Le dicen Piti, pero se llama Ramón Rivera
Conocí a Piti por teléfono. Cuando lo llamé, una noche, le dije que quería hablar sobre el Micrófono de la Radio Cubana, un reconocimiento que le había sido entregado recientemente. Él me dijo que estaba enfermo y que era mejor así: por teléfono.
Hablamos de los cincuenta años que lleva como narrador y comentarista deportivo. “Uno nunca trabaja para premios -me dice- sino para complacer al público, pero siempre da mucho regocijo que la gente aprecie lo que uno hace”.
Recuerda que en 1966 comenzó el curso de narrador y comentarista deportivo, y un año después tuvo que ir a trabajar para la caña porque esa fue la misión encomendada.
“Luego llegó el momento en el que muchos de nosotros tomamos el camino que queríamos, pero Miguel Ángel Iglesias, ya fallecido, y yo, nos quedamos en la COCO porque queríamos tener mejor preparación”.
Al valorar su éxito profesional que avala el premio obtenido recientemente, destaca: “Yo creo que en la entrega incondicional”. Me cuenta que el equipo de trabajo con el cual ha laborado durante estos años apoya la disposición de los compañeros interesados en la narración deportiva.
“Y yo me siento con suerte porque tuve la oportunidad de trabajar y aprender de Boby Salamanca, Eddy Martin, Héctor Rodríguez, René Navarro, figuras sobresalientes en la radio y la televisión cubana en mucho tiempo”.
En cincuenta años de experiencia en el deporte, Piti ha visto y evaluado el desempeño de otros, ello lo convierte en una voz autorizada para enjuiciar la narración deportiva hecha hoy en la radio cubana.
“Estoy convencido de que no pasamos por un mal momento en la narración deportiva cubana, pero creo que nuestros compañeros deben preparase mucho más y siempre hay que estudiar, porque no podemos creernos que lo sabemos todo”.
Me enfatiza el criterio sobre la posibilidad y las ventajas de acceder a Internet y visitar las páginas deportivas, “y quien no se prepare, lamentablemente no llegará muy lejos en esta profesión”, apunta.
Durante el proceso de evaluación que desarrolla Piti, de conjunto con otros narradores comentaristas deportivos, él ha conocido muy buenos narradores en las provincias de Holguín, Camagüey, Villa Clara y Pinar del Río. “Y creo que ellos deben ser ejemplo para los que se han quedado atrás y deben mejorar”.
Y me reitera que lo fundamental es nunca creer que lo sabemos todo. “Voy a cumplir 50 años en la profesión y aunque es una frase estereotipada: todos los días aprendo algo”.
Piti ha participado en muchos eventos naciones e internacionales, pero hay tres que recuerda con mucho cariño.
“El primero fue en el Campeonato Mundial de Baloncesto, un evento que hice en el año 1974 con René Navarro. Era el mejor momento del básquet masculino cubano. Otro momento fue en Montreal, el último año de aquellos basquetbolistas cubanos que obtuvieron la medalla de bronce. Y después vinieron los Juegos Olímpicos de Atlanta. Tengo muy lindos recuerdos de esta cita deportica, sobre todo en el atletismo, porque pude trabajar con Julio César Ballar y con Bacilio Fuentes, un estadista extraordinario del atletismo cubano, ya fallecido. Y te puedo decir que se cumplieron cerca del noventa y cinco por ciento de las estadísticas que hicimos”.
¿Que si hizo todo lo que quiso hacer en su profesión? Al respecto Piti confiesa: “Yo creo que sí. Y además rellené mis deseos a partir de momentos en los que tuve la oportunidad de contar con Internet, con mis magníficos compañeros en Radio Rebelde y en la COCO. Ya he solicitado la jubilación, porque la salud no me ha acompañado, sin embargo, sigo trabajando para la radio”.
Además, a este radialista le gustaría escribir un libro sobre la narración deportiva, “pero lamentablemente no tengo técnica para hacerlo, y hay que tenerla para hacer un buen trabajo”. No obstante, contribuye a la impartición de cursos organizados por el Instituto Cubano de Radio y Televisión (Icrt), y en las evaluaciones, “porque creo que es una manera de ayudar”.
Le pregunto quién lo apodó Piti: “Eso fue en el año 1967. José Dariel Quevedo, un excelente narrador, ya fallecido, fue quien me lo puso”.
Cuenta que aquel era un año de muchas reuniones y una vez en Santiago de Cuba coincidieron veintisiete compañeros y como a las dos de la mañana todos se fueron a pasear y se quedaron José Dariel y él. “Quevedo hablaba como si estuviera narrando, y de momento me dice: Y con ustedes, Piti Rivera. Al principio no estaba muy convencido, pero un día un compañero me dijo que tenía que acabar de decidir por Piti Rivera o Ramón Rivera. Y me quedé con Piti”.
Para finalizar nuestra conversación curioseo si con tantos años de trabajo y experiencias vividas… él es feliz.
“Yo creo que sí. Tengo mis hijos, tres nietos y una familia que me quiere. Mi trabajo profesional me satisface, día a día quiero hacerlo mejor que la jornada anterior. Y este premio me ha dado mucho cariño de parte de amigos, creo que realmente es un reflejo de que se ha trabajado con amor y dedicación”.