Camagüey Año Uno: el programa de radio de la Columna Juvenil del Centenario
El 3 de agosto de 1968 se constituye en Camagüey la Columna Juvenil del Centenario con el propósito de apoyar el cumplimiento de las zafras azucareras, sobre todo la del 70, donde se pretendió alcanzar la cifra de 10 millones de toneladas de azúcar en el país.
En esa región siempre escaseó la fuerza de trabajo para el cultivo de la caña.
Ella se explica por el momento estelar del proceso revolucionario cuando la entrega y el heroísmo tuvieron una dimensión de masas.
Llegó a tener en los campos agramontinos a más de 55 mil jóvenes de toda Cuba, los que voluntariamente se comprometieron con la Unión de Jóvenes Comunistas a marchar y cumplir esa tarea de honor en beneficio de la economía cubana.
La Columna la hicieron posible en aquel contexto, la capacidad movilizadora de la UJC, el ejemplo de sus cuadros, el apoyo de las FAR, la confianza del Partido y el liderazgo carismático de muchos de sus dirigentes encabezados por Jaime Crombret.
En su gestión se hermanaron el aporte de las FAR y los métodos juveniles de la UJC, como fue por ejemplo la emulación por el Cañón del Centenario, con impulsores como Oscar Domenech.
Fue una de las misiones más trascendentales cumplida por la organización juvenil, de donde salieron héroes y jóvenes formados en el trabajo duro del campo.
Mi designación como director del programa
En esos primeros días de agosto, el que suscribe arribó a la ciudad de Camagüey en un vuelo de Cubana de Aviación en horas iniciales de la noche, después de sufrir un gran susto en la travesía.
Los meses de verano suelen ser muy propicios para producir en la atmósfera fuertes aguaceros y tormentas eléctricas.
Una de ellas estremeció el avión en que venía, tumbó maletas situadas encima de los asientos, se produjeron gritos de alarma y en medio del bamboleo tuve que socorrer a una anciana en puro pánico por el estruendo y la inseguridad. A los pocos minutos vino la calma y todo fue feliz.
Mi misión en la Columna, enviado por el Comité Nacional de la UJC donde desde hacía casi dos años fungía como segundo jefe de la Comisión Nacional de Propaganda, era la de armar el equipo, dirigir el programa y organizar su transmisión dirigido a los columnistas en la emisora provincial Cadena Agramonte.
Atrás quedaban esposa e hija de tres años que laceraban por la separación y lejanía. Pero el compromiso con la Revolución daba toda la fuerza del mundo para cumplir.
Habían tenido en cuenta la experiencia en la conducción, trabajos periodísticos y dirección de estos espacios en mi provincia de origen, Pinar del Río y en la comisión de la UJC en la radio y televisión nacional.
Esas funciones en la Columna las haría desde la Sección Política radicada en el Barrio Jayamá, en las afueras de la ciudad, Estado Mayor de esa organización semi-militar.
Ya con el estatus de columnista desde la llegada comencé a vestir el uniforme establecido, similar al de las gloriosas Milicias Nacionales Revolucionarias: pantalón y gorra verde olivo, camisa azul y botas altas.
Me ubicaron en el alberque correspondiente y explicaron la disciplina establecida, horarios de levantarse y comer, los que debía cumplir correctamente.
El programa
Para hacer el programa de radio de orientación y entretenimiento al destacamento de jóvenes agrupados en la Columna Juvenil del Centenario, no había más equipos que una grabadora Tesla de cinta de nacionalidad checoslovaca, un micrófono, una moto Side-Car y una oficina.
Empezamos a concebir el espacio radial. Debía tener un buen horario para que todos los jóvenes de esa organización productiva pudieran escucharlo.
Las unidades del destacamento ubicado en la provincia, facilitaban los radios y el lugar de concentración para que a las ocho de la noche ocurriera el encuentro de la hora radial con sus principales oyentes.
En su diseño nos planteamos la necesidad de ganar de verdad a una audiencia cautiva porque escucharlo estaba incluido en la actividad nocturna oficial de las unidades.
Junto a Félix Sautié, jefe de la Sección Política de la Columna, Carlos Aldana, asesor para el Trabajo Político enviado por las FAR y Carlos Suárez, jefe de Propaganda y director del periódico de la CJC, El Bayardo, comenzamos las reflexiones.
A estos primeros análisis se sumaban ocasionalmente otros compañeros tanto de la emisora provincial Radio Cadena Agramonte como de la misma Sección Política, entre ellos Yurina Cabalo, Jefa de Educación, y los oficiales Delfín Espinosa y Ramón Hernández, Jefe de la atención a la estructura del Partido Comunista de Cuba y la UJC, respectivamente.
El espacio sería de media hora diaria de lunes a domingos en sus inicios con perspectivas de ampliarlo después a 57 minutos, como así fue por el cúmulo de materiales que inmediatamente obtuvimos.
Un contenido esencialmente del trabajo que realizaban sus miembros en las labores agrícolas y de otro tipo, con la música nacional e internacional más moderna y de actualidad.
