El idioma español en los medios de comunicación. Rasgos y desafíos
Los medios de comunicación, en particular la radio y la televisión, representan, para el público receptor un modelo a seguir en muchos sentidos. En el caso específico del uso del idioma español, existe un criterio bastante generalizado acerca de lo que se ve y se escucha constituyen lo correcto, lo apropiado, lo prestigioso, y por ello es signo a ser imitado.
En diversos espacios de teoría y debate sobre el tema se ha discutido sobre el uso, incorrecto o no, que los medios hacen de la lengua materna. Lo cierto es que la programación radial y televisiva comprende una variedad de espacios noticiosos, musicales, dramatizados y de orientación social, entre otros, que fungen como un canal por el cual ingresan una amplia gama de registros lingüísticos, normas y variantes correspondientes a diferentes situaciones comunicativas.
Un aspecto primordial a la hora de evaluar el uso del idioma en un programa determinado es precisar a quién va dirigido el espacio, porque en dependencia de cuáles sean las características socio-culturales, etáreas, de género, de contexto, etc., del receptor, será la estrategia de comunicación que deberá elegir su equipo de realización.
Es decir, la pregunta ¿para quién se habla? constituye la brújula que orientará, en materia de realización audiovisual, qué se dice y cómo se dice.
Si bien, por un lado, vemos el uso incorrecto que determinados locutores y cantantes hacen de algunas formas del modo subjuntivo, de la segunda persona del pretérito del indicativo, o de la sintaxis (que alteran muchas veces sin una intención definida para con el destinatario), por otro, somos testigos de formas y pronunciaciones hipercultas que a veces no se corresponden con el tema tratado o el nivel cognoscitivo del público.
A juicio de Marlen Domínguez1, prestigiosa lingüista y profesora de la Facultad de Artes y Letras: “Cuando algunas personas que hablan en nuestros medios quieren ser elegantes, no dicen muy (término de origen latino muy prestigioso) sino bien. Dicen bien interesante. O desafrican la che, es decir, no la pronuncian como corresponde al sistema fonológico de la lengua, sino que se promueve un nuevo modelo: se dice shhhe. Ya no tenemos chícharos, sino shísharos, lo que parece sonar como más elegante. Por otro lado, por ejemplo, ahora ya nadie cumple años, todo el mundo está cumpliendo años, lo cual es absurdo, porque cumplir es terminativo, uno puede estar próximo a cumplir, pero no puede estar cumpliendo años. A veces se promueven modelos que son disparates”.
También con el leísmo, en función de complemento directo, muchos cantantes y presentadores consideran estar hablando de un modo más refinado y prestigioso, cuando lo más apropiado es emplear la y lo para esta función. Así, por ejemplo, en vez de decir lo vieron, la conocieron, la consideran inteligente, utilizan estructuras como le vieron, le conocieron y le consideran inteligente.
En la radio existen varios espacios dedicados a promover el buen uso de nuestra lengua. En Epigramas, de Radio Progreso, por ejemplo, está el segmento Vericuetos del idioma, en el cual el periodista Argelio Santiesteban actualiza al oyente, de una manera muy amena, acerca de términos y significados, tanto tradicionales como novedosos del español.
Asimismo, de la sapiencia de este especialista se ha nutrido a lo largo de los años Radio Taíno para mantener al aire su segmento Así hablamos los cubanos (que cuenta ahora con una versión hecha en animados para el Canal Habana), espacio que, teniendo en cuenta el perfil social de su audiencia, da a conocer usos, vocablos y sentidos propios de la variante cubana de la lengua, con un estilo que combina lo educativo con la función lúdica e incluso hilarante de nuestro idioma.
Existen numerosos ejemplos que evidencian la estrecha conexión entre el público y la fraseología popular reflejada en estribillos de canciones y dramatizados, fundamentalmente.
En este sentido muchas veces es complejo distinguir la fuente original de determinada palabra o frase de gran aceptación entre las personas: resulta difícil saber si fue el ingenio del público quien incidió en la creación radial o televisiva, o si fue esta quien marcó una pauta en el gusto popular.
Es famosa la anécdota de Alberto Luberta describiendo cómo nutría el discurso ocurrente y pícaro de su personaje Estelvina, en Alegrías de sobremesa. Relataba Luberta que él solía sentarse en el portal de su casa, en el barrio de Pogolotti, en Marianao, y ponía especial atención a todo lo que escuchaba, porque una parte importante de los dicharachos más célebres y simpáticos de Estelvina habían nacido en la calle, gracias al ingenio popular cubano.
En este sentido, Carlos León2, especialista del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic), considera que “en muchos documentales que hemos hecho la intención de la obra ha sido, justamente, enseñar a través de la sátira, los malos usos del idioma, y en muchísimos casos esto ha resultado una suerte de boomerang. Los personajes que hablan mal resultan los simpáticos, los más atractivos. Los otros, que utilizan bien el idioma, son seres demasiado estirados, pedantes, insoportables”.
Algo similar sucedió, por ejemplo, con el corto de animación Todo por Carlitos, realizado por Ernesto Piña, en el cual a través del humor y la sátira se intentaba llamar la atención sobre la preponderancia del registro vulgar en el habla cotidiana de muchos jóvenes. Sin embargo, el audiovisual gozó de una popularidad extraordinaria que hizo célebres los mismos términos y giros lingüísticos que se proponía denunciar.
Acerca de la incidencia de determinadas formas y variantes de la lengua en la población, especialmente en los jóvenes, resulta insoslayable el tema de la gestualidad.
Los gestos constituyen un elemento del lenguaje extraverbal que devienen rasgos identitarios de los grupos sociales. En el reguetón y el rap, géneros de gran pegada entre el público juvenil, la gestualidad no es un simple elemento adicional a la canción sino un factor esencial en la narración del discurso y en la comunicación con el receptor.
La caracterización de un personaje negativo demanda, tanto para el guionista que lo crea como para el actor que lo encarna, el conocimiento profundo del registro lingüístico que va a emplear, de acuerdo con su medio social y familiar, y de la gestualidad apropiada, según el estrato al que pertenezca.
En sentido general, desde el punto de vista dramatúrgico queda mucho por hacer, en la radio y la televisión, para que los personajes positivos resulten más atractivos, más populares, más dignos de ser imitados, incluso en sus formas de hablar y de expresarse extraverbalmente.
En el tema lingüístico, los medios forman parte de una red de influencias mucho más amplia, integrada por la escuela, la familia, la comunidad, etc. Sin embargo, la idea de prestigio y “patrón de corrección” que ostentan las creaciones radiales y televisivas, hacen recaer sobre ellas una cuota mayor de responsabilidad, a la hora de difundir y socializar determinadas formas, usos y variantes del idioma español.
La capacitación profesional de locutores, presentadores, guionistas, actores, actrices, directores, entre otros, representa un paso esencial en la creación de las competencias sociolingüísticas y culturales necesarias para que desde la radio y la televisión, en materia lingüística, se logre equilibrar lo tradicional con lo renovador, se respeten e incluyan las variantes geolectales de Cuba y se defienda la lengua como un área esencial de la cultura.
Referencias:
Domínguez, Marlen: “El habla popular y las normas sociales”, en Temas, no. 36, ene.- mar., 2004, p. 81.
2 León, Carlos: “El habla popular y las normas sociales”, en Temas, no. 36, ene.-mar., 2004, p. 8.