28 de marzo de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

Fabricar sonidos para moldear la imaginación

La radio es un medio mágico. Transporta a los oyentes a los más disímiles lugares, épocas o situaciones; moldea personajes e induce sentimientos recurriendo solo a un elemento: el sonido. Por tanto, su concepción y realización resulta esencial para cualquier transmisión radial

Pero el sonido, que también incluye al silencio, puede metamorfosearse en voz, música y efectos sonoros. Supone niveles de complejidad a la hora de emplearlo. Existen especialistas dedicados a su utilización efectiva y armónica en dependencia de la dramaturgia de los programas. Sin embargo, ¿cómo denominar a estos magos de la audición? ¿Sonidistas, musicalizadores o realizadores de sonido?

Liván Magdaleno Cruzata, realizador de sonido, musicalizador y director de programas en Radio Metropolitana, lleva trece años dedicado a la profesión. Deslinda lo que considera especialidades complementarias, pero bien diferenciadas.

“La musicalización está relacionada con el tipo de programa, es decir, si es informativo, dramatizado, infantil. El musicalizador conoce de música, busca y diseña la banda sonora del espacio, sabe qué temas pueden funcionar para la presentación y la despedida, cuáles son los momentos de tensión y qué estados de ánimo puede generar una melodía. Usa la música para recrear y ambientar épocas, inducir una temporalidad. Puede incluso, crear efectos sonoros para apoyar la construcción de escenas. Las radionovelas tienen en el musicalizador una figura esencial.

“De igual forma, valora un número musical a partir de sus posibilidades para convertirse en hit o lo emplea para dotar a la emisora de una personalidad fácilmente reconocible.

“Mientras, el realizador de sonido es mucho más sagaz a la hora de elaborar o editar un programa, sobre todo cuando es en vivo, ya sea una revista variada, cultural o musical, donde confluye decisivamente la música.

“Programas más elaborados, como los dramatizados, llevan mayor especificidad. Ello requiere de un grabador encargado de receptar la voz en off de locutores, buscando los niveles, tonos de voces, darles color a partir de la ecualización.

Liván considera que un musicalizador está más especializado en el manejo de las melodías que un realizador de sonidos. “Aquella es más compleja en cuanto al cúmulo de información sobre música de épocas, complejos genéricos, autores. Tiene mayor información pues su labor se sustenta en la investigación.

“No quiero demeritar el trabajo de ninguna especialidad. Ambas son labores complejas e imprescindibles. En este medio se trata de que la personas puedan cumplir un poco de cada función, aunque después cada quien se especialice.

“Por ejemplo, algunos prefieren los espacios musicales variados, de música cubana o los programas en vivo; hay quienes optan por los informativos, mientras otros se inclinan por los dramatizados. Existen quienes, incluso, se destacan en la edición, pues consideran el proceso más creativo y con posibilidades de manejar la dinámica de un espacio con elementos de montaje y manejo de los spots.

Resume: “A mi juicio, la musicalización es un poco más artística en lo relativo al manejo de la música”.

Manufacturas en el éter

Uno de los aspectos donde más se aprecia la labor artística del musicalizador es durante la realización e imbricación de efectos sonoros. Félix León, director de programas en Radio Taíno y Radio Metropolitana cataloga su utilización en la radio como factor esencial.

“Al analizar la banda sonora de un programa radial, se tienen en cuenta elementos insoslayables como la música, la palabra, el silencio que en función dramática hace que el diálogo sea inteligible, intencional. El silencio está relacionado también con la pausa fisiológica en la lectura para dar matices.

“Pero los efectos de sonido junto al narrador conforman la llamada escenografía radial. Los efectos se realizan de dos formas. Están los de estudio, grabados y ubicados en un soporte para el uso posterior. Se emplean en programas dramáticos o no, históricos e incluso en radiodocumentales.

“Por otro lado están los elaborados por un efectista. Se conciben en el contexto de la propia obra. El efectista se convierte en un protagonista, vive la obra, participa con los actores en la grabación, aporta los planos sonoros.

“Los efectos responden a un contexto dentro del programa y esos planos sonoros los da el efectista durante el proceso de grabación. Además, prepara y diseña los efectos con los elementos más inimaginables. Simula hechos o situaciones de forma tal que el oyente se sienta parte de la escena o del espectáculo musical”.