Se tendría en cuenta un balance entre el entretenimiento y la política.
Para su presentación sonora e identificación se utilizó un fragmento de la Obertura 1812 de Chaikovski, apropósito de la victoria rusa contra el ejército imperial francés.
Se escogió el momento de los cañonazos y el arrebato de las campanadas. Esos elementos le imprimían un matiz para el conocimiento de la historia, de buen gusto y cultura general.
El nombre fue el que más tardamos en buscar. Después de evaluar varios, Aldana argumentó el por qué debía llamarse Camagüey Año Uno.
Era el primer año de la Columna, estábamos en Camagüey en una misión de mucha importancia para la economía del país, se le hacía homenaje a la provincia y salía de lo común, además de tener sonoridad.
En la medida que fuera transcurriendo el tiempo, al nombre se le iría agregando el número de años, el que llegó a tener más de una decena.
Debía ser un programa con la mejor realización posible. Ético, elegante, ajeno a las banalidades, atractivo para los jóvenes, sobre todo de buenos contenidos y muchas iniciativas.
Antes de su salida al aire, era necesario desplegar una buena campaña propagandística a través de la misma emisora e informar a las agrupaciones, batallones y compañías de lo que iba a ocurrir.
Elaboramos con el apoyo de los especialistas de la emisora una promoción para llamar la atención con una de las canciones más populares del momento.
Se trataba de los Pimpinelas, dúo español de música POP, que con mucha coherencia interpretaban el número No somos ni Romeo ni Julieta y vinculamos su letra con la aparición del programa, el horario de salida y los contenidos.
Aquel spot daba gusto escucharlo y contribuyó a posesionar el espacio en los jóvenes y la población.
Para la conducción, seleccionar a un hombre y una mujer buscando balance de género resultaba imprescindible. El iniciador fue José Luis Cadenas de la emisora provincial, buen locutor y destacado por sus actividades revolucionarias.
Lo acompañó Berta Rivero Ortega (Bertica), joven y agradable columnista del centenario que trabajaba en la Sección Política del Estado Mayor, seleccionada entre varias por su voz, timbre, lectura clara y cierto nivel de improvisación.
Con el tiempo lo hicieron también Mercedes Riaño (Mercy), ya desaparecida, una linda y simpática minusválida de una pierna con muchos deseos de vivir, integrante de la Columna, y el que suscribe.
Todos los días, rigurosamente tenía que escribir el guión de una hora, hacer los reportajes, las notas y efemérides del día. Ya en los primeros tiempos Bertica comenzó a entrenarse en esos menesteres y llegó a ejecutarlos sola.
Su salida al aire
En la primera quincena del mes de septiembre de ese año, salió al aire por primera vez Camagüey Año Uno por las ondas de la emisora provincial Cadena Agramonte.
El programa se grababa a partir de las doce de la noche del día a transmitir, y para ello ocupábamos a veces más de dos horas, conspirando contra el sueño y descanso de los realizadores de esa tarea, pues debíamos estar de pie junto con los demás columnistas del campamento casi amaneciendo.
Pedimos una autorización a la jefatura de la Columna para dormir un poco más, por la falta de sueño y descanso que junto a la deficiente alimentación en los primeros meses, nos pusieron como fideos.
Tuvimos una excelente colaboración de varios de los trabajadores de la emisora que nos apoyaban, así como de su director.
Camagüey Año Uno tuvo un gran impacto en todos los jóvenes de la Columna Juvenil del Centenario y de la población agramontina en general.
Día a día los columnistas recibían información del trabajo realizado, las brigadas más cumplidoras, las que arribaban al millón de arrobas de caña o rompían record productivos, la formación de nuevos destacamentos, las actividades deportivas y culturales, las efemérides más importantes y el estado general de la zafra azucarera en el país.
El espacio hacía entrevistas a los dirigentes de la Columna, a los integrantes destacados de ella, tanto grabadas en audio como por teléfono.
Llegó a tener dramatizaciones de las efemérides nacionales e internacionales, donde tuvimos que imitar voces para sus bocadillos lo que les aportaba vida a los personajes de la trama, en una especie de docudrama radial con narración y parlamentos.
A la hora avanzada de la noche en que se grababa era imposible contar con actores para las escenificaciones.
En las fechas históricas más importantes dedicábamos programas completos a rememorar aquellos hechos, tratando siempre de aportar elementos nuevos que pudieran ilustrar más la trascendencia de ellos y los valores patrióticos y morales que servían de ejemplo para las nuevas generaciones.
Recuerdo uno que nos costó mucho trabajo hacer relacionado con el triunfo de la Revolución de Octubre.
También dábamos a conocer los partes de producción diarios de lo que iba haciendo la Columna, generados desde la Dirección de Producción del Estado Mayor, en la voz del entonces oficial de operaciones y hoy general jubilado de las FAR, Juan Antonio Hernández.
