6 de diciembre de 2024

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Instituto de Información y Comunicación Social

Historia y retos del Departamento de Animación de la Televisión Cubana

Productos de mayor o menor complejidad técnica, realizados todos bajo un profundo sentido de respeto y compromiso para con los niños cubanos.

En una vieja casa, cita en la calle 23 esquina a M, que hasta los primeros años de la década del 60 albergó a la Funeraria Caballero, radicaron desde 1968 los Estudios Cinematográficos de la Televisión Cubana, a los cuales pertenecían los Estudios Fílmicos de Animación. Eso implicó de por sí un gran cambio, a tono con el realismo mágico que siempre ha caracterizado a estas tierras: pasar de velar a nuestros muertos a celebrar la vida haciendo muñequitos.

Pero muchas otras cosas han cambiado desde aquellos días. En aquel entonces los tres pisos de la casa, más el sótano, todos sus espacios y oficinas, estaban destinados íntegramente a la producción de documentales y muñes en sus más diversas variantes y estilos. Salones de animación, línea y relleno, cámaras, cuartos de revelado,  edición, estudio de stop motion o animación cuadro a cuadro…, en fin, todo un edificio donde la producción de animados, fundamentalmente para niños, era el principal desvelo y disfrute de mucha gente talentosa…

Pero llegaron los fatídicos años 90, con aquel período especial que tantas cosas derrumbó de golpe y porrazo, como en los muñes donde un personaje viene y sin ton ni son le suena un violento cocotazo a otro. Fue así, y de nada vale lamentarse, porque los niños esperan por sus muñequitos y en esa etapa de la vida aún no se entiende mucho de razones económicas ni sociales. Así que “el espectáculo debía continuar”, como aquella canción de Queen.

Durante la década del siglo XX los Estudios Cinematográficos, y con ellos el Departamento de Animación, fueron cerrados casi por completo. A inicios del nuevo milenio la casa volvió a recibir a los creadores de los muñes, pero ya no era lo mismo de antes. Lo que se usó en el pasado tan solo como Salón de Animación, debió ahora ser la sede de todo el Departamento; tres pisos enormes reducidos tan solo a un pequeñísimo espacio en la mitad de uno de los pisos. El resto de la casa se dividió entre Taller de costura, varias oficinas y salones de reunión.

A partir de ese momento los retos fueron disímiles, no solo por el tema del espacio para crear. También mellaron la obsolescencia de una tecnología que urgía mejorar, la falta de presupuesto, la pérdida o adormecimiento del know-how, gran parte del personal en edad de jubilación, y la carencia de nuevas generaciones que se precisaba formar lo antes posible para sustituirlos.

Comenzó así un proceso de relevo, con cambio de batón incluido, entre una generación de creadores casi en retirada y otra que comenzaba a vivir. A los roces y resquemores habituales en estos procesos, se añadía la complicación adicional de producirse en medio de un cambio tecnológico bien violento: la transición del celuloide -de los procesos químicos del relevado y las copias-, al mundo digital, atemorizante al principio pero, a todas luces, prometedor, rápido y mucho menos costoso.

El tiempo, como en todo, tendría la última palabra. El cambio era inevitable y, a largo plazo, las ventajas han sido mayores que los inconvenientes. Hemos logrado pasar del susto inicial y el deslumbramiento, al dominio cada vez mayor de los softwares propios de este trabajo. Digo deslumbramiento, porque es sabido que estos programas de composición de la imagen y efectos especiales, y los sistemas de edición no lineal llegados a la Televisión (como el AVID), causaron en un inicio una atracción fatal para muchos creadores, quienes usaron cuanto efecto “bonito” brindaba la nueva adquisición, sin pensar si estaban relacionados con los planteamientos y objetivos de su obra.

Luego de los primeros y lógicos tropezones del niño que debe aprender a gatear de nuevo, actualmente el Departamento intenta realizar variadas producciones, pero signadas todas de un aire de modernidad y frescura, que las haga atractivas para los niños cubanos. La competencia es dura, y muchas veces desigual; pues la producción de Animación en el mundo es amplia en cantidad y diversa en estilos, técnicas y conceptos. Los niños cubanos de esta época tampoco son iguales a nosotros cuando tuvimos su edad, en un país y un  mundo en el que mucho ha llovido. A veces nuestros pequeños se sienten atraídos por productos de muy buena realización, pero vacíos de espíritu.

