¡Todo incluido!
Periodistas de la radio en el exterior
El reto comienza antes de abordar el avión. Como un soldado bien equipado y previsor, el periodista de la radio repasa su equipaje técnico y toma precauciones respecto a la tecnología indispensable para el oficio: grabadoras, baterías, y soportes a través de los cuales poder trasmitir.
En algunos casos, realizadores de sonido acompañan a los reporteros en coberturas fuera del país. Sin embargo, cuando son enviados sin los editores, sobreviene una película de “acción y aventuras”. Aún así, entre las barreras impuestas por las diferencias culturales, idiomáticas o de otra índole, los profesionales de la prensa radial ponen a prueba agilidad y pericia, a fin de cumplir la misión con efectividad.
Mientras el periodista de la televisión viaja acompañado de un equipo (camarógrafo y editor), y el de la prensa plana transporta su Laptop con acceso a Internet; el de la radio se encuentra muchas veces “desprotegido”, carente incluso de un teléfono portátil, el mejor aliado para determinadas coberturas.
Los desafíos devienen tropiezos inusitados, experiencias únicas que con el devenir, se convierten en añorados o jocosos recuerdos de vivencias irrepetibles. El descanso, la alimentación, la nostalgia, pasan a un segundo plano, porque en el cuerpo y la mente, como un todo incluido, los periodistas radiales solo apuestan por hacerlo bien.
DESAMPARADO A VECES, PERO SIN DORMIRSE EN LOS LAURELES
Si nos garantizan un teléfono, se puede hacer la cobertura, afirma con resolución Bárbara Betancourt Abreu, a quien los cubanos han escuchado en no pocas ocasiones, desde diversas regiones del mundo. Con una voz bendecida por la locución y el periodismo, su trayectoria profesional acumula tantas historias que cuesta enumerarlas.
Como reportera de Radio Habana Cuba, y más aún, como enviada especial de la radio cubana, ha podido narrar desde 1985, Cumbres Iberoamericanas, el Grupo de los 77, los No Alineados, la Comunidad de Estados del Caribe, Petrocaribe, tomas de posesión de presidentes, etc. A partir de 1993, comenzó a cubrir los viajes de los principales dirigentes a otras naciones. Por tanto, gratos y desafiantes recuerdos evoca cuando, de periodista, pasa a entrevistada de En Vivo.
Siempre toma en cuenta el tiempo. Cuando se encuentra fuera del archipiélago, nunca cambia la hora de Cuba de su reloj de pulsera. Ha trasmitido desde los teléfonos más increíbles, porque la apasiona aprovechar las entradas en “vivo y en directo”, a cualquier programa informativo de Radio Rebelde, Radio Habana Cuba y Radio Progreso.
“Si existe el talento para describir lo que está pasando, eso es insuperable: pero es imprescindible un teléfono para transmitir qué sucede ‘aquí’ y ‘ahora’. Siempre tenemos una opción informativa. En la mayoría de las ocasiones vamos como corresponsales y tenemos que atender el perfil de los programas informativos de las emisoras nacionales. Es poco el descanso personal, porque el trabajo es lo primero”.
Además, precisa la experimentada periodista, se debe velar el tiempo: “El Noticiero Nacional de Radio exige concreción; en Haciendo Radio, de Radio Rebelde, puedes extenderte un poco más en las mañanas; Radio Habana Cuba permite informaciones de tres o cuatro minutos.
“El periodista de la radio, y lo digo responsablemente, en ocasiones está en el más absoluto desamparo. A veces tienes un teléfono solo para llamar a Cuba y pedir que te llamen. O sea, no eres dueña de tu tiempo, y tienes que hacerlo todo”.
Como fiel defensora de la inmediatez, ¿cómo valoras el aprovechamiento de este recurso en las coberturas periodísticas desde el exterior?
“En coberturas largas, similar a las que sostiene el corresponsal de la radio en Venezuela, como no es meramente noticiosa, no urgen las salidas en vivo; pero en las informativas, a donde vas generalmente solo, y se debe tributar noticias ajustadas al perfil de medios y emisoras diferentes, la primicia tiene que ser la aspiración”.
La edición contra reloj no resulta viable, ¿cómo haces para no perder tiempo?
“No resuelve mucho aspirar a que el periodista pueda hacer todo en una computadora. Si va con un editor, quizás pueda cumplir su cometido, pero siempre dudo que se haga con la velocidad de transmisión requerida. Dificultades técnicas e insuficiencias desde el punto de vista de capacidad de las redes, etc., pueden entorpecer el proceso, porque son muchos reportes al día, entre cuatro y cinco para Radio Rebelde, dos o tres Radio Progreso, y cuatro o cinco de Radio Habana Cuba. Es demasiado.
