26 de abril de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

LA TELEVISIÓN ENTRE LAS ARTES MEDIÁTICAS

La televisión y la radio fueron las últimas (1977) en ser reconocidas por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), aunque algunas de sus personalidades eran incluso fundadores, pero en literatura, cine, música, artes escénicas y plásticas.
la televisión

La televisión

Una dificultad básica, que enfrenta todo análisis artístico en torno a la televisión y a los otros medios, es el insuficiente y epidérmico basamento teórico-conceptual, que apenas sostiene los argumentos para validar o negar su arte. La televisión y la radio fueron las últimas (1977) en ser reconocidas por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), aunque algunas de sus personalidades eran incluso fundadores, pero en literatura, cine, música, artes escénicas y plásticas.

Esto se debe a que son las más recientes de todas las artes; las mediáticas son las artes “de” (no solo “en”) los medios de difusión masiva (simplemente: “medios”), que hace medio milenio nacieron con ellos, por lo que son las menos tradicionales de todas, pues todas las demás nacieron con la Humanidad, que debió evolucionar hasta crear los medios, para hoy hablar de artes mediáticas.

Otra diferencia de las restantes artes, es que las mediáticas son procesos colectivos e industriales; les son esenciales la industria, su tecnología y publicidad, entretener, y a ello las reducen, obviando que también son arte, pues cuando no lo son, fracasan al no realizarse en las masas a las que se dirigen.

Urge entonces la difícil y polémica conceptuación de arte como creación recreadora, pues no toda creación es arte: necesita atraer a quienes recrear; a menudo homologado con estética, pero el arte es mucho más que estética, que se extiende mucho más allá del arte, a la naturaleza y a toda la vida, y su ausencia propicia la muerte. La palabra “arte” nació como “técnica”, que toda arte las tiene, pero es mucho más que técnica, y la técnica trasciende en demasía al arte.

Orígenes de las artes mediáticas

En la efervescencia creativa con que revolucionó al mundo el Renacimiento, y su humanismo precursor al capitalismo cabalgando veloz a la industria, tras el largo letargo medieval teocéntrico, se aportó el primer “medio”: la prensa. Sus albores se remontan al año 1440, cuando el orfebre alemán Johannes Gutenberg (1400-1468) inventó la imprenta, primer proceso industrial que imprimiendo textos que antes eran obras artesanales escritas a mano uno por uno, página a página, revolucionó, abaratando y masificando al infinito y el futuro, este primer “medio”.

Para su éxito entre tanto y tan diverso público, el texto debía atraer y ser escrito de forma lo más atractiva posible (no olvidemos que la literatura en sí, ya es arte), y leerlo o interpretarlo escénicamente muy bien a los analfabetos mayoritarios en todo estrato social, para quienes protagonizaba mantener la visualidad del milenario grabado, los dibujos y luego, las caricaturas.

Ya desde el año 593, China reprodujo por primera vez y de forma múltiple, dibujos y textos con caracteres de imprenta tallados en tablas de madera (xilografía); invento de los monjes budistas para debatir sobre la autenticidad de sus textos sagrados, aunque no imprimieron nada hasta un Sutra budista en el año 868, ya con ilustraciones, y desde el año 1040 con caracteres móviles de imprenta y composición tipográfica, por el herrero y alquimista Pi Cheng, lo que llegaría a Occidente en el siglo XIV con el holandés Laurens Coster, aunque ya en Roma antes de Cristo, había negocios y coleccionistas de libros. 

Artes visuales en aquella prensa: la fotografía

El primer libro de Gutenberg con tipos móviles de plomo fundido mucho más resistente (tipografía) tras un pequeño calendario y una gramática de latín, fue el Misal de Constanza (1449-1450) aunque su obra maestra que complacía además al más importante señor feudal vigente entonces (la Iglesia), se imprimió en dos volúmenes a tamaño folio: la Biblia de 42 líneas, llamada así por sus 42 renglones a dos columnas que componían sus 1,286 hermosas páginas. De unos 180 ejemplares impresos, cada uno era un ejemplar único, pues tras imprimirse fueron rubricados e “iluminados” a mano, con el consecuente valor artístico de cada uno. Es evidente que apenas nacían los medios, integraban a todas las otras artes, interdisciplinariedad artística que es otra identidad esencial de las mediáticas.

Desde Occidente evolucionó aquella prensa que al surgir otros medios, se llamaría “prensa escrita”, pues cada medio tenía su propia prensa: los documentales y noticieros cinematográficos, la prensa radial y la de televisión; se enriquecería cuando en 1824, el físico y litógrafo francés Joseph Nicéphore Niépce (1765-1833) aporta el primer procedimiento fotográfico o heliográfico, también con sus propios antecedentes, que la prensa incorporó de inmediato, adelantándose al slogan que  se atribuye al editor estadounidense Arthur Brisbane (1911) a partir de una expresión del dramaturgo y poeta noruego Henrik Ibsen (1828-1906): “una imagen vale más que mil palabras”. Potenciaban así toda noticia de cualquier índole: desastres naturales, guerras y otros conflictos, y así el danés Jacob August Riis (1849-1914) al llegar a New York (1870), pudo ayudar a los más humildes; en 1880 el diario neoyorquino Daily Graphic usaba la fotografía para ilustrar noticias.