Hay cosas que nunca cambian: la base fundamental para lograr contar una buena historia sigue siendo el guión, la buena realización y la honestidad de las historias para un público que, a no dudarlo, es el más difícil y sincero de todos, pues si algo no le llega le da la espalda al televisor “y a otra cosa mariposa”. Encontrar proyectos atractivos que al mismo tiempo ofrezcan valores y visiones del mundo positivas, pero no moralizantes, resulta primordial. Toda obra para niños debe entretener, algo tan importante a la hora de comunicarse con ellos, y alejarse del tan conocido ladrillo o panfleto que casi nadie logra aguantar.

Eso es todo cuanto nos queda, pues al ser una Productora de animados bien modesta, cuantitativamente hablando (hacemos unas 2 horas de animados al año), el reto principal reside en lograr que nuestras obras tengan, cada una por separado, la máxima calidad posible. Esta ha sido una de las deficiencias principales de la Animación para Televisión: al estar inmersa dentro de una programación amplia, ya con 5 canales nacionales, a veces se hace difícil notar su presencia. Contra esto hay un único antídoto: incrementar la producción, pero siempre respaldado por un aumento de la calidad, pues de nada vale hacer más de los mismo, o cada vez peor. Eso sería derrochar las tres T: “talento, tiempo, y trabajo”.

Para construir un guión de calidad, terminar una obra interesante dirigida a nuestros niños y adolescentes, la cultura es un arma fundamental, y su ausencia se castiga con la intrascendencia absoluta. El Departamento de Animación ha ido formando a su joven personal sobre la marcha, a golpe de cursos, talleres y el esfuerzo personal de cada quién, que nos ha traído ya a varios graduados de la Facultad de Comunicación Audiovisual del Instituto Superior de Arte, la Academia San Alejandro, y el Instituto Superior de Diseño Industrial.

Esta apropiación del conocimiento del mundo de la Televisión, el Cine, y el Audiovisual en sentido general, es fundamental para la creación de un producto enteramente virtual en su concepción. La Animación es un arte difícil, peculiar, con sus propias leyes, pero que al final, para desarrollar productos competitivos, necesita de los mismos conocimientos que rigen la ficción, la dramaturgia, la puesta en escena televisiva, la dirección de arte y la actuación. Es así, y quien lo niegue comete un error enorme y costoso.

En el proceso de automejoramiento también han estado involucrados los directivos que, aunque a veces puedan tener criterios distintos a los de los creadores (siempre es buena la diversidad inteligente), también han avanzado con nosotros en el empeño de ir recobrando y aprendiendo sobre la marcha la compleja tarea de “darle vida a lo inanimado”. Y sobre la marcha claro que nos hemos equivocado y hemos hecho obras de las que años después quizás nos arrepentimos, con diseños que hoy nos parecen poco atractivos, personajes mal animados e historias muy mal contadas. Pero también hemos tenido logros y adelantos frutos del trabajo, el talento de muchos y los golpes, que también enseñan.

En este camino andamos los muchachos de Animación -como muchos nos llaman en el medio, porque realmente nuestro promedio de edad es bien corto, pero nuestra experiencia va en aumento-, creciendo y desarrollándonos de la mano de los que en otro tiempo, fueron tan jóvenes como nosotros y tuvieron nuestros mismos sueños. Este proceso de renacimiento del Departamento de Animación, como ave fénix, ha sido realizado sin renegar de nada ni de nadie, haciendo todo tipo de obras y tratando de respetar todo tipo de estéticas.

Sólo basados en esa deferencia, es que pueden cohabitar y coexistir, en medio de esa diversidad tan necesaria y vital para el mundo, productos de mayor o menor complejidad técnica, realizados todos bajo un profundo sentido de respeto y compromiso para con los niños de nuestro país. Ese compromiso y respeto se siente desde el más absoluto disfrute, porque los creadores del Departamento de Animación de la Televisión Cubana somos niños en potencia, en cuerpos de adultos. Y eso es casi un requisito inviolable para llegar a ser un buen artista y creyente de la Animación en cualquier lugar del mundo.

Tenemos de todo: directores de la tercera edad que aún gatean como bebés, y jaranean como adolescentes inmaduros; otros son payasos, pero de verdad, de cumpleaños y todo; unos hacen las voces de sus propios muñequitos; algunos hablan solos por los pasillos, ensayando la intención de algún movimiento; y un largo etcétera que daría para rodar una película documental. Así, transcurre la vida en una parte del tercer piso de la Casona de 23 esquina a M: Animando la vida que, aunque esté difícil (y precisamente por eso), hay que moverla.

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