12 de octubre de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

Elena Burque

Aunque lo hiciera en uno de sus temas devenidos antológicos, Elena no necesitó pedir permiso para llegar hasta lo más profundo del sentir de los trasnochadores sedientos de nostalgias y bohemia

El 9 de junio del año 2002 viajó hacia el sitio donde radica el «para siempre» un sentimiento que se convirtió en mujer o una mujer que fue toda sentimiento.

Habita Elena Burque desde entonces -y como era su costumbre- en las notas de cada canto del que se apropiaran por derecho propio su poderosa voz y su intensa manera de entregarla, tal como ella misma se adueñara del alma de tantísimos cubanos amantes de su arte.

Veinte años después de su partida hacia otra dimensión de la existencia, sigue Elena adentrándose en la intimidad de quien quiera recobrarla en quién sabe cuántas grabaciones y videos, para volver a hacerse soberana del espacio y del tiempo abarcado por su soberbio timbre y su sensualidad criolla, y desbordarse todavía como un surtidor de sensaciones a veces innombrables, pero siempre bienvenidas como hallazgos de infinitos sobresaltos.

Aunque lo hiciera en uno de sus temas devenidos antológicos, Elena no necesitó pedir permiso para llegar hasta lo más profundo del sentir de los trasnochadores sedientos de nostalgias y bohemia: esos incurables románticos sobrevivientes de la posmodernidad, que se procuran viejos y conocidos estremecimientos en el disfrute de sus inigualables interpretaciones, para seguir admirando por siempre a Elena Burque.

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