El Radio Instituto de Cultura Popular: su organicidad y dinámica interna
El movimiento asociativo de la República abrazó el campo cultural de los imaginarios sociales de las instituciones y los actores culturales de su tiempo. El terreno de la radio no estuvo exento de este movimiento.
Una de las asociaciones de mayor alcance la constituyó el Instituto de Cultura Popular. Si revisamos sus bases programáticas, las mismas son testimonios de la dinámica de esta organización en pos del bien sublime de enaltecer el espíritu.
El Radio Instituto de Cultura Popular se constituyó en la ciudad de La Habana, con domicilio provisional en Infanta No. 476, en el barrio del Cerro. Aunque su domicilio radicaba en la capital de la República, la misma podría establecer contactos con todas las delegaciones que para mejor desenvolvimiento de sus actividades se consideraban necesarias, tanto en el Interior del país como fuera de Cuba.
La asociación se constituyó por tiempo indefinido y tenía la capacidad necesaria para todos los actos de la sociedad civil. Podría adquirir, poseer, arrendar, explotar, gravar, vender, y enajenar bienes muebles e inmuebles de cualquier clase y disponer de ellos en cualquier forma, y además estaba facultada para contratar, comparecer en juicio y ejercitar todos los derechos y acciones que las leyes vigentes de la época establecieran.
Su fin esencial era reunir en un grupo compacto que les permitiera continuar sus labores de difusión artística y cultural a los que integraron el programa radial de igual denominación que se transmitió-en la emisora C.M.B.Q.-IDEAS PAZOS-en el tiempo transcurrido entre el 14 de mayo de 1939 y 22 de marzo de 1941, y que a la vez, sirviera de puente de unión y ayuda mutua para los mismos y trascendiera hasta los que en lo futuro formaran el cuerpo o núcleo social de la institución.
Era objeto de la misma, por lo tanto, la mayor difusión de la cultura en su forma más amplia y racional, de las buenas costumbres, el respeto, la justicia, la moral y el civismo; la cooperación y la comprensión entre hombres, y de las bellas artes a través de cuantos medios sean posibles, así como también cooperaría en las instituciones docentes, públicas y privadas, al mayor estímulo para la niñez de manera que la enseñanza constituyera para el niño una esperanza de enaltecimiento de su propia personalidad, persiguiendo como idea fundamental llegar hacia una humanidad mejor mediante la educación del hombre para el bien, el trabajo, la ayuda mutua y el amor en su más elevada concepción. Utilizaría para la propagación de sus doctrinas como medios principales, la radiodifusión, la prensa, la tribuna, la cinematografía, el libro, el folleto y todos cuantos medios de expresión del pensamiento humano existieran o se crearan en el futuro.
Para llegar a tal finalidad en la cual se asentaban sus principios, la Institución trataría de enseñar los siguientes postulados:
A- Amar la mujer y considerarla como lo más digno de inspirar este sentimiento, observarla desde sus múltiples aspectos, como madre, esposa, hija, hermana, novia, amiga, etc. Respetándola y enalteciéndola en todo momento.
B- La necesidad de proteger y cuidar al niño, educándolo física, moral e intelectualmente, considerándolo como la base en donde descansa el futuro del mundo.
C- El deber ineludible del hombre sano y joven de proteger al anciano, el enfermo o inválido, no solo ayudándolo en sus necesidades físicas sino también en su mayor confortación moral y espiritual.
D- Practicar el bien y toda noble iniciativa, siempre beneficiosa para quienes los otorgan y quienes los reciben.
E- Considerar la cultura como elemento de progreso y comunión espiritual, propiciatoria de la más estrecha unión y entendimiento de los hombres en sus relaciones político-morales.
F- Interpretar toda expresión artística como capaz de tocar las fibras más sensibles del alma humana, capacitando al hombre para realizar tan buenas acciones que de otra forma no serían hacedoras.
G- Practicar el amor en sus diversas manifestaciones, considerándolo como la fuerza más poderosa que puede animar al individuo y conducirlo a comportarse como su semejante como quisiera que se comportasen consigo mismo.
H- Amar y defender con la palabra, la acción, la riqueza, el trabajo y con cuanto se disponga individual o colectivamente a Cuba, a sus libertades, a sus sistemas democráticos, a su economía, a todo cuanto, tienda a enaltecerla y colocarla siempre en el lugar que le corresponde como nación libre y soberana, cooperando, por consiguiente, con su gobierno en todo lo que conduzca a la defensa y perdurabilidad de estos principios.
