El trío de la muerte o el susto de la monja
Una broma pesada, de la gente de la radio.
Transcurrían los años mil 1950 y había salido de operaciones el Trío de la Muerte, que así llamaban a dos cantantes y un actor, figuras radiales, también famosos por haber sido los más empedernidos bromistas de que se ha tenido memoria en San Cristóbal de La Habana desde su fundación.
Moviéndose con nocturnidad, alevosía y premeditación, se encontraron con cierto enano, célebre porque bebía como si tuviese seis pies, sobre todo cuando el gasto de lo consumido no iba por su bolsillo.
Los tres bromistas intercambiaron una mirada de inteligencia y comenzaron a brindarle tragos al enano. Ése fue el comienzo de la más espectacular broma que recuerda esta honorable ciudad llamada La Habana.
Desenlace de una broma
El Trío de la Muerte fue brindando a su víctima la más absurda mezcolanza, de cerveza a vodka, de vino a coñac, de whiskey a ginebra, hasta que el diminuto ser cayó desmadejado, como si se le hubiese sometido a anestesia general.
A continuación, lo despojaron de toda su ropa y sólo lo vistieron con un pañal.
Después, era depositado en el torno de la Beneficencia, donde colocaban a los niños que sus madres abandonaban.
El Trío de la Muerte tuvo que pasar por un tiempo a la clandestinidad, pues por toda La Habana los buscaba el enano, animado de las peores intenciones y, lo que es más grave, provisto de una pavorosa pistola Colt forifái.
Y dicen que aquella alma piadosa, la monjita a la cual le correspondió quitarle el pañal en la Beneficencia, todavía no se ha repuesto del susto.