Félix considera que las nuevas tecnologías han impactado en las formas de hacer la musicalización y la realización de efectos, “aunque no tanto”. Se lamenta: “Creo más bien que las nuevas tecnologías han creado un facilismo en su utilización. Contamos con bancos de efectos que, en ocasiones, se convierten en manidos para algunos programas. Ciertos directores sí valoran los efectos y dicen ‘este no me da, lo voy a hacer en estudio’.

“En el caso de nuestro país, pionero en la radionovela, los efectos casi siempre se hicieron en estudios. Eso daba la oportunidad al efectista de crear, buscar los precisos. Los efectos son un arte, pues se ajustan, en dependencia de la época que se quiera ambientar.

“Existe otro problema: a veces en los bancos de efectos no encuentras el efecto necesario. Entonces, ¿cómo hacerlo? ¿Existen experiencias al respecto? ¿Contamos aún con personas que siguen indagando y encontrando nuevas formas de construirlos?

“Ahí radica el quid de la creación, frenado un poco con la era de las computadoras. Si se enriqueciera el arsenal de efectos no hubiera problemas, pero normalmente no suelen agregarse nuevos sonidos. Son efectos que han sido elaborados en un mismo lugar, y repartidos a casi todas las emisoras. Por ejemplo, el timbre de un teléfono digital. Pueden existir diversas tonos incluso, del proceso de discado. Sin embargo, revisas el banco de efectos de muchas emisoras y el mismo sonido aparece en todos los gestores de efectos.

“Para lograr un verismo sonoro los efectos deben adecuarse a las circunstancias. Los efectistas deben buscar constantemente, actualizar las sonoridades. Uno de los grandes efectistas de este país Tomás Belot, imparte cursos en el ISA y en estos momentos conduce uno de habilitación de efectistas en el ICRT.

“Imparto un curso de realización de sonidos y pretendo, en algún momento, que Belot visite mis clases para que ofrezca una conferencia sobre efectos de sonido. No se concibe una persona que realice sonidos y no domine la concepción de ambientes sonoros”.

La tecnología también ayuda

Por su parte, Loreta Corral, realizadora de sonido de Radio Taíno, con más de quince años vinculada a la profesión, justiprecia un poco más la incidencia de las nuevas tecnologías en la concepción sonora de la programación radiofónica.

“Antes de llegar las computadoras se mezclaba el sonido con cintas, de forma analógica, casi artesanal. Si bien el proceso no es enteramente digital, pues aún dependemos de las cintas, ahora uno tiene mayores posibilidades de mezclar más elementos simultáneos. Ello enriquece el sonido y lo dota de mayor limpieza al salir al aire. También lo hace más dinámico.

“No creo que la introducción de lo digital limite la creatividad del realizador de sonidos. Depende del realizador. Mientras disponga de más medios, mejor puede quedar un producto.”

Loreta no advierte diferencia entre realización de efectos y realización de sonidos. “Para mí es lo mismo. Al final estamos hablando del sonido. Cuando lo realizas de una forma y no de otra, creas un efecto que no necesariamente tiene que corresponder con el esquema tradicional de ‘ruido’, de imitación o recreación de algún sonido natural o no, como el sonido de un motor o la lluvia cayendo sobre un vidrio”.

Por su parte, Liván añade que la realización de sonidos puede crear un estilo. “Por ejemplo, Radio Ciudad de La Habana creó uno en la década de los ochenta, aunque esa imagen ha decaído un tanto. Para mí fue una emisora paradigmática. El estilo de realización era increíble y eso se debía, en lo fundamental, a la cantidad de jóvenes que trabajaban allí.

“Aún subsisten remanentes caracterizados por el dinamismo a la hora de concebir e imbricar los spots, de confeccionar bandas sonoras de programas como Melomanía, Disco Fiesta 98 y la revista De todo, que han marcado pautas. Lo mismo ocurrió en Radio Metropolitana con programas como Casa de Cristal y Propósitos”.

En algo sí convienen los tres entrevistados: realizar sonidos responde al talento y los recursos al alcance de quienes moldean la imaginación con voces, música y efectos.

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