“Por tanto, me llevo en ocasiones hasta tres grabadoras. Cuando voy a trasmitir, utilizo la de casete, pues tiene la bocina grande. Tener duplicada la información me permite luego combinar ambas grabaciones, una con mejor sonido ambiente y la otra con calidad digital para la edición, porque nuestras grabadoras digitales actuales no son ideales para trasmitir sonidos.
“Habrá que seguir exigiendo, a pesar de los avances científico técnicos, la necesidad de garantizarnos un teléfono, mediante el cual poder reportar las vivencias del momento. La radio es inmediatez, y no se deja para luego lo que está sucediendo. Debemos aspirar a viajar con un editor. ¿A qué periodista de la televisión se le exige ser camarógrafo y editor? Tenemos la desventaja de, en el lugar de los hechos, pensar al unísono en la redacción, contra reloj, porque la radio siempre está en cierre”.
Bárbara Betancourt Abreu se acostumbró a sortear obstáculos. Jamás se duerme en los laureles y busca alternativas. La plataforma de aeropuertos, lobbies de hoteles o salones de protocolo, los ha convertido en espectaculares “cabinas” de transmisión. Así, afloran anécdotas imborrables en su currículo profesional.
“He trasmitido por los teléfonos más increíbles del mundo, por ejemplo, del despacho del gobernador de Minas Gerais, estado del sudeste de Brasil, cuando terminamos una cumbre en Río de Janeiro. El Comandante en Jefe Fidel Castro fue a visitar al ex presidente Itamar Franco, gobernador de ese estado.
“La transmisión por cuatro hilos había quedado en el hotel donde nos alojábamos. Recuerdo que le arrebaté el teléfono a alguien y le dije: ‘nada más es para que me llamen’. Pregunté a qué número me podían llamar desde Cuba. A los diez minutos recibo la llamada y me dispuse en aquel salón elegante a hacer el reporte, a partir de notas sobre la presencia de Fidel y su encuentro posterior con estudiantes de secundaria.
“Estaba transmitiendo en voz alta, para La Habana, cuando abrieron la puerta y entraron Itamar y Fidel. Me quedé pasmada, pero seguí, no podía parar y el Comandante me dijo que siguiera, que él estaría escuchando. Eso me reconfortó mucho.
“Sin embargo, uno de los recuerdos más amenos fue cuando, en un centro de prensa de Sudáfrica, trasmitía desde un monitor con un circuito cerrado, la llegada de Fidel a ese país. La señal televisiva llegaba en vivo desde el aeropuerto. Me coloqué los audífonos para trasmitir para Radio Rebelde. Estaba muy entonada con mi reporte, dando los detalles del contexto y cuando termino y me quito los audífonos, qué graciosa sorpresa, todos en la sala empezaron a aplaudir”.
Para esta sagaz reportera, cada cobertura en el extranjero constituye un tesoro intangible donde ha colocado en alto el nombre de Cuba y de los periodistas de la radio, escuelas insuperables que la práctica transforma en conocimientos y hechos.
SIN FRONTERAS A LA INMEDIATEZ: LOS DESAFÍOS DE ANA TERESA
Como a Bárbara, a Ana Teresa Vadía se le observa frecuentemente en el espacio de la Mesa Redonda. No obstante, la radio es el medio donde creció y alcanzó un reconocimiento profesional, en este caso, en Radio Rebelde. Para la eterna villaclareña, el primer reto de este tipo de coberturas, es profesional. Solo la diaria preparación y el exquisito conocimiento, contribuyen a una buena cobertura en el extranjero, apunta.
“Por ejemplo, recuerdo la cobertura en vivo al Tuxco 97, rememoración de la ruta de los expedicionarios del yate Granma por parte de jóvenes cubanos. En esa oportunidad, los reportes se hacían a través de las ondas de radio de la embarcación en la cual viajábamos. ¡Una innovación! Esa es una de las mejores contribuciones que recuerdo, gracias a técnicos como Bruno Suárez y al diseño informativo de Magali García Moré.
“Nunca olvidaré la primera transmisión en vivo para el entonces Exclusivo de Rebelde, donde pude dialogar con César Arredondo. Se requirió una afinada maquinaria que hoy, en ocasiones, echo de menos. Lo primero es comprender que, quien está en la cobertura, como quienes se encuentran en las emisoras, son uno solo”.
Junto a otros compañeros, Ana Teresa ha tenido el privilegio de cubrir viajes, cumbres y actividades donde participó el Comandante en Jefe. Otro gran desafío fue el desastre natural en el estado de Vargas, en Venezuela, durante 1999.
