habla de las complejidades humanas. Puestas fílmicas y televisivas tratan los temas del machismo, de la violencia, es importante hablar de ambos asuntos en el hogar donde se generan diálogos, críticas ante la pantalla, que suelen quedar en la cabeza de las personas, las hacen pensar. Los saberes sobre dramaturgia son imprescindibles para contar una historia, de lo contrario quedan cabos sueltos, entre otras imperfecciones”.
Ningún artista toma la realidad para copiarla, sino con el fin de apropiársela desde la visión de nuevas significaciones estéticas, humanistas. La libertad creativa del realizador propicia una perspectiva que trasciende los ámbitos cinematográficos, televisuales y literarios. Nunca lo olvidamos, las artes se fecundan unas a otras mediante la incitación del nivel temático y de las formas expresivas. La cultura patentiza esa relación de intercambio altamente gustosa.
Los diálogos entre las manifestaciones surgen durante procesos más complejos que la adaptación de un libro para el séptimo arte o la tv, facilitan transmutaciones de lenguajes, matices, sutilezas, sin reducir las posibilidades infinitas de cada referente. En esencia hay que seducir a los públicos con auténticas vidas ficcionales, las cuales pueden ser como las nuestras: intensas, difíciles, gratas, conmovedoras en diferentes períodos de la existencia. Pensemos en esto.
Foto: Jorge Valiente