Surgimiento de las artes audiovisuales: el cine

La Revolución Industrial de los siglos XVII al XIX devenía ya francamente la Revolución Científico-Técnica (siglos XIX-XX), la comunicación continuaba su desarrollo con el telégrafo (el estadounidense Samuel B. Morse, 1836), el teléfono patentado por el británico Alexander Graham Bell en New York, Estados Unidos (1876), y en La Habana, Cuba, el italiano Antonio Meucci, para hablar desde su trabajo en el teatro Tacón con su esposa enferma (1854); y el progreso del diorama (1781, Londres: el inglés de origen francés Philippe Jacques de Loutherbour, logró un montaje que del decorado lograba todo un espectáculo) con la fotografía induciendo sensación de movimiento, nació definitivamente el cine (diciembre de 1895, los hermanos Lumière en París), que como todo arte, al nacer no pretendía ser arte, aunque obviamente ya lo era, y no demoró en confirmarlo el dramaturgo y crítico de cine italiano Ricciotto Canudo (1877-1923) en su Manifiesto de las siete artes (1911), al valorar al cine como derivado especial delas artes. El cine con sus imágenes de un lugar a otro, contribuyó sobremanera a acelerar cada vez más la dinámica de desarrollo de todo el mundo.

Las seis artes previas eran la pintura, la estatuaria, la danza, la música, la literatura (que algunos reducen mutuamente con la poesía), a partir del filósofo francés Charles Batteux (1713-1780), y se recuperaba ahora la arquitectura, que en la antigua Grecia era “el arte mayor”, semilla para las demás artes; ya en pleno auge del cine, lo valoró “séptimo arte”; todo lo cual es muy polémico, pues es notable el imperdonable olvido del teatro, entre otros, y que las artes plásticas estuvieran seccionadas en (solo) tres: pintura, estatuaria y arquitectura.

Las artes mediáticas de dos nuevos medios: la radio y la televisión

Ya con el cine, y sobre todo el cine sonoro desde 1900 en París, pero más bien desde 1927 en New York, no por azar con una película musical: El cantante de jazz, integrando la música a los medios) nacen las artes audiovisuales, especificidad entre las mediáticas, mientras en Estados Unidos, un vasto proceso desde la primera transmisión radiofónica (Nochebuena de 1879), hasta las primeras para entretenimiento con programación regular (1910), incluidos el alemán Heinrich Herz (1887) y el italiano Guillermo Marconi (1897, Gran Bretaña) con 14 patentes del croata-serbio nacionalizado estadounidense Nikola Tesla, aportaban la radio, que no es audiovisual pues no porta más visualidad que los diseños de su equipamiento, pero sí induce visualidad en la fantasía de cada oyente, igual que la literatura y la música; se le reconoce toda una revolución como “medio” insustituible aun en la actualidad, a pesar de todos los avances.

Otro proceso lo inició en 1884 el disco de(l alemán Paul) Nipkow hasta el primer televisor del escocés John Logie Baird (Londres, Inglaterra, 1926), transmitiendo imágenes y sonido mediante ondas hercianas que ya en 1954, eran a color; audiovisual como el cine, revoluciona más su alcance al intimar en cada hogar.

Aunque están claros los términos, aún se usan indistintamente televisual, que es todo lo referido a la televisión y todo lo que se televisa; y televisivo(a), que es lo que tiene condiciones y valores para ser televisado; y no todo lo televisual es televisivo, ni todo lo televisivo llega a ser televisual. Además de intrínsecas, todas las artes son objeto de las mediáticas y comparten con ellas otros valores universales: el ritmo, la poesía, la tonalidad, coloratura, etc., incluso globalmente.

Desde fines del siglo XX vivimos una nueva revolución con su era consecuente: el ciberespacio o espacio virtual, un quinto medio que se potencia con sus artes.

Epílogo

La complejidad alcanzada y su aceleración supersónica, añaden las tecnologías, pero cada arte continúa perfeccionando sus propias técnicas que se adaptan a cada medio, aunque todos los medios requieren de artes mediáticas universales como el guion, la edición, la dirección, sus puestas en escena, interpretaciones (musicales, escénicas, literarias en versiones, etcétera), musicalización y banda sonora, efectos sonoros en radio, en los audiovisuales vestuario y aditamentos, escenografía, maquillaje, peluquería y otros, que la radio siempre sugiere.

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