Múltiples reportajes radiales fueron transmitidos por Camagüey Año Uno destacando la actividad de vanguardia de los integrantes del destacamento juvenil, que los realizábamos trasladados por un side-card con la susodicha grabadora Tesla de cintas bajo el brazo.
En esa época visitaban la provincia muchas personalidades cubanas porque Camagüey era centro fundamental de la actividad económica del país y todas, con muy pocas excepciones, fueron entrevistados por el programa. Recuerdo la del historiador ya desaparecido Erasmo Dumpierre.
En muchas oportunidades hacíamos el programa mediante controles remotos desde distintos municipios de la provincia como estímulo a logros en la producción o aniversarios importantes en la historia de la provincia.
En la búsqueda de espacios dentro del programa que propiciaran un diálogo con sus oyentes, Carlos Suárez tuvo una idea original.
Se trataba de invitar a los oyentes a formularle preguntas difíciles aun supuesto profesor, tan sabio, que se le podía pedir cualquier cosa. “PONGANLA DURA. ¡…QUE NOSOTROS SE LA BATEAMOS!” Así se presentaba el espacio que escribía y presentaba el propio Carlos, encarnando al personaje.
El propósito era entretener y estimular la participación mezclando el humorismo con información veraz y culta.
Se desarrollaron otras iniciativas como a buscar el Hombre del Centenario en las unidades de la CJC, adaptación del Hombre de la Casa Prado, utilizado por las empresas comerciales antes del triunfo de la Revolución para estimular la compra de sus productos.
Consistía en seleccionar en secreto a un columnista que se constituía en el Hombre del Centenario esa noche en una compañía de un determinado batallón, que solo lo sabían los organizadores de la actividad.
Al inicio del programa de ese día se anunciaba que el Hombre del Centenario estaba en una de las unidades de la CJC y que en el transcurso de la transmisión se iría diciendo la Agrupación, el Batallón y finalmente la compañía en que estaba.
Los columnistas de la unidad en que estuviera el Hombre del Centenario esa noche, debían identificarlo diciéndole, TÚ ERES EL HOMBRE DEL CENTENARIO.
Cuando lo descubrieran, el que lo hacía, debía responder una pregunta sencilla de carácter histórico, que antes fuimos diciendo para que buscaran la respuesta correcta.
Al que lo identificara y respondía correctamente, se le otorgaba un regalo consistente en un pase a visitar la ciudad más cercana, un pullover de la columna u otros estímulos.
La música de Camagüey Año Uno
El horario del programa (8 de la noche) competía de facto con el espacio de música más escuchado en la Radio Cubana a esa hora, Nocturno, que se emitía por la emisora Radio Progreso.
Por supuesto eso era una desventaja para lograr la audiencia fuera de las fronteras de la Columna y limitaba a los jóvenes columnistas para escuchar la música más actual del momento.
En tal sentido nuestro grupo gestor llegó al consenso de emplear la música internacional de Nocturno y agregar lo más popular de las sonoridades cubanas.
Mensualmente buscábamos en emisoras nacionales lo último, lo que más estuviera sonando, sobre todo en Radio Habana Cuba, la que nos proveía de los números de grupos españoles de la década prodigiosa y de otras nacionalidades.
Esas canciones, a veces las traía en cintas magnetofónicas de carretes grandes, incompatibles con los de la tesla que eran más chiquitos, equipo que empleábamos también para reproducir, porque no habían más grabadoras disponibles a esa hora tarde en la noche.
Por tal motivo, nos veíamos obligados, en ocasiones, a emplear un lápiz de escribir metido en el hoyo del carrete grande para que el número pasara al cuerpo central de la grabación en la cabina del estudio.
Eran muy solicitadas y escuchadas las canciones de Los Brincos, los Javaloyas, Juan y Yunior, Los Pasteles Verdes, Mocedades, Rocío Dúrcal, Rocío Jurado, Camilo Sexto, Massiel, la italiana Silvana Di Lorenzo, el francés Charles Aznavour, los cubanos del Cuarteto de Meme Solís, Beatriz Márquez, Los Zafiros, Elena Burke, Moraima Secada, la Orquesta Aragón, entre otros.
También RHC nos nutría de entrevistas con importantes personalidades del Movimiento Guerrillero y de la vida política y revolucionaria de América Latina y el Caribe.
Los grandes acontecimientos generados por la columna como era la entrega en acto público del Cañón del Centenario, máximo galardón de la emulación entre agrupaciones en las que estaban organizados los jóvenes, pasaron por la información que ofrecía Camagüey Año Uno. Asimismo las orientaciones de Fidel y de Jaime Crombet.
Sin dudas la radio a través del programa dirigido a los columnistas, mostraba una vez más su valía como uno de los medios de comunicación más importantes, utilizado con inteligencia por el Jefe de la Columna para promover la emulación entre agrupaciones sobre todo en la Zafra del 1970.
Camagüey Año Uno constituyó un pilar en el logro de los objetivos heroicos de la Columna Juvenil del Centenario.
(Ovidio Cabrera García, fue uno de los fundadores y el primer director durante casi año y medio del programa Camagüey Año Uno)