Hitos y mitos de Caignet
Félix Benjamín Caignet era un radioaficionado, periodista, reportero y administrador de teatros en Santiago de Cuba, hasta que ante el micrófono de la CMKC improvisa narraciones para niños.
Refiere Oscar Luis López, en La radio en Cuba, que durante 1930, Caignet fue el guionista, actor, efectista, musicalizador y seleccionador del elenco de Las aventuras de Chelín y Bebita y el enano Coliflor1, primer seriado de continuidad radial latinoamericano escrito por cubanos y emitido en tiempo real. Nunca olvida las narraciones orales que de niño escucha de los ancianos-juglares, pero se nutre del folletín literario europeo y de las series radiales e historieta impresas de Norteamérica.
En 1933 inaugura las series episódicas radiales para adultos: Las aventuras de Chan Li Po, La serpiente roja, donde fusiona al Mr. Chan de las series norteñas y al Sherlock Holmes inglés2 que estrena el género radial detectivesco que por su limitada cobertura geográfica no impacta significativamente a las audiencias3.
Desde 1936, Caignet se radica en La Habana, donde gestiona la retransmisión de Chan Li Po; estrenada en la CMK Radiodifusión O’SHEA en 1937; cuando desencadena el primer fenómeno comunicativo radiofónico cubano. Se asegura que en varios momentos su transmisión en vivo paraliza a la capital cubana4. Desde entonces, en diversas emisoras, numerosos autores realizan adaptaciones y escriben originales de aventuras y novelas sentimentales.
Iris Dávila caracteriza así el despegue de nuestra radionovela: “Tres títulos grafican su arrancada impetuosa: Ave sin nido, de Leandro Blanco, Por la ciudad rueda un grito, de Reinaldo López del Rincón, y El collar de lágrimas, de José Sánchez Arcilla, la cual alcanzó los 965 capítulos. Y como ya existían las cadenas telefónicas nacionales, las aves volaron, el grito retumbó y las lágrimas llovieron de un extremo a otro de la Isla”5.
Entre los relatos episódicos que estrena Caignet en RHC Cadena Azul, después del triunfo de Chan Li Po; están: El monstruo en las sombras (aventura de 1940), Aladino y la lámpara maravillosa, aventura de 1941), El precio de una vida (radionovela sentimental de 1944), El ladrón de Bagdad (aventura de 1946) y Peor que las víboras (radionovela sentimental de ese mismo año).
En diciembre de 1946, Caignet regresa de República Dominicana donde triunfaba El precio de una vida. Ya entonces se le atribuye el desplazamiento de estas novelas hacia el horario vespertino; donde se consolida la emisión del género sentimental. Para abril de 1948, CMQ Radio estrena la radionovela El derecho de nacer, de Caignet, cuando una diversidad de miradas, contenidos y protagonistas se multiplican en las aventuras y novelas sentimentales en nuestra radio y en América Latina.
Aunque las narraciones electrónicas de inmediato devinieron soporte de múltiples acciones comunicativas-mercantiles y condicionaron los formatos y códigos; gradualmente a la estricta fantasía y ficción se suma una amplitud de temas y situaciones vinculadas a la realidad. A la historia de amor melodramática se unen las biografías de santos católicos escritas o adaptadas por Félix Pita Rodríguez y Roberto Garriga Agramonte, las que revelaban las problemáticas campesinas realizadas por Mario Barral, Dora Alonso y Onelio Jorge Cardoso; las de las mujeres citadinas que inaugura Iris Dávila y siguen Aleyda Amaya y Nora Badea.
Nuestra radionovela romántica fue prodiga en tendencias temáticas y miradas. Valiéndose de las invariantes del género, insertó en la ficción elementos de la realidad social que describe o denuncia. En ello influyó la procedencia, formación y filiación ideológica de muchos de sus creadores.
Pese a la percepción generalizada en América Latina, El derecho de nacer no fue la primera radionovela cubana ni la primera de esta tendencia escrita por Félix Benjamín Caignet. Esta percepción genera múltiples injusticias históricas6. Aceptar este presupuesto anula la gradual consolidación del género iniciada desde años atrás en los espacios habituales La novela radial y La novela del aire –los más recordados, no los únicos– donde se forjaron estos formatos.
En 1948 Caignet estrena en CMQ Radio las aventuras Ángeles de la calle, cuyas series se orientaban a los niños y protagonizaban pequeños actores. El éxito de El derecho de nacer fue tan arrollador que distorsionó la propia realidad. Si bien es cierto que le dio a Caignet el liderazgo de los guionistas cubanos, que marcó paradigmas y patrones y generalizó un modo de hacer la novela radial; también lo es que antes de ella disímiles autores gestaron esa importante zona creativa-productiva de la narrativa radial nacional y forjaron estas prácticas y saberes. Todos juntos conformaron este patrimonio iberoamericano.
Por su estilo narrativo y sus códigos, El derecho de nacer y las versiones de María, de Jorge Isaac, son las historias románticas más famosas de todos los tiempos7; y han alcanzado la mayor circulación mediática continental y global.
En los años 50 pasados, Caignet crea su productora fílmica CUBAMEX, donde adapta muchas de sus historias y de sus coterráneos que se reciclaban una y otra vez, en otros soportes de la Industria Cultural latina.
Pero esa ya es otra historia.
Notas y referencias:
1 Inspirado en un texto suyo publicado en 1925.
2 Conferencia dictada en la Universidad de Sao Paulo, en el Primer Encuentro internacional sobre telenovelas, celebrado en 1986. Iris fue abogada, escritora laureada, redactora publicitaria. Editora de revistas impresas y guionista de radionovelas y telenovelas. Sus historias melodramáticas reflejaban situaciones sociales reales de la mujer citadina. Dora Alonso reinó en los campos de Cuba, Iris lo hizo en las ciudades.
3 Casi en paralelo, en La Habana, el poeta José Ángel Buesa estrena otra aventura muy diferente.
4 Revista Bohemia, 14 de junio de 1953.
5 Conferencia citada de Iris Dávila.
6 El derecho de nacer tampoco fue nuestra primera telenovela. Se estrena en el Canal 6 (CMQ TV) durante 1958. Desde 1952 las novelas televisadas se diversificaban en nuestra pequeña pantalla.
7 Esta historia apareció en la tv latinoamericana con la versión de Celia Alcántara, Simplemente María.