I- Venerar la más excelsa de las figuras patrias, José Martí, difundiendo su ideario, su vida, sus luchas como hombre y como patriota; sus ejemplos, la pureza de sus ideales y su gran amor a Cuba y al bienestar de sus hijos. Así como también a abrigar igual sentimiento hacia todos los que como él han sabido ofrendarse por la noble causa de nuestra libertad.
j- El mayor conocimiento de nuestra historia, de nuestro folclore, de nuestra literatura, de nuestra música, de nuestras artes, de nuestras riquezas industriales, mineras, comerciales, agrícolas, o de cualquiera otra naturaleza.
K- La mayor identificación con la vida de nuestros grandes hombres en las ciencias, las artes, la política, etcétera.
L- Amar a América y luchar por el más estrecho acercamiento de todos los pueblos de este continente, tratando de que cada día sea más amplia la comprensión y más apretados los lazos que unen entre sí a nuestras naciones hermanas; a conocer los idiomas que se hablan en este hemisferio, la historia, las riquezas de América, la conveniencia de un más amplio intercambio artístico, cultural y económico, de modo que sea posible llegar a hacer cada día más grande y libre América para que pudiéramos aspirar a ser más grandes y libres los americanos.
M- Amar y propiciar la paz, la paz íntima de la familia, de la comunidad, de la patria y del mundo, mediante el entendimiento y buena fe de los hombres entre sí.
N- Ser sanos de cuerpo, de mente y de alma, de modo que el individuo esté capacitado para dar de sí y recibir y asimilar todo cuanto bien le otorga y exige la vida, de acuerdo con los dictados de la civilización, con lo cual se hacía posible llegar a una sociedad de hombres humanamente perfectos, en lo moral, en lo físico y en lo intelectual, y les permitiera desempeñar su cometido de la forma más armónica al progreso y civilización actuales.
O- Comprender la necesidad que tenemos los hombres de ayudarnos los unos a los otros, haciéndoles una realidad al alcance de quienes precisen cooperación como una caridad que debe agradecer quien la recibe, sino como un deber que debe cumplirse para propia satisfacción de quien la otorga únicamente.
P- Considerar el trabajo como potencia liberadora y altamente útil, única forma para conseguir el mayor bienestar económico de Cuba, a través de la industria, el comercio, la agricultura, la ganadería, la banca, la minería, el transporte, las artes manuales y domésticas y cuantas fuentes de riqueza sean explotables y hacer de las mismas vehículos de común utilidad, conducentes a un efectivo mejoramiento de todas las condiciones de vida de cuantos intervengan en su desarrollo, desde cualquiera posición que ocupan y lugar en que se encuentren.
Q- Amar a nuestros monumentos, nuestras obras de arte, nuestras riquezas arquitectónicas o históricas, y a propender a su conservación y cuidado para su mayor perdurabilidad.
R- Sentir un verdadero cariño hacia nuestra ciudad de La Habana, sus parques, sus edificios y todas sus bellezas, y luchar por el engrandecimiento de la misma, colocándola en el lugar que le corresponde como la capital de la tierra más hermosa que ojos humanos hayan visto.
S- Estimar y utilizar la radio-difusión, la prensa, el libro, la cinematografía, el teatro, la tribuna, y cuantas formas de expresión del pensamiento humano existen, como elementos de progreso y avance de nuestra civilización, considerando como un deber ineludible enaltecerlos y procurar todos los medios posibles que ellos hagan factible un verdadero mejoramiento de la vida del hombre, acorde con esos mismos adelantos que él ha creado para su bien, no para su destrucción.
La base organizativa del Radio Instituto de Cultura Popular eran sus asociados, los cuales con sus motivaciones, intereses y aspiraciones podrían pertenecer a esta Institución, y de total acuerdo con las doctrinas de la organización. Era una asociación de un contenido democrático, pues no existían distinciones raciales, religiosas o partidaristas. Lo obligatorio para sus miembros era aceptar, cumplir y respetar el Reglamento y los acuerdos que posteriormente se tomaren en concordancia con el mismo, siendo el número ilimitado.
Los asociados se denominarían Miembros de la Institución y se clasificarían como: Miembros fundadores, cooperadores de honor, de mérito y de número.
