En cierto aeropuerto del oriente cubano, esperando la partida de una nave que me trasladaría hacia La Habana, reflexionaba yo en cuanto a mi disgusto –entiéndase terror—con respecto a trasladarme en aviones.
Argelio Santiesteban
Loreta tomó el nombre Harry T. Buford y, disfrazada de hombre, peleó en el bando confederado.
José Domingo Lugo González, quien sería conocido por la versión abreviada Domingo Lugo se enseñoreó de la victrola, la radio y la TV.
El Gran Almirante, una figura presente tanto en los libros de historia como en series televisivas.
Alguna vez Don Fernando Ortiz dijo que la primera condición para ser cubano consistía en estar orgulloso de serlo. Ah, pero todo el mundo tiene sus pecadillos, y este gacetillero carga con los suyos en materia de cubanía.
A Farah María el conductor de programas Chucho Herrera le dedicó el sobrenombre La gacela que canta, mientras un periodista de la farándula no economizó adjetivos: grácil, etérea, divina, inolvidable.
Por entonces, desde un tétrico naufragio hasta una radionovela que pone a la gente al borde de la histeria
La mujer que estremeció al Apóstol, murió en fecha bastante reciente: 1965.
“El paso del tiempo condena al olvido la memoria de un país”. Arthur Miller, dramaturgo estadounidense