“Aquellas jornadas intensas las compartí con el técnico Roberto González. Trabajábamos durante días y noches, acompañados a veces del olor a cadáveres, del dolor ajeno y del nuestro. Fue la primera vez que entendí, era muy joven, cuán difícil es para un periodista, en ciertos momentos, separar la emoción de la noticia, sobre todo en la radio, donde la voz desempeña un papel tan importante, y que a veces se quiebra por la emoción.
“Una sensación similar la sentí durante el homenaje a los mártires de la voladura del avión de Cubana de Aviación, en el monumento frente a las costas de Barbados. Llegamos allí en 2005, a recordarlos junto a Fidel y a familiares de las víctimas. En ese instante, me llamaron para un reporte del programa Así (Radio Rebelde). Nunca se me olvida: no pude transmitir, tuvieron que esperar cinco minutos. Lo confieso públicamente por primera vez: la emoción no me dejó reportar.”
¿Qué diferencias encuentras entre el ayer y el hoy de las coberturas periodísticas fuera de Cuba?
“En la actualidad ocurren otras problemáticas. A veces la radio no está ‘dónde tiene que estar’. Me he preguntado por qué la radio no estuvo en Paquistán durante el terremoto de 2005, junto a nuestros médicos; por qué no está en Bolivia o Haití, donde permanecen periodistas de otros medios. Esa pudiera ser un punto para iniciar un debate.
“Cada vez más el periodista debe conocer la técnica. Se pudiera aprovechar mejor el influjo de las nuevas tecnologías, las transmisiones por FTP u otras vías. No obstante, en determinados momentos hay que volver a los orígenes. Recuerdo a Ryszard Kapuscinski, el polaco considerado como el mejor reportero del siglo XX, en su Reportero del tercer mundo, donde dice que la utopía de los poderes de comunicación mundial radica en considerar que con la actual tecnología, todo se resuelve.
“Eso lo confirmé en 2006, en el complejo arquitectónico Tiahuanaco, en el altiplano boliviano, durante la toma de posesión del presidente Evo Morales. Llegamos al lugar casi mil periodistas del mundo, ataviados con la más moderna tecnología. Y cuál no sería la sorpresa al constatar que no había cobertura celular, ni señal de Internet. Imagínate, a 3 mil metros sobre el nivel del mar. Allí valoré mucho más el papel de la radio, único medio que llegaba al lugar”.
“Por cierto, en el exterior hay que permanecer entre la gente sobre la cual se va, se quiere o se piensa hablar. Eso es inviolable. De lo contrario, como diría ese grande del periodismo, no tenemos derecho ni a hablar de ellas”.
¿Y aún teniendo los recursos, se desaprovecha la inmediatez de la radio?
“En ocasiones se desaprovechan las transmisiones en vivo, esenciales para la radio. Diversos estudios demuestran su impacto en las audiencias, porque el oyente tiende a rechazar lo ensayado o convenido previamente. No se recibe igual un reporte grabado, en frío, que la calidez o proximidad ‘en vivo’.
“Siempre defiendo el trabajo en colectivo. Una cobertura depende de directivos de la información, experimentados y atentos a las diferencias entre los lenguajes mediáticos; luego, de un equipo en la emisora y de la dirección del programa. No siempre se está consciente de la importancia de lo que saldrá al aire, y como algunos desconocen el trabajo periodístico, no siempre comprenden lo que es una ‘noticia’ y posponen el pase; o peor aún, lo obvian. Quien establezca fronteras a la inmediatez en la radio, mata su sentido, riqueza y posibilidades”.
Cuando dos experimentadas colegas de la radio valoran aspectos que hoy laceran el buen desempeño de una cobertura periodística fuera del verde caimán, solo amerita reflexionar. Amén mi escueta trayectoria periodística, una reciente oportunidad durante el XVII Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, celebrado en Sudáfrica, puso a prueba cuanto aprendí durante cinco años de carrera.
Me permitió, asimismo, desarrollar la perspicacia imprescindible para trabajar en situaciones similares, cuando la responsabilidad recae en una sola persona: el enviado especial de la radio cubana. Del lado de allá, se encontraba un país definido por colegas y públicos atentos a nuestros reportes; del lado de acá, la única y engorrosa encomienda de procurar, tras cualquier circunstancia, un medio para trasmitir.
La esencia del asunto apunta a factores fundamentalmente objetivos, los cuales hoy no “acompañan” como antes, al periodista. Ante todo se impone la voluntad y el esfuerzo: con ellos y un teléfono, puede defenderse la inmediatez de la radio.