10 de octubre de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

La revolución cultural de los años treinta: su impacto en la radio cubana

Tras el mimetismo inicial del modelo anglosajón, nuestra radiodifusión gestó un modelo autóctono
inicio de la difusión

La extrema competitividad alcanzada por nuestro sistema radial durante los años treinta del siglo XX, deprimió la calidad de algunas propuestas.

La enérgica demanda de la Ley radial – cuerpo legal cuya perspectiva establecía una relación directa entre la capacidad de los individuos ante el micrófono y el desarrollo de la cultura general del pueblo- le serviría al Estado para crear entes y mecanismos reguladores con el fin de “aumentar el nivel artístico, eliminar la grosería y las plantas y los autores analfabetos y de mal gusto”.1

“(…) Una de las primeras dificultades artísticas (…) es la falta de selección y ausencia total de criterio artístico. (…) Más del 90% de la música que se transmite es extranjera. Por la pobre calidad de los programas y de los ejecutantes, la falta de sentido nacional y la carencia de espíritu de cultura, la labor de la radio en Cuba está resultando ingrata para la educación popular (…).2

“Raro es el hogar donde no hay aparato receptor. Las estaciones son numerosas. Es una boga que alcanza a toda la República (…) No hemos sabido imprimirle a la radiodifusión la importancia cultural usual a que estamos obligados por el prestigio patrio. (…) El radio llene su triple misión, para que sirva al propio tiempo, a la cultura, al deleite público y a la industria (…)”.3

El Secretario de Estado, Juan José Remos, declaró: “Habrá medidas contra las radioemisiones de mal gusto artístico. (…) se han recibido quejas de representantes en el exterior respecto a los programas que se transmiten desde Cuba, que salvo raras excepciones, comprometen el buen nombre artístico de nuestra patria: Exceso de anuncios y tanta música chocarrera, con tanta música cubana, buena y legitima música cubana (…)”.4

En consecuencia, el Ministerio de Comunicaciones reguló los contenidos mediáticos y hasta dialogó directamente con los adaptadores-autores de episodios y comedias radiofónicas.

En la flamante Dirección de Educación y Cultura del Ministerio de Educación recayó la orientación e inspección de todas las actividades culturales, educacionales, científicas y artísticas de la República; en un momento cuando la actividad cultural descansaba fundamentalmente en la gestión privada.

Por entonces tuvo lugar también el movimiento artístico-intelectual denominado revolución cultural, que volcó a la Literatura, la Poesía, la Música y las Artes Plásticas, las tradiciones iberoamericanas-africanas esenciales en nuestra nacionalidad y las enfrentó ideológica y culturalmente al hegemonismo anglosajón.

El 17 de febrero de 1940, 29 instituciones culturales demandaron el presupuesto estatal necesario para atraer y fomentar la cultura nacional, la adecuada gestión de organismos e instituciones oficiales especializadas, el incremento de las exposiciones y concursos científicos, literarios y artísticos, la publicación de la dramaturgia nacional de todos los tiempos, la edición de revistas culturales oficiales, actividades, construcción de edificios adecuados y sistema de administración no oficial.5

El arte nacional se defendió en actividades públicas masivas6,  en la radio, y hasta la nueva Constitución de 1940 reflejó la necesidad de cualificar la gestión y la programación radiales:
En esencia, este movimiento:

•    Reafirmó nuestra identidad latina.
•    Fortaleció la unión de artistas e intelectuales.
•    Expandió las artes, los medios de comunicación y sus producciones afines.
•    Transformó las prácticas culturales y sus flujos.
•    Creó instituciones culturales, academias y centros investigativos sobre nuestras raíces históricas y gremios de la industria mediática.
•    Propulsó los concursos y premios culturales.
•    Incrementó la escenificación y/o publicación de la dramaturgia nacional.

Como era de esperar, también repercutió en los contenidos radiales. Ejemplos:
Agosto de 1935 – CMCG: La hora Sensemayá, tres veces por semana, ofrecía divulgación científica sobre estos ámbitos y música de temas afros. Participaban la declamadora: Eusebia Cosme, el Conjunto Afro Cuba y los especialistas: Nena de Paz, Manuel Cuellar, dirigidos por Julio Vázquez.

Febrero de 1937: Conferencia del Dr. Ramón García Rodríguez, Orquesta de Gilberto Valdés, Rita Montaner y Alfredo Valdés cantan “Sangre africana” y “Rumba abierta”.7

Tras el mimetismo inicial del modelo anglosajón, nuestra radiodifusión había gestado el modelo latino de múltiples géneros, formatos y saberes como las aventuras y las radionovelas;  portadoras de nuestra expresión estética, modos de hacer, visiones y más acordes a nuestros estilos de vida. También privilegiamos la música y el humor.

La Habana fue el polo radial en habla hispana y gestor de relevantes flujos e intercambios culturales, simbólicos, comunicativos que hicieron circular nuestras prácticas de programación, interpretación y realización artística, las de las empresas o productoras y hasta las propias figuras.

Este momento de la resistencia cultural autóctona también impactó los contenidos y las prácticas mediáticas.

Notas y referencias:
1 Revista Carteles. 24 de diciembre de 1939. En febrero de 1947 nace la Comisión de Ética Radial, donde actores-agentes sociales del arte, los medios de comunicación y los gremios eluden la censura estatal. Emisoras como RHC, Cadena Azul y CMQ Radio crean sus propias áreas de revisión.
2 Revista Carteles, 28 de  abril de 1935.
3 Revista Avance, 17 de junio de 1937.
4 Revista Avance, 16 de junio de 1937.
5 Emilio Roig: “La cultura ante la Constitución”. (Revista  Carteles, 31 de marzo de 1940)
6 Entre tantos ejemplos se recuerdan las manifestaciones espontáneas en la calle para impedir que el Teatro Martí se convirtiera en sala de cine de los Estudios de Hollywood. Poco después fue transferido al Estado cubano.
7 Revista Carteles, 25 de agosto de 1935, y Diario de la Marina, 1 de Enero de 1937.

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