26 de abril de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

Locutores: la radio ¿puerta a la TV?

¿Qué posibilidades le ofrecen los directores de programa a los jóvenes locutores? ¿Cuánto influye la remuneración salarial en la preferencia por una opción de trabajo? EN VIVO se acercó a una joven profesional de la palabra para desentrañar los acertijos de esta madeja

Esta joven tiene mucho de ingenio para descubrir el periodismo radial. Con asideros estéticos sólidos, Aneysi Rodríguez Hernández busca lo auténtico, lo diferente de cada historia en una contemporaneidad donde salirse de lo estereotipado se hace difícil.

Graduada de periodismo hace cuatro años, siempre encontró en la radio matices diversos para otra profesión: una depurada dicción, amplio vocabulario, improvisación amena; artilugios de un medio nada envejecido después de cumplir sus cien años… Al decir de esta “chiflada por la radio”, la locución podría ser uno de los valores añadidos imprescindibles de su quehacer.

“Los profesionales que trabajen en los medios deben pensarlos como el camino más viable para hacer mejor nuestro trabajo. Por eso acaricié la idea de un curso de habilitación. Si un día decidía tomar un descanso en el periodismo, tendría entonces la posibilidad de trabajar en la conducción, aun cuando esta tiene sus propias singularidades”.

Pero la aventura de sentarse ante un micrófono y probarse a sí misma sucedió mucho antes del curso para radio y televisión convocado por el Canal Habana. Radio Rebelde abrió un diapasón de oportunidades, que con su inexperiencia supo aprovechar al máximo.

Haciendo Radio, la estelar revista de la mañana de esa sexagenaria emisora, incentivó las posibilidades de la recién egresada al proponerle la lectura de noticias internacionales, en vivo y casi a primera vista. Cumpliendo doble misión: redactora y locutora de las propias informaciones, Aneysi se creció ante el impresionante momento en que el director anuncia: “Al aire”.

“Después me extrañaba al no tener miedo. Llegaba a la emisora a las cuatro de la madrugada y cuando estaba en la búsqueda de las noticias ya tenía que subir a leerlas; era muy rápido, y a veces no tenía tiempo ni de prepararme porque las internacionales tienen muchos nombres complicados de países, personas.

Después de esa prueba me confiaron el móvil de Haciendo Radio, que aunque por corto tiempo, creó las bases para la improvisación, difícil pero esencial en la locución, sobretodo, para lograr la coherencia y dinamismo en las ideas.

Temprano, de Radio Taíno llegó inesperadamente, justo cuando esta joven necesitaba escalar otro peldaño entre sus sueños profesionales. La primera emisión fue la peor, según nos cuenta. “Era sábado, día de más baja recepción, en horas de la mañana: entre 7 y 9, el director del espacio estaba muy calmado y yo nerviosa. Ahora me siento muy cómoda. Disfruto muchísimo la transmisión, que me ha permitido tener una mejor expresión oral porque demanda preparación intelectual; debes ir enlazando ideas, contactar en vivo con periodistas, corresponsales y necesitas tener una gran habilidad en el lenguaje, porque no puedes quedarte callada, tienes que hablar”.

Televisando desde la radio

“Una garantía para un locutor de televisión es la radio y las amplias posibilidades que ofrece al desarrollo profesional”, asegura Aneysi. Pero los atractivos de la televisión la sedujeron ante las tentativas de buscar nuevos derroteros. Esta joven radialista le encontró cierto encanto a la imagen, un medio de difusión masiva que atrae por lo complejo y bien remunerado.

Los reportajes de la revista De Tarde en Casa fueron sus pininos ante las cámaras, con apariciones cortas y la satisfacción de un cubículo de edición para evitar equivocaciones. Pronto llegó a sus manos un nuevo proyecto, cuyas características transformaban la percepción de la televisión grabada.

Hacer la conducción del programa Excelencias, dedicado a entrevistar a grandes personalidades de la cultura cubana y con 27 minutos al aire, fue un reto diferente. Compartir preguntas, consejos y experiencias con José María Vitier, Eslinda Núñez, Verónica Lynn, Gerardo Alfonso, Pablo Menéndez y otros iconos de nuestra realidad, tuvo detrás un trabajo de preparación con el guión, búsqueda de información y la confianza de hacer cada programa mejor.

Para Aneysi, en la locución de radio y televisión las herramientas de una se complementan con la otra, aun si los códigos de cada medio defienden sus particularidades. Pero algo es tácito: “la noción de tiempo aprendida en mis inicios radiales fue primordial para enfrentar la TV”. Decir en el menor tiempo posible todo lo que las personas requieren saber, con una pronunciación y articulación depuradas le ayudó a trasmitir un discurso más convincente.

¿Qué encontraste en la televisión para hacer ese salto desde la radio?

