Erick Kaupp: un alemán que incentivó amor desde la televisión cubana

A febrero lo privilegiamos, pero no es el único mes para dedicar a quienes nos han incentivado el amor: tributémosles cada día y cada noche, pues el amor es la razón de la vida y su esencial latido, y más al entenderlo en su más completa integralidad. En todas sus facetas nos ha perfilado mucho la televisión, lógicamente unos espacios y artistas más que otros; y entre ellos se distingue un alemán: Erick Kaupp Gubdeckmeyer; luego llamado Erich según su origen germano, a decir del actor Alexis Valdés (Instagram).
No nos extrañemos: todo conocimiento medio de la cultura cubana quiebra cada vez más aquel peligrosamente reduccionista dogma de que “Cuba es España” y luego, “Cuba es África” que de hecho, reformulo como lo que realmente determinan para la cultura cubana: las diversas hispanidades (no España) interactuantes, y africanías (no África), sino muchas otras culturas de todo el orbe desde los distintos indoamericanos y después, en este más de medio milenio de occidentalización, desde todo el planeta. Si las excluimos, Cuba no es Cuba, pues le cercenamos áreas fundamentales de nuestra identidad y patrimonio, de lo mejor de nosotros mismos, como abundan ejemplos de los restantes países europeos y entre ellos, Alemania, donde se cita el nacimiento entre otros muchos, de Erick Kaupp el 11 de julio de 1922, y que pronto sus padres traerían a Cuba.
Sin embargo, a Carlos Collazo (Unos minutos en la vida de…, segunda temporada, 2020: “Soy como soy”, como su canción preferida), su benjamina Tere (el primogénito varón y tres hembras), que siempre vivió con él en la casa construida por sus padres al casarse donde recibiría a todos, confesó que él había nacido en Cuba hijo de alemanes que habían inmigrado huyendo del caos de la Primera Guerra Mundial (1914-1919) a donde regresaron y allá sí nació su hermano en 1928, donde Erich se crió e inició estudios, pero regresaron a Cuba huyendo de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y él nunca regresó a Alemania: sus padres sí pero no más tras los años 50 y morirían en Cuba, y el hermano sí quedó viviendo en Alemania.
Vivencias cubanas mientras se televisaban las primeras aventuras antecedentes
Estudiando en la Universidad de La Habana Ingeniera Eléctrica descubrió su vocación por la televisión; discriminado por la germanofobia consecuente del espantoso holocausto al que el nazismo alemán había arrastrado a todo el planeta, se le prohibió ir a clases, y tuvo que ausentarse del aula (Enio Echezábal Acosta: Erick Kaupp, el alemán de las aventuras cubanas). No obstante llegó al último año pero no hizo los exámenes finales, más interesado por la televisión que despuntaba en Cuba, y se adiestró en los Estados Unidos en seminarios sobre las cámaras y trasmisiones de televisión. Comenzó como camarógrafo en los estudios de Unión Radio Televisión fundando la televisión cubana, y lo primero fue control remoto: el famoso juego de pelota entre el equipo Almendares y el Cienfuegos (1950, octubre), su primera trasmisión desde el Estadio del Cerro (el Latinoamericano) Canal 4, sin saber que estaban en vivo, y llegó a ser jefe técnico de su unidad móvil de control remoto.
Continuó como camarógrafo de musicales, teatros e infantiles, considerado un Maestro dirigiendo programas de diversos géneros, especialmente deportivos y dramatizados, alcanzando el clímax con las series del espacio “Aventuras”, cuyos antecedentes ya se televisaban desde 1952 (Canal 4 Unión Radio Televisión, luego en CMQ Televisión, Canal 6, en horarios y frecuencias variables, luego en Tele Rebelde y Canal Educativo) con hitos como Samarkan, el indomable (1954, dirigida por Sirio Soto, con “el novísimo Enrique Almirante” y Maritza Rosales, escrita por Sergio Doré como la mayoría de aquellos primeros guiones) y Antonio Emilio Vázquez Gallo aunque humorístico, quien con El hacha escondida (primera teleaventura según Josefa Bracero) inauguró el programa “Aventuras” (Mayra Cué lo cita inaugurando el género a mediados de los años 50 canal 4, Las inolvidables Aventuras; en www.cubarte.cult.cu, 2016 octubre 27); luego otras, herederas a su vez de las radiales desde inicios de los años 40 en CMQ: Tarzán el Hombre Mono y Leonardo Moncada, el titán de la llanura, y luego Diego Grillo, Kazán, el cazador, Los tres Villalobos; y en vivo, en El Jinete Materva y su ayudante Salutary..,,
“…el hombre se enfrenta a su destino, y surgen las… AAAAVEEENTUURAS!”
Esas palabras en off presentaban el espacio, idea del director de televisión Amaury Pérez García, con el escritor Carballido Rey y otros; en 1959 se habían juntado las cadenas CMQ y Unión Radio Televisión creando el canal 6 (desde 1988, Cubavisión) trasmitiendo interesantes historias de diferente índole: algunas eran clásicos de la literatura universal y otras relatos históricos cubanos y de otros países, y tras el cambio institucional en 1962 comenzó 1963 con este espacio y parte de la mejor literatura universal: Veinte mil leguas de viaje submarino, La isla del tesoro, Robin Hood, El corsario negro, Guillermo Tell y Los bucaneros; potenciadas por los álbumes a llenar con postalitas, y los pasquines Aventuras, Muñequitos, Fantásticos y Dindon, que coleccionábamos entusiastas, con estas entre otras motivaciones, alimentándonos la creatividad y ayudándonos a vivir y crecernos como mejores seres humanos, valores en que nos educaban aquellas obras.
