Acercamientos al proceso de categorizaciones artísticas
Entre mediados de agosto y hasta finales de octubre se desarrolló en la capital cubana el proceso de evaluación artística de los directores de programas que laboran en cinco emisoras nacionales: Radio Rebelde, Progreso, Taíno, CMBF y Enciclopedia, en la internacional Radio Habana Cuba y en las provinciales: Metropolitana, la COCO, Radio Ciudad de La Habana y Cadena Habana.
Para Bruno Suárez Romero, presidente del Tribunal de evaluaciones de los directores radiales en La Habana, la definición de arte hay que buscarla en los libros de Filosofía y Estética, donde esa categoría se asocia con la belleza, “y eso es, digamos, el principio de existencia de todo lo que pretendemos valorar”.
El multipremiado radialista advierte: “Si reconocemos que determinada obra realizada en un medio puede ser considerada artística el que la hace debe ser también un artista”.
Dentro del mundo del arte se reconocen a profesionales como: cantantes, actores, directores teatrales, artistas circenses, bailarines, entre otros.
“En la caso de la radio y la televisión algunas profesiones provienen de esa tradición, pero además hay un grupo de actividades que por su impronta y nivel de elaboración —o bien manual o donde medie especialmente la interpretación de la subjetividad, aunque tengan un soporte, fundamentalmente técnico—, tambien se consideran artísticas.
“Ese es el caso del diseño de luces, la fotografía, la realización de sonido, la musicalización, realización de efectos, escenografía y ambientación”.
Entonces ¿La radiodifusión: es arte o no?
Según Suárez Romero, la crítica especializada (aún insuficiente para el medio) concursos como el Caracol –que convoca la Asociación de Cine, Radio y Televisión (ACRTV) de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac)–, o los festivales nacionales de la radio han contribuido a legitimar el carácter artístico de determinadas obras y géneros dentro de la radio.
“Las necesidades de consumo del arte llevaron a que se les diera mayor protagonismo a los artistas”, reconoce.
“Con el surgimiento de la Uneac, en 1961, y de su ACRTV, en 1977, se comenzó a reconocer mucho más a artistas de determinadas formas laborales dentro de nuestros medios: específicamente a los directores, actores, asesores, editores, escritores y locutores de radio”.
“Se robustece esta legitimidad al crearse, en 1988, la hoy llamada Facultad de Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual de la Universidad de las Artes que incluía en su programa curricular a la radio”, explica Suárez Romero.
Comisiones para evaluar la subjetividad
En opinión del radialista que ha presidido el Tribunal de evaluación de sus colegas directores durante casi una década, la génesis del mismo puede encontrarse en el sistema de enseñanza artística: “Me imagino que a mediados de los 70 o inicios de los 80 haya empezado a proyectarse la necesidad de categorizar a los artistas de los medios”, señala.
Y agrega: “La creación de Comisiones para evaluar la sensibilidad de este tipo de artistas me parece que es algo auténticamente cubano. Sabemos que en el capitalismo un gran director, un músico, un guionista puede ganar gran cantidad de dinero y es reconocido por la crítica especializada, los eventos donde socializa su obra y las escuelas donde se forma, pero no tenemos referencias de cómo se organiza, en lo laboral, el pago de la mayoría de los artistas”.
“En Cuba esos procesos responden a la manera en que una sociedad Socialista como la nuestra concibe, organiza y proyecta la legitimación de su fuerza laboral.
“El objetivo de la Comisión debe ser promover al artista a un nivel superior al que posee, a partir de los resultados de trabajo acumulados en al menos dos años de labor”.
Al interior del Tribunal
Por la naturaleza eminentemente sonora del medio los radialistas deben ser capaces de contar historias, jeraquizar la información y distribuir los textos a lo largo de una emisión, valiéndose de determinados elementos que pueden tributar al discurso final.
“Como tribunal buscamos que los directores muestren un poder organizativo y de subordinación, en el mejor sentido del término, de su colectivo de trabajo, a una idea o un enfoque estético, a partir de conocimientos bien fundamentados de los temas que van a tratar”, advirtió este profesional.
“Procuramos que el director haga un buen ensayo, que use las voces de mando adecuadas para que se cumplan todos sus preceptos, que realice un ejercicio intelectual con su equipo: plantee su punto de vista, un super objetivo y otros objetivos de importancia para que la obra que va a desarrollar tenga valores”.
Especifica Bruno que igualmente se evalúa la musicalidad, capacidad para interpretar el ritmo, la melodía, el oído musical y la memoria auditiva.
Previo a la categorización del trabajador, los integrantes de la Comisión leen su expediente artístico. Luego ven el desenvolvimiento en escena del director.
“El proceso se hace complejo para el tribunal porque tiene un gran rango de subjetividad y eso es algo intangible, al menos no se puede llevar a dígitos. A partir de los criterios de un tribunal impar se determina si esa persona reúne las condiciones para ser valorado como un artista de tercer, segundo o primer nivel”.
Luces y sombras
“La mayoría de los artistas que evaluamos son formados en escuelas ramales. Son personas que quizás estudiaron una carrera, afín o no con su actual profesión, y se titularon en un curso de habilitación, donde muchos de nosotros participamos como profesores. Ese curso no te da todas las herramientas: la experiencia se adquiere con el ejercicio profesional”, expresa el presidente del Tribunal de evaluaciones de los directores radiales en La Habana.
“He escuchado decir a muchos compañeros, incluso de las Comisiones, que debería existir otra forma de valorar la calidad del trabajo de los artistas en los medios y no tomar como parte del aval su formación sino más bien el talento”, apunta el presidente del tribunal”, asevera.
Algunas personas hacen alusión, dice, a la historia de determinadas organizaciones radiales y televisivas, que existieron antes de 1959 como el Colegio Nacional de Locutores.
“El administrativo que estaba al frente de la contratación en una planta radial era quien decidía si contrataba al artista al comprobar sus potencialidades”.
“Veo caminos empedrados en las dos direcciones: tanto en el directivo, con toda la capacidad y el poder económico para decidir a quién quiere contratar, como en el proceso de someter a un artista a una Comisión integrada por personas con determinada maestría. Lo que hacemos es para no dejar exclusivamente en manos administrativas su evaluación”.
Para Súarez Romero lo positivo de este proceso radica en que “si eres transparente y honesto colocas en el nivel adecuado a los artistas por el enfoque que han hecho de su talento. Lo negativo, que tanto laberinto burocrático te puede llevar a no ser justo con determinadas personas en determinados procesos”.
El presidente del Tribunal siente que en el gremio de la radio se le da mucha importancia a la categorización.
“Recibimos toda la emoción de los colectivos cuando sus artistas obtienen una evaluación positiva y agravios cuando los resultados no son los ideales. Puedo entender las críticas que se lanzan sobre un proceso como este, que es perfectible”.
“Creo que las escuelas deberían aportar todas las herramientas para formar a los profesionales de manera absoluta pero realmente eso solo sucede con la práctica laboral”, concluye.
Para inicios del año 2022 está previsto que finalice el proceso con la evaluación de los directores que laboran en Habana Radio y la productora Radio Arte.