19 de abril de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

Noticieros radiales en Cuba: Desafíos

Renovar su concepción y mirar la realidad con una nueva lupa constituyen desafíos hoy para los noticieros radiales en Cuba, a fin de cautivar al público joven
Haciendo radio Radio Rebelde

Haciendo radio Radio Rebelde

Los noticieros radiales tuvieron gran acogida en Europa durante los años 30, cuando se destacó La palabra, difundido por las emisoras españolas Radio Barcelona y Radio Madrid. Refiere el prestigioso radialista e investigador cubano, Renaldo Infante, que en la Mayor de las Antillas le corresponde al inventor Luis Casas Romero el mérito de realizar el primer noticiero radial del país, que incluía un boletín sobre el estado del tiempo.

Quienes dirigían estos espacios comenzaron a buscar poco a poco una manera más eficaz de llegar a los oyentes. Aparecieron nuevos conceptos y formas de narrar, los cuales, con el tiempo, fueron moldeándose hasta llegar a lo que hoy conocemos como un noticiero radial.

“Un noticiero responde a las mismas leyes de un espectáculo musical o una película, únicamente cambia el contenido; las maneras de atraer a la audiencia son las mismas”, explica Ismael Rensoli, director de Haciendo radio, en Radio Rebelde, uno de los espacios más escuchados a nivel nacional.

De acuerdo con Demetrio Villaurrutia, al frente del Noticiero Nacional de Radio, “hacer un noticiero implica un proceso que va mucho más allá de la salida al aire. Conlleva discutir los errores con todos los participantes, por ejemplo, o por qué lo concebido no ocurrió como se esperaba”.

Según Villaurrutia, no se puede pensar que el noticiero de hoy se parecerá al de mañana. “Quien lo crea está equivocado, porque cada espacio es distinto; aunque tengan como soporte técnicas similares, sus contenidos y retos difieren”.

Otra manera de decir

Si bien al inicio los noticieros radiales acapararon el interés de los criollos, tras la aparición de las nuevas tecnologías han devenido meros espacios informativos con una audiencia cada vez menor, señalan encuestas y entrevistas recientes.

“No los escucho porque siempre son iguales. De la radio prefiero los programas musicales, y ya ni eso pues la música la puedo escuchar cuando quiera por otras vías”, comentó Belkis Izquierdo, una joven villaclareña de paso por La Habana.

José Mompié, Agustina Hidalgo y Arturo Villarreal, tres capitalinos no tan jóvenes como Belkis, coinciden en que a veces escuchan el gigante informativo Haciendo radio, pero usualmente se informan por la televisión que les resulta más atractiva y entienden mejor los mensajes.

De acuerdo con el doctor Raúl Garcés, esto se debe a que “junto a la creciente modernización tecnológica de las emisoras y la creatividad de un significativo número de realizadores, coexisten fórmulas rutinarias, esquemas narrativos demasiado predecibles y un estilo de comunicación que, a fuerza de repetirse de un lado al otro del dial, tiende a perder su potencialidad dialógica”[1].

Los retos de nuestros noticieros radiales son cada vez mayores. “Hay que parecerse cada vez más a los cubanos, a las expectativas de la gente, sus problemas y sueños, a la realidad”, apuntó Rensoli.

“En la radio prima una ley fundamental: conocer al público; de lo contrario pierdes el tiempo, gastas pólvora en salvas. Hay que conocerlo para llegar a él, saber cómo entrar y salir, motivarlo, captar su atención”, subrayó Infante.

Villaurrutia añade que es necesario corresponder a la opinión pública, “o sea, interactuar en un camino de dos vías: nosotros hacia ellos, informarlos; pero teniéndolos en cuenta, porque actúan como un espejo”.

Otro de los problemas, acota, está relacionado con los directores de los noticieros, quienes deben conocer los códigos radiofónicos, y “también el acontecer diario, es muy importante que coexistan los conocimientos artístico-dramatúrgicos con los periodísticos”.

Sin embargo, no todos armonizan con esa postura. Rensoli sostiene: “Resulta bueno que un periodista dirija un noticiero, porque domina las esencias de la profesión; pero primordialmente requiere talento y saber lo que se hace. Se puede ser un gran reportero y desconocer las leyes de la comunicación y del medio. El nivel de información, agudeza y olfato sobre los temas determina”.

En ese sentido, Villaurrutia asevera que unos potencian el contenido y otros la forma: “Pero ambos deben marchar juntos. Cuando un periodista aprende los conocimientos dramatúrgicos, técnicas de montaje, yuxtaposición de elementos, se prepara y posee además sensibilidad artística, es capaz de realizar un noticiero de principio a fin. Y aún es insuficiente si desconoce las características de las audiencias”.

La radio, al decir de Mariano Cebrián, catedrático de Periodismo de la Universidad Complutense de Madrid, “es cuestión de intimidad, casi como una relación pasional entre emisor y oyente”.

Según el teórico español, este pálpito se ha sustituido por la rutina informativa, el relato fosilizado, el contenido predeterminado. Y agrega: “cada día la narración es más rígida, más escueta y menos fresca”.

Expertos destacan que en la actualidad, a escala mundial, quienes hacen radio muestran desinterés por el producto, la programación, el contenido y la audiencia. No obstante, quienes abogan por los noticieros radiales en nuestro país piensan que estos espacios se mantendrán.

Renaldo Infante apunta: “Aunque Internet cobra auge, al igual que los medios audiovisuales, los noticieros radiales continuarán porque existen diferencias entre los medios que permiten su supervivencia”.

A los cubanos les gusta utilizar varias vías de información, constatar qué dice cada uno. “No es un problema de desechar un medio, sino de incorporar otra manera de decir”, asevera Villaurrutia.

Conquistar nuevas audiencias

“En la Isla, como en otras latitudes, el público joven tiende a privilegiar el audiovisual por encima de la escucha y la lectura de noticias”[2], subraya Garcés y complementa: “las evidencias sugieren que muchas emisoras deben trascender el círculo vicioso de los mismos públicos receptores y conquistar nuevas audiencias”.

Si las personas que tributan a los noticieros radiales mantienen los viejos cánones, estructuras, moldes y discursos, resultará muy difícil atraer a la juventud.

“Muchas veces los horarios de estos espacios son inadecuados para las nuevas generaciones. Aun así, podemos esforzarnos. Con ese afán, debemos renovar el discurso”, comenta Villaurrutia.

A juicio de Rensoli urge encontrar la manera de captar el interés de los jóvenes, por ejemplo, sobre los resultados de la zafra azucarera. “Se requiere una alta cuota de creatividad. El éxito reside en readecuar, no en renunciar a los temas”.

Ciertamente la radiodifusión exige un vuelco, ver la realidad de modo más creativo. “Existe el talento. Solo debemos romper la inercia que a veces nos agobia. Ese es el reto de los creadores”, destacó el director de Haciendo radio.

Como dijo José Martí: “Las palabras deshonran cuando no llevan detrás un corazón limpio y entero. Las palabras están de más, cuando no fundan, cuando no esclarecen, cuando no atraen, cuando no añaden”.

[1] Garcés, Raúl (2007). La crisis de los discursos radiofónicos, no. 62. La Laguna (Tenerife). Disponible en http://www.ull.es/publicaciones/latina/200719RaulGarces.htm

[2] Ibídem

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