Para ser inscripto en la Institución como miembro era necesario formular la solicitud por escrito, de acuerdo con la forma que decidiera su mesa de gobierno, la cual era dirigida al Director General de la organización, que ordenaba las investigaciones pertinentes relacionadas con la conducta del aspirante, y se sometía a la consideración de la primera junta que celebre la Mesa de Gobierno, para su aprobación o denegación.
Eran estimados miembros fundadores los que prestaran su cooperación voluntaria y desinteresada al mayor éxito del programa radial que sirviera de base a la asociación; eran miembros cooperadores los que de una forma material superior en su valor a la cuota de socio de número, prestaran su concurso al desenvolvimiento económico de la Institución; los miembros de honor eran los que sin haber pertenecido al citado programa contribuyeran al éxito del mismo, en sus servicios o acciones y los que en lo futuro serían acreedores de dicha distinción, y miembros de número los que ingresaban en la Institución con posterioridad a la aprobación por el gobierno de la provincia de La Habana del Reglamento.
Los miembros fundadores, de honor y de mérito estarían exentos del pago de cuota, alguna, los miembros de número abonarían una cuota mensual de cuarenta centavos y los cooperadores, cuando no se trataba de personas o firmas comerciales, industriales o educacionales que utilizaban los medios de publicidad de la Institución para la inserción de anuncios, caso en el cual regiría una tarifa que se acordaba para los mismos, abonarían una cuota voluntaria siempre mayor que la asignada a los miembros de número. El haber sido designado, por la institución miembro de honor o de mérito de la misma, en gratitud a los servicios que habían prestado, no sería para que una persona o entidad, figurara además en la lista social como miembro cooperador o de número, si es que deseaba prestar su concurso para su mejor desenvolvimiento económico.
Las firmas o entidades asociadas a la Institución designarían un miembro de las mismas que las representaría en todos los actos que se celebraran cuyo nombre lo informarían previamente a la Dirección General, pudiendo ser sustituidos por cualquier otra persona cuando así lo desearan, pero siempre con el aviso previo del nombre del sustituto por escrito dirigido al Director General.
La falta de pago de dos mensualidades consecutivas de la cuota social, era motivo suficiente para que la Mesa de Gobierno entendiese que el asociado deseaba causar baja voluntariamente y así lo determinaba.
Una vez que un asociado se le daba baja y deseara ingresar en la Institución con el mismo número que ostentaba, tenía que abonar los recibos correspondientes al período de tiempo que haya mediado entre el último recibo pagado y la fecha en que deseaba regresar al seno de la colectividad.
La Institución consideraba como una prueba de valor personal la constancia demostrada por el asociado que sin causar baja había permanecido unido a la asociación por un término de tres años, fecha en la cual se le extendería un diploma demostrativo de esta distinción.
Para disfrutar de todos los beneficios sociales era requisito indispensable estar al día en el pago de la cuota social y presentar el recibo y carnet a los comisionados de puerta en cualquier acto que se celebrara, o presentarlos en la Dirección cuando se trataba de la solicitud de algún servicio de los que prestaba la Institución a sus miembros.
La dinámica interna del Radio Instituto de Cultura Popular nos demuestra su organicidad y la red de significaciones posibles entre sus asociados. Como además el Reglamento permitía el abordaje de las relaciones sociales de sus miembros con los demás componentes estéticos de su institución.
Las bases programáticas de la asociación nos declaran como los imaginarios sociales tienen una expresión en la solidez de la institución desde su experimentación, capacidad mediadora, comunicación y transformación del orden social, al mismo tiempo que condición de existencia de ese orden. En este sentido, analizar el Radio Instituto de Cultura Popular desde las coordenadas de los imaginarios sociales es adentrarse en los procesos identitarios donde se cimientan las subjetividades y la cultura como manera de percibir el mundo y de experimentar.
El Radio Instituto de Cultura Popular es uno de los ejemplos de las mediaciones culturales de su tiempo histórico, pues la institución abrió sus vasos a todas las complejidades del contexto, lo cual les aseguraba reconstruir, con distintos matices los procesos de afirmación de un habitus cultural identificador de la organización, que no podía ser bordado si no era desde el movimiento y el sostenimiento permanente de sus principios.
Bibliografía:
Radio Instituto de Cultura Popular. Fondo Registro de Asociaciones del Archivo Nacional. Legajo: 293.Expediente: 8413.