Revelando lo invisible
Sea desde las casi mágicas posibilidades digitales de las soluciones gráficas computadorizadas o desde el más simple telón de fondo con una imagen adecuada, el cine, la televisión y hasta el teatro, dependen en buena medida de una ilusión fabricada por un, a veces ignorado, pero vital profesional. El director de arte resulta ser esa suerte de hechicero que elabora entornos y lleva un gran peso en la concepción de cualquier historia. A su cargo está la creación, para decirlo en pocas palabras, de todo el ambiente donde ocurre lo que se cuenta.
Coinciden algunos criterios en que, en ocasiones, la labor de este artista ha sido un tanto preterida y hasta se suprime su crédito en algunas fichas de películas y programas. En aras de aportar un granito de arena que ubique en su justo sitio a estos especialistas, la editorial En vivo ofrece el título La verdad de lo invisible. Vivencias de un director de arte, impreso bajo la firma de Luis Lacosta.
Del autor bastaría citar la muy extensa lista de películas, obras de teatro y espacios televisivos que han contado con su experiencia. El trabajo de unas cinco décadas dedicadas a estos medios como escenógrafo y director de arte, son cartas credenciales más que suficientes. El amplio contenido del texto, sus recuerdos y enseñanzas, en buena medida son también el recuento de toda una vida de labor.
Para dejar en claro algunos conceptos capitales, nada mejor que las palabras de Luciano Castillo en el prólogo de esta obra. “El director de arte no sólo es el diseñador de los sets requeridos o el encargado de remodelar locaciones seleccionadas de acuerdo con las exigencias del argumento, sino que con el trabajo estrecho con el realizador, el director de fotografía y el diseñador de vestuario contribuye a crear la atmósfera visual de un filme.” Como bien recuerda Castillo, en cita al profesor Jean Tulard, el cine “es el arte de la ilusión y el decorado desempeña en él una función esencial.”
En opinión del propio autor, el director de arte necesita una formación amplia, que abarca diversas materias. Un profesional de este ramo “debe tener un alto nivel de instrucción general y poseer una vasta cultura, dominar la historia del arte, también debe conocer la construcción escenográfica (…) y todos aquellos elementos indispensables para una producción audiovisual. Debe tener conocimiento de los sistemas de iluminación, de los equipos de cámara (…). Debe conocer y diseñar efectos especiales en general, conocer las reglas y los efectos del maquillaje, diseño de caracterizaciones, la importancia y conveniencia del vestuario y las distintas variedades de telas, su envejecimiento y pátinas, los estilos arquitectónicos, los requisitos y fundamentos de la decoración de interiores. Siempre debe estar actualizado al máximo en los nuevos conceptos y avances tecnológicos que se introducen en las producciones audiovisuales”.
Aunque un texto como este se dirige en primer término a los especialistas afines, en especial a los estudiantes o a cualquiera que se inicie en tales lides, su contenido tampoco excluye a otros públicos. Para el cinéfilo de ley será un gusto y un gratificante aprendizaje, desentrañar algunos de los secretos que la pantalla grande esconde entre sus escenografías y fondos. Nada desdeñables resultan las abundantes anécdotas, muchas de ellas referidas a algunas estupendas piezas cinematográficas y televisivas, que recorren las páginas.
Un amplio recorrido por la historia de esta manifestación, la definición de sus conceptos y basamentos teóricos principales, las soluciones ante determinados escollos, entre otros variopintos temas relacionados con el cine, la televisión y el teatro, se cuentan entre los contenidos de la obra. Además, se incluyen distintas entrevistas sobre las experiencias de trabajo del propio Luis Lacosta y un profuso apoyo gráfico. También, además de un glosario de términos afines, hay dos significativas listas. En una se detallan las películas del cine mundial que han sido premiadas por su dirección de arte y diseño escenográfico. La otra enumera las mejores películas del cine cubano en esos rubros.
Como se ve, tenemos acá un libro necesario y útil, cuya lectura dejará provechosos dividendos de saber a los interesados. Las pantallas de papel de La verdad de lo invisible esperan por ser abiertas.