Voces que danzan
Dentro de las manifestaciones artísticas que el ser humano se ha inventado para expresarse, contar sus imaginerías y verdades y hasta para responderse las grandes y pequeñas preguntas que acompañan su existencia, la danza es sin duda una de las más sublimes. De sus muchas manifestaciones, aunque sin desdorar ninguna otra, el ballet sigue siendo sueño y cumbre para millares de personas en todo el mundo. Tal vez porque en su entramado se unen la destreza y la gracia atlética física para contar esas historias desde el cuerpo, por la necesidad de esa capacidad expresiva heredada del teatro y por la inevitable presencia de la música.
En Cuba, casi huelga decirlo, hay una asentada y sólida tradición danzaria, presente en los muchos géneros de este arte. En el ballet, en específico, no son pocas las figuras que han sembrado triunfos y cosechado aplausos en nuestros escenarios y en arenas internacionales. Entonces, un libro donde el ballet, y más, un buen grupo de algunas de sus excelsas figuras nacionales y foráneas resultan ser los protagonistas es siempre una propuesta atractiva. En Por una danza sin fronteras, de la periodista Martha Sánchez y que publica la Editorial En vivo, se trasmutan en páginas los escenarios y en respuestas los movimientos.
La autora es periodista de la redacción de la Agencia Prensa Latina. Fruto de su labor, posee una amplia hoja de creación periodística y de realización documental sobre diversas temáticas, en medios como el radial y el televisivo, entre otros espacios. Vale subrayar que algunos de esos trabajos han sido galardonados en varias ocasiones en concursos nacionales. En predios cercanos a la danza, exhibe como palmarés una amplia colaboración con diversos medios especializados de prensa, como las revistas Danzahoy, Danzaballet y En blanco y negro, así como su participación en las conferencias de los Encuentros Internacionales de Ballet, entre otras actividades afines a esta expresión.
El volumen que glosamos agrupa 11 entrevistas donde se mezclan invitados cubanos y extranjeros. Uno de sus indiscutibles valores, en especial en los nombres que proceden del terruño criollo, es que aparecen los criterios de buena parte de lo que más vale y brilla de la escena clásica cubana.
Como bien dice en el prólogo el periodista Jorge Petinaud Martínez, resulta muy pertinente la felicitación a los editores “por la iniciativa de agrupar en un pequeño pero culturalmente gigantesco volumen este compendio imprescindible desde ya para especialistas, diletantes y simples amantes de la buena lectura”.
Si tales lectores son, además, seguidores del ballet, el valor de este texto se multiplica. Destaca también el conocimiento de la periodista, manifiesto en cada uno de los diálogos y en la redacción. Con bien labrada discreción, aunque obviamente interviene, esclarece, conduce y retrata cuando resulta necesario, a la vez deja escuchar la voz de cada protagonista y logra que sean estas palabras las que aparezcan en el proscenio de cada diálogo.
Apenas un recorrido por los convocados a este baile de respuestas bastará para despertar los apetitos de los seguidores del ballet. Entre los nombres de quienes dialogan en este volumen están Alicia, Fernando y Laura Alonso, figuras estas que no requieren de más presentación o lustre que el de sus vidas ligadas a la danza en Cuba. Desfilan también artistas de renombre como Agnes Letestú, José Martínez, Tamara Rojo, José Martin y Maximiliano Guerra.
Los broches dorados llegan con las entrevistas a un bailarín fuera de serie como Carlos Acosta; a la actual Directora del Ballet Nacional de Cuba y, por supuesto, destacadísima bailarina Viengsay Valdés y a esa maestra imprescindible, a la que tanto debe el ballet cubano, que responde al nombre de Ramona de Saa. No es ocioso apuntar que detrás de los nombres, está la anécdota, la historia particular, el largo camino de dolores y sacrificios que entraña lograr, no ya el éxito, sino además la satisfacción vital ante lo que se hace.
Queda hecha la invitación para adentrarse en las páginas de este volumen. De puntillas y a punto de subir el telón, las pantallas de papel de Por una danza sin fronteras esperan por ser abiertas.