Desde Aquel Diez de Octubre, Siempre la Unidad
Hace ciento cincuenta y cuatro años un fulgor de libertad iluminó el amanecer en un ingenio de Yara. Era la primera vez que sus campanadas no llamaban al trabajo forzado de la dotación esclava, sino que convocaban a empuñar los machete con veteranía de cañaverales en una contienda diferente, en nombre de la independencia.
Era preciso unir en ese precursor empeño libertario las manos de los hacendados blancos y de los negros redimidos de la esclavitud porque desde ese gesto emancipador de Carlos Manuel de Céspedes nuestra historia siempre ha precisado de la unidad de los cubanos.
Esa unidad la seguimos propugnando en estos complejos y desafiantes tiempos, como salvaguarda de la soberanía y de la identidad nacional, y como esencial sustento de esa República que el ideario martiano previó «con todos y para el bien de todos».
Tienen nuestros medios de comunicación el insoslayable cometido de promover y fomentar en sus diferentes espacios y plataformas esa unión que ha de ser nuestra más formidable fortaleza ante las adversidades y frente a los embates mediáticos que pretenden escindirnos con el avieso propósito de debilitarnos y vencernos.
O lo que es lo mismo, revertir definitivamente el rumbo de un proyecto social no exento de imperfecciones, pero que sigue y seguirá siendo la más justa y humana alternativa para nuestro pueblo y para todos los pobres de la Tierra.
Sólo le bastaron al Padre de la Patria doce hombres para iniciar el camino de la lucha independentista en nuestro país. Hoy suman millones los cubanos dispuestos a ser dignos herederos de aquel patriótico gesto que tuvo tan en cuenta el enorme valor de la unidad.
