Ñico Rojas en su centenario
El próximo 3 de agosto Cuba celebra el natalicio de una figura que, si bien goza de gran reconocimiento en el mundo tecnológico (fue el primero en recibir el Premio Nacional de Ingeniería Hidráulica), aun deja mucho por develar cuánto ha significado en el ámbito musical cubano.
Sin preparación académica, Ñico Rojas creó una importante cantidad de piezas instrumentales para guitarra que conceden especial significación a la vertiente popular del instrumento. Del mismo modo sus textos han marcado el sentir del cubano en canciones como Mi ayer, Sé consciente, Canción estudio, entre otras tantas bellas melodías.
Habanero con más de veinte años dedicados a trabajar en la ciudad de Matanzas, Ñico Rojas dejó su impronta en Radio 26, de Matanzas, durante los años 1955 y 1960, al ser anfitrión de un programa titulado Media hora con Ñico Rojas, en el cual, además de la música escogida, invitaba a un médico general o especialista, que se vinculara con el quehacer musical.
“En el transcurso de mi vida he visto unirse al médico y a la música, a través de un invisible cordón umbilical. Porque el médico sabe leer y hasta adivinar en los momentos en que el paciente calla y el músico sabe nutrirse de los sentimientos de la gente para elaborar su mundo sonoro, aun cuando el universo calle o llore”. Por esa razón, llegó Rojas a la radio matancera.
Una vez en Radio 26, los invitados eran los encargados de reflexionar acerca de la relación salud y arte, uniendo esa valoración a la música.
Cuenta en su anecdotario Ñico Rojas que, en una oportunidad, invitó al programa a un galeno del que ya muchos amigos habían dado fe de su valía profesional, sin embargo no habían hablado de sus dotes artísticas.
Ñico le preguntó en cuál tono cantaba y este le respondió que lo hacía en el de Armando Pico, el destacado cantante. “Me sorprendió un poco, pero cometí la torpeza de no comprobarlo antes. Comenzó aquel individuo a entonar y la imagen que tengo todavía de aquel momento es la del sonido que emite el silbato de un barco cuando va entrando a la bahía”, recuerda.
“Cuando llegué a casa, Eva (esposa de Ñico) no quería ni hablarme. Al otro día los saludos en la calle no eran alentadores y los comentarios alrededor del incidente eran desastrosos. Me di cuenta que el espacio gozaba de una considerable radio audiencia. Por tanto, cualquier cosa que sucediera con él resultaba importante para muchas personas”, añadió.
“Pasaron horas y me llegó la notificación de un dirigente del Estado que me citaba con urgencia a la oficina. Fui con cierto temor, presentía que el llamado tenía que ver con lo sucedido en el espacio radial. En cuanto me vio entre las cosas que recuerdo y las que la vergüenza no me deja repetir, emitió criterios como: ‘Ñico, ¿quién era ese individuo que usted llevó a su programa ayer?’ Usted parece que no se imagina el respeto que usted tiene en la emisora y lo que representa esa media hora para mucha gente, entre los que me incluyo. Fíjese, el respeto cuesta mucho trabajo obtenerlo, pero se pierde en un segundo ¿Me entiende, verdad?”, rememora el compositor.
“De veras había cometido un error tremendo”, señala Rojas, “me confié sin tener en cuenta algo sagrado en todo: la calidad, el valor de lo que se hace o dice. En eso va el éxito de cualquier proyecto y más, si se trata de trabajar en los medios de comunicación”.
“Las personas atentas a algún espacio, por sobre todas las cosas, lo están disfrutando, por tanto, los encargados de ese placer no tenemos derecho a decepcionarlos. Esa ha sido una máxima en mi trabajo para y por la música”, especificó el autor de Guajira a mi madre.
Ñico Rojas dejó también su impronta en espacios televisivos como Álbum de Cuba, dirigido por entonces por el maestro Adolfo Guzmán. Y es que Ñico Rojas era un alma hecha para la música y aun sin proponérselo tiene un espacio en la radio y la televisión cubanas.