La primera que dirigió Erick Kaupp fue Los Vikingos (1966-1967) con libreto de Carlos Más y un reparto estelar protagonizado por Luis Alberto Ramírez (Erick el Rojo), Aurora Pita (su pareja Sigrid), Ramoncito Veloz (su hijo Leiff Erickson), Miriam Mier (Gretel, pareja de Leiff), Armando Soler “Cholito” (el carismático Olaff), Leonel Valdés (Marpo capitán de la flota), Nélida Ponce (princesa Imandra), Adelaida Ramírez Mendieta (Nubia), Ignacio Valdés Sigler (Bergen), Iván Colás (soldado británico), Alejandro Lugo (Harold, antagonista), Raúl Castellano, José Antonio Insua, Ángel Espasande, Julián Betancourt, Niola Montes, Manolo Igarza… filmaron muchos exteriores en Tarará y en sus canteras cercanas, y en el Bosque de La Habana. Nos educó en una visión más humana y menos clisé de aquella cultura a la que se le atribuye la primera democracia parlamentaria (Islandia, año 930), perseguidos en luchas por el poder en su natal Suecia y luego mediante Groenlandia, fueron los primeros blancos en lo que luego serían las Américas, donde propiciaron no pocas de nuestras leyendas autóctonas indoamericanas.
Otras “Aventuras” que dirigió Erick Kaupp
De factura modesta pero muy bien contadas e interpretadas, continuó con Marco Polo (1969 protagonizada por Rogelio Blaín, recién debutante en 1969 con Vázquez Gallo en otra “Aventura”: Los Mambises, cuando aún era custodio del Instituto Cubano de Radio y Televisión, Icrt); 1970: La capitana de la isla, La flecha negra y Rebelión; 1971 El Conde de Montecristo; 1972: Veinte años después, El Vizconde de Bragelonne y Las Aventuras de Ulises; 1974: la memorable El Capitán Tormenta (protagonista: Cristina Obín “Condesa de Eboli-Capitán Tormenta”, de nuestras primeras heroínas, con Tony Delgado, Norberto Blanco, Pastor Felipe, Blanquita Contreras, Rogelio Blaín, Leo Toural, Rodolfo Jiménez y Frank Gutiérrez): en Famagusta, último baluarte cristiano en Chipre (siglo XVI, asediado por los turcos), sobre novela homónima del italiano Emilio Salgari (1862-1911), según su hija, su obra preferida en todo sentido; 1975: Los Gavilanes de Glujarka;1976: Los Insurgentes, que su hija creyó que era la última para retirarse, pero no; Verónica Lynn fue Juliette, y Norberto Blanco: Gustavo; 1978: Los incapturables y Enrique de Lagardere (Rogelio Blaín), 1979: La leyenda del príncipe, y El Príncipe y el Mendigo sobre original del estadounidense Mark Twain (1835-1910) con Ignacio y Rodolfo Valdés Sigler (padre e hijo); 1980: El Mambisito; 1982: El prisionero de Zenda; 1983: El Águila, 1984: El León de Damasco (continuaba al Capitán Tormenta: Cristina Obín, Tony Delgado y Pastor Felipe); 1986: Hasta la última bala; 1987: Rebelión, y 1989: El cautivo del Rey (Cristina Obín).
Se le han atribuido 23 antológicas “Aventuras” (según su hija, casi 30; prefería las de capa y espada): La Capitana del Alba, La máscara roja… las produjo fantásticas con Amado Cabezas Sanz y otros guionistas, con un elenco bastante fijo, sobre todo Antonio “Tony” Delgado y Norberto Blanco, que se recuerda comenzando con él y en el Castillo del Príncipe. Entregó el guion para otra aventura: Juancho, que nunca llegó a hacerse.
“Nació para dirigir televisión”, afirma su hija
Este espacio le fue una escuela, pues sin las tecnologías ulteriores, exigía constante oficio e imaginación para que artistas y técnicos unidos, resolvieran las problemáticas más insospechadas, complejas y difíciles, solo compensados por la tan feliz acogida del público, logrando maravillas en aquella televisión en vivo sin margen de error, rodeado de limitaciones técnicas, y luego, ya con la tecnología, superándose con nuevos proyectos. Tantos años de lunes a viernes, primero dos aventuras de 7 a 8 p.m. hasta quedar solo de 7.30 a 8, espacio preferido de toda la familia cubana que los niños solíamos recrear en nuestros juegos cotidianos, llamado “el alemán” fue “la llave maestra” en gloriosa trilogía con Silvano Suárez y Vázquez Gallo con quien tuvo muy buenas relaciones (y con Manolo Rifat), y dirigió series tan trascendentes en la memoria histórica y alma del pueblo cubano.
Ganó la Réplica del Machete del Generalísimo Máximo Gómez que otorgan las Fuerzas Armadas Revolucionarias, la Distinción por la Cultura Nacional y uno de los 19`primeros “Premio Nacional de Televisión” (2003) por obra de toda su vida. Falleció con 86 años en La Habana el 8 de septiembre de 2008; enterrado bajo el huracán Ike, fenómeno que le aterraba y recogía sus pollos; ya se había estrenado el documental El aventurero del actor y director Roly Peña (enero, IV Festival Nacional de la Televisión). Muy sano, rechazaba la oscuridad, alturas, encierros, mentiras; gustaba oír música de los años 50 (Frank Sinatra, Nat King Cole); inspiraba mucho respeto, muy noble, divertido, jaranero, fiestero, tímido, complaciente, dicharachero, cada noche en su mesita, fumaba con unos traguitos; gracias por las mejores clases de amor de pareja y a la historia, lealtad, justicia, coraje, civismo, desinterés… que incorporábamos modelo de vida, de la forma más pedagógica: entreteniéndonos y así, nos incentivaba los disímiles amores… también a la televisión.