“No encuentro nada en particular. Hay personas que piensan en la popularidad que brinda la televisión; sin embargo, el programa que conduzco sale en Cubavisión Internacional, así que la mayoría de los cubanos no puede verme. Rechazo esa notoriedad, quisiera ser anónima la mayor parte del tiempo, aunque a veces es bueno, porque es la única forma de asumir nuevas propuestas de trabajo.

“Los directores te contratan si conocen tu quehacer y como uno siempre quiere salir adelante y desarrollarse profesionalmente, pues entonces la televisión te abre los caminos en ese sentido.

“El desarrollo de Internet y las nuevas tecnologías de la información han permitido adornar la televisión y hacerla más fascinante, restándole espacio y preferencia a las audiencias radiales -aunque no las van a suplantar-, por lo que lo audiovisual abre las posibilidades de darte a conocer”.

¿Cómo valoras el fenómeno de los jóvenes locutores que copan varios espacios en los medios?

“El locutor que tenga posibilidades de hacer la conducción de varios programas, ya sea una revista informativa o musical, y que además le quede bien, me parece acertado. Eso sí: no soy partidaria de que las personas enfrenten los proyectos porque piensan que los demás profesionales son incapaces. Esto sucede cuando el director se acomoda un poco y no busca, se niega al casting, y el joven locutor entra en un programa por sus recomendaciones.

“Por eso pienso que el “acaparamiento” en los mass media y las insatisfacciones del público con la imagen de los presentadores y conductores está dado porque los ‘encargados’ se encasillan con las mismas personas, la misma estética y forma de hacer. Gracias a los cursos de formación de locutores, muchos son los nuevos que se acercan a los medios, con lo cual cada vez es más diverso el proceso de selección.

Los directores suelen sufrir de este acomodo porque les funciona una determinada persona, pero como máximos responsables deben contar también con la audiencia. En esta decisión mucho podrían influir los estudios de recepción que realiza el Centro de Investigaciones del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) para evaluar la aceptación de un programa.”

Aneysi denuncia también un nuevo fenómeno en la locución de programas: “los jóvenes actores que hoy tienen alguna presencia en los espacios televisivos poseen deficiencias en su cultura general, pero piensan que al gozar de preparación en escena, se merecen un programa.

“En cambio a los periodistas nos circunscriben nada más a la noticia y tenemos capacidad para asumir otros proyectos. Y no limito a los actores, pero si existe una persona con formación periodística y además está habilitada como locutora, ofrecerle esos proyectos interesantes es una garantía.”

Brindar todas las opciones necesarias para que rostros nuevos puedan probar de qué madera están hechos es uno de los objetivos del Canal Habana y el Educativo 2: noveles espacios que le ofrecen oportunidades a los jóvenes y propician una competencia sana, donde los contrincantes explotan sus aptitudes al máximo nivel.

¿Por qué piensas que los jóvenes siempre buscan la televisión antes que la radio?

“En primer lugar porque no entienden, como yo, las diferencias de pago entre un medio y otro. La radio exige muchísimo, quizás más que la televisión en lo profesional y, por el contrario, te reporta menos monetariamente. Es un hecho: la juventud quiere salir adelante y las únicas posibilidades de lograrlo, crear comodidades y tener algo para el futuro es con dinero. En mi caso, grabo cuatro veces en el mes un programa de televisión y en este gano mucho más que saliendo al aire, diariamente, en la revista Temprano, de Radio Taíno, incluyendo los sábados.

“Conclusión: el amor al arte es gratificante, pero la realidad te aplasta. Entonces buscas alternativas en los dos medios. Si tienes posibilidades y además te gusta, pues continúas en ambos trabajos. En uno disfruto y en el otro, aunque también me es placentero, recibo mejor remuneración.

“Los jóvenes desechan la radio al estereotiparla como añeja; sin embargo, ese pensamiento solo demuestra el poco conocimiento que tienen sobre ella. La realidad es que muchas emisoras, incluso provinciales, le imprimen dinamismo a sus programaciones, en ocasiones mucho más logrado que en la pantalla chica”.

¿Qué pasa con la imagen de los espacios? ¿Cómo mantener un sello distintivo?

“Tener dos proyectos en la televisión y quizás en el mismo canal le resta identidad a los espacios. Eres la cara de un programa y del otro, y así sucesivamente. Como receptor puedes aburrirte de esa persona, aunque la imagen sea fresca y lo haga muy bien. Además, como profesional, le restas oportunidades a los demás, esas que recibiste al llegar. Los medios necesitan eso, lo auténtico”.

La imposibilidad de un sello distintivo para diferenciar un programa musical de otro informativo, o simplemente hacer un producto comunicativo con personalidad, es algo que todavía golpea a nuestros medios. La profesionalidad de cualquier joven debiera de responder a las habilidades y entrega a su trabajo, no al encasillamiento de los directores por rostros agradables. Esa debería ser la premisa de cualquier proyecto de radio o televisión: escoger las mejores aptitudes de un competente profesional, sin importar la juventud o experiencia, buscar inteligencia y creatividad.

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