10 de octubre de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

Arte desde el dial

La obra del realizador de sonido Miguel Arteaga le valió este 2016 el Micrófono de la Radio Cubana

Más de tres décadas de trabajo en la radio pueden parecer mucho tiempo para quienes la viven de lejos y no la sienten, pero, definitivamente, ese no es el caso del realizador de sonido Miguel Arteaga Padrón.

Todo el que lo conoce o dialoga con él, comprende desde un primer momento que ese hombre nació para convertir la programación radial en una obra de arte, porque es así como define su responsabilidad. “Desde mi punto de vista, la edición de programa es el trabajo más completo que se hace en la radio. Es una labor de detalle, más artística”.

A primera vista pocos imaginan que ese señor, bajo de estatura y delgado, una vez fue militar, pero de allí llegó al mundo donde siempre debió estar.

Cuenta que en 1982 fue desmovilizado y comenzó a trabajar en la Dirección Provincial de Radio como custodio, y al año siguiente, después de haber pasado disímiles cursos de superación, emprendió su vínculo -indisoluble hasta hoy- con la realización de sonido. Desde esa fecha, su segundo hogar es la emisora COCO.

Artega no es un hombre de pocas palabras. Diáfano en su lenguaje, abierto al diálogo, al intercambio y al debate, no esconde sus ideas y criterios. Tampoco evade respuestas o se oculta en las barreras que imponen la expresión impersonal o las respuestas cortas. Sin embargo, cuando se le pregunta qué es lo que más ama de la radio, no argumenta y es más que conciso al apuntar hacia la edición.

Y es que la interrogante pudiera parecer trivial teniendo en cuenta los años que lleva en su profesión, pero es que Artega ha hecho tanto en la radio, que pueden quedar dudas sobre cuál es su gran amor dentro del medio. “Yo hago de todo un poco. Escribo, dirijo programas y estoy donde haga falta”, afirma.

Es infrecuente que alguien que ha dedicado tantos años de su vida al éter nunca haya ejercido como locutor, aunque sea ocasionalmente o por una urgencia, de esas tan comunes en la radio. Y aunque lo confiesa sin remordimiento y sin la más minúscula gota de frustración, reconoce que eso es lo único que le ha faltado por hacer.

Es que la gente que ama su trabajo, que respeta a los oyentes y a sí misma, se hace amiga de la autocrítica. Artega sabe que la voz no lo acompaña para la locución y por eso no piensa demasiado en ello. Además, aunque su modestia no le permite decirlo, su talento para la realización suple lo que otros llamarían carencias.

Precisamente, por su destacada labor durante todos estos años, el pasado 18 de agosto le fue entregado, junto a otros colegas de profesión, El Micrófono de la Radio Cubana, mayor galardón que otorga ese medio.

Con el desenfado característico de las personas sencillas, comenta que ese premio lo llenó de orgullo “porque a todos los seres humanos le gusta que le reconozcan su trabajo”. Sin embargo, su reflexión trasciende la perspectiva personal al explicar que las distinciones llevan una carga enorme de sacrificio y sobre todo de responsabilidad y, por tanto, “la meta que uno se traza a partir de ahí es continuar mejorando”.

De su trabajo lo domina todo y en él no se coloca límites, pero los años de experiencia ya le permiten reconocer lo más complejo. “Crear una armonía entre todos los elementos radiofónicos, o sea, voz, música, efectos, eso es lo más difícil. Ahí está el reto, pero también la magia”, explica con los ojos de un niño pícaro que ya descubrió el secreto que le ocultaban.

En estos momentos Arteaga dirige tres programas, Noche Cubana, Dímelo en bolero y el Hogar del tango, de los cuales escribe dos. Que todos estén relacionados con la música no es casualidad, pues ha desarrollado casi todo su trabajo en espacios musicales. Por eso, es un amante y un conocedor de las más bellas, tradicionales y populares melodías de este archipiélago.

Las palabras dedicadas a los jóvenes realizadores de sonido le salen sin mucho esfuerzo y con incuestionable humildad. Les sugiere que escuchen música cubana sin descanso, presten atención a las viejas generaciones y amen mucho la radio.

“La radio hay que sentirla. Y hoy, de lo que más el medio adolece es precisamente de eso: de gente que la sienta y la quiera de verdad”. Miguel Arteaga, quien desde la COCO vive por ella y para ella, sabe que la radio es la voz de la gente, los sonidos de la cotidianidad y el rostro más fiel de la sociedad, porque allí escuchamos las historias de todos.

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