Luis Rielo: El más bueno de los actores malos en Radio, Cine y Televisión
La vida de este talentoso actor puede inspirar hasta un telefilme. Su conversación es muy amena, no hay que estar preguntando mucho, todo fluye de una manera maravillosa.
Comienza contándonos que nació en la Ciénaga de Zapata, Matanzas, el 24 de julio de 1933. Dice una frase conmovedora: “Nunca fui niño”. Él con cuatro años y su hermano con seis, tenían que acarrear agua desde el río para que su madre hiciera los quehaceres de la casa. Trabajaba con su padre en los hornos de hacer carbón y el enjambre de mosquitos le destrozaba la cara.
En el cuartón donde vivían no había escuela, ni luz eléctrica, era analfabeto. Se lamenta de que mucha gente se ha paleado con su historia, pero él desea contarla como era. Vivían en una casa prestada por el dueño de la carbonera, pues su padre era un asalariado de este señor, que pagaba una miseria por cada saco de carbón.
Posteriormente se mudaron para un lugar llamado Santa Catalina y María Dolores. Entonces Luis comienza a ir a la escuela, que le quedaba a alrededor de dos kilómetros a pie, ya tenía ocho años, iba descalzo. Ya estando en la escuela se puso sus primeros zapatos.
Menciona, emocionado, que su hermano lo llevó a ver su primera película; allí conoció también la luz eléctrica. Aquello fue para él un gran descubrimiento. Nos dice que ver a los actores moverse en la pantalla fue un amor a primera vista. Recuerda que la película era sobre el Zorro. Entonces le dije a su hermano: “Cuando yo sea grande, voy a ser artista”.
Su hermano, buscando nuevas maneras de vivir mejor, se traslada para La Habana, y pasado un tiempo, trae al resto de la familia. Rielo rememora que aquí en la capital hizo de todo: vendió billetes, y trabajó en el dragado de lo que sería la Quinta Avenida de Miramar, fue bodeguero y realizó otros trabajos.
Mientras su hermano, con el tiempo y mucho trabajo, logró abrir una guarapera suya. Le propone al dueño dejar a su hermano Luis en su puesto de trabajo; el dueño se niega pues el muchacho solo tenía 15 años. No contaba con edad laboral, pero accede y él comienza a trabajar en el “Savoy”. Ya para esa fecha ganaba 60 pesos al mes.
Consigue un papel para presentarse ante un profesor de actuación llamado Bermel. Este le cobra por adelantado y él comienza a relacionarse con los futuros actores. El profesor le da a leer una poesía de José Martí y Bermel le comentó: –Usted nunca será actor, no sabe ni leer. Luis comenzó a llorar y el resto de los compañeros lo ayudaron. Fatalmente tenía frenillo.
Fue para su casa y se encerró en el baño durante casi 24 horas, leyendo con un lápiz en la boca todo lo que encontró para leer. Volvió a la clase con la misma poesía del libro de Martí que el profesor le había dado.
Bemel reconoció: –Tienes mucha voluntad. ¡Tú serás actor! Recuerda muy feliz cuando debutó en 1953 en la Sala teatro “Nuestro Tiempo”, con la obra El cartero del rey. Confiesa que se emocionó y se dijo: “Se cumplió mi ilusión, soy actor”.
Más tarde recibió clases de la profesora Hortensia Gelabert. Corría el año 1954 y ella lo lleva a la CMQ y le presenta a Mario Barral. Comienza haciendo extras y sentado en el famoso Banco verde, esperando su oportunidad.
Había una cláusula que establecía considerar a un actor cuando este acumulara 40 actuaciones. De esta forma Rielo alcanzó tal categoría. Se enorgullece de que nunca llegó tarde a un programa.
Tiene como un gran ejemplo a Enrique Santisteban, ese gran artista que le decía: -un actor verdadero siempre se pone nervioso, antes de salir a escena.
En 1956 Rielo obtiene su primer personaje de malo en la aventura Carlos Valiente. A partir de ahí hizo muchos géneros, siempre con personajes negativos. Apareció habitualmente en diversos programas televisivos.
Se regocija de haber trabajado con los grandes directores Emilio Vázquez Gallo, Silvano Suárez y Erich Kaupp. Bajo la dirección de este último protagonizó la aventura El Zorro. También realizó La isla del tesoro y muchas más que suman 37.
Alude con mucho cariño el espacio La Comedia del domingo y muchas emisiones de El cuento.
La radio tampoco tiene secretos para Rielo, pues en este medio protagonizó novelas. Intervino en la obra Sandino, general de hombres libres y una novela muy escuchada en ese momento, de la cual no recuerda el nombre, pero apunta que la protagonista era Ketti Villada. El protagónico masculino lo encarnaba Raúl Selis.
Asegura que la vida ha sido generosa con él, y que un “guajirito” de la Ciénaga devenir actor representa un milagro en medio de aquellos aciagos tiempos. Siempre fue un cubano de primera línea, se incorporó a las Milicias Nacionales Revolucionarias desde su fundación. A lo largo de su vida laboral ha asistido a los todos los actos a los que lo han convocado en el Instituto Cubano de Radio y Televisión.
Como una de sus insatisfacciones profesionales advierte que nunca ha recibido el Premio Nacional de Televisión, ni ha sido propuesto para recibir el máximo galardón para un artista revolucionario y que ha permanecido en Cuba: La réplica del machete mambí de Máximo Gómez. Todo esto lo manifiesta con mucho dolor en tanto señala la pared que desde hace algún tiempo tiene reservada para ese prestigioso galardón.
Posee varios premios y condecoraciones: Artista de Mérito; Diploma Por la Obra de la Vida; Premio Caricatos; Premio Actuar Por la Obra de la Vida y Premio Pequeña Pantalla, entre otros.
Nos despedimos de este excelente actor, que nos ha recibido en su casa en compañía de su amable esposa Ela, a quien agradecemos sus muchas atenciones durante el tiempo que ha durado esta entrevista-reportaje. De manera especial le deseamos a Luis Rielo Morejón un feliz cumpleaños este 24 de julio.