28 de marzo de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

“Me tocó ser periodista y quiero hacerlo con dignidad”

Demetrio Villaurrutia Zulueta, un Rebelde amante de las utopías, inconforme con el mundo.
Demetrio Villaurrutia Zulueta

Demetrio Villaurrutia Zulueta

Nacido bajo el signo de los triunfadores (Acuario del 19 de febrero de 1965), este avileño de nacimiento y habanero por convicción, ha sobrepasado sus propios límites. Ser atleta de alto rendimiento durante los primeros años de su vida le forjó una estirpe de luchador que aún le acompaña.

Un abogado-psi cólogo en potencia que por azar, llegó al periodismo y a ese torrente mundo de palabras, conflictos, diversidad y riesgos que implica la profesión. Radialista apasionado por má s de 23 años: primero como reportero, después como director de programas de la emisora Radio Rebelde, impronta que le ha valido múltiples galardones y reconocimientos.

Entre ellos, 14 grandes premios en Festivales de la Radio Cubana, seis veces Mejor director de programas informativos, Premio de Periodismo 26 de Julio, distinción Félix Elmuza, Medalla Combatiente Internacionalista Cuba-RPA, por la corresponsalía de guerra, y el más reciente: el anual de periodismo Juan Gualberto Gómez 2009.

“Este premio tiene muchos rostros, algunos visibles como el mío y otros invisibles como el del resto del colectivo. Es un lauro que uno lleva con satisfacción pero también te pone a pensar: una página cierra y otra se abre.

“La mayor satisfacción que sentí en estos días fue que cuando alguien me llamaba para hablarme del premio, no solo lo hacía sobre Demetrio. Ese quería yo que fuera el sentir de la gente”.

Pero su mayor obra, es sin duda alguna, encauzar el destino del Noticiero Nacional de Radio por más de una década. Un programa de referencia, escuchado en toda la Isla y fuera de fronteras, que ha servido de asidero para las tendencias contemporáneas de hacer radio.

¿Cómo llegó Demetrio Villaurrutia Zulueta al periodismo?

“Si dijera que siempre quise la carrera, mentiría. En duodécimo grado tenía tres opciones: periodismo, derecho y psicología, pero la verdad no sabía por cuál decidirme. Tenía más nociones del derecho y la psicología que del periodismo. Pero tuve la suerte de que se me otorgara la primera opción y estando en segundo año, me di cuenta de que era la profesión que yo quería.

“Desde el principio me vinculé al  periódico Trabajadores, medio de prensa al que le debo muchísimo. Algunos nombres no los olvido como Abelardo Oviedo y Magalis García, que en aquel momento era la directora y le dio cabida a cuanto joven llegaba allí.

“Así me fui enamorando de la profesión. Fui un privilegiado, pues la primera puerta abierta para que yo estableciera un contacto directo entre mis suposiciones sobre el periodismo y lo que realmente era en la calle, se abrió de la mejor manera. Todos aceptaron que hiciéramos el periodismo a nuestra forma; aprendiendo a partir de nuestros errores.

“En ese entonces yo era atleta de alto rendimiento, y paralelamente empiezo a estudiar periodismo. Me levantaba a las cinco de la mañana y a las cinco y tanto me esperaba mi entrenador en el estadio universitario (SEDER) para concluir a las 6:45 a.m. Me bañaba y a las 7:20 a.m. entraba por la puerta de Zapata- donde quedaba la Facultad- para recibir mi primer turno de clases. En segundo año me decidí a dedicar todas mis fuerzas a la carrera.

“Siempre me dije: si me voy a dedicar a una profesión, ya sea a barrer calles, arquitectura o psicología, y en este caso me tocó ser periodista, quiero hacerlo con dignidad. Me gustan las cosas con rigor y en eso me ayudó mucho el deporte. Cuando uno piensa que no puede, saca fuerzas de lo más recóndito.”

Después de 23 años de experiencia en el oficio, ¿qué es el periodismo?

“Al graduarme en 1987, con 21 años, fui corresponsal de guerra en Angola. Yo era una persona al salir para África y regresé siendo otra, desde el punto de vista de la madurez, la responsabilidad, la manera de ver la vida e, incluso, de la forma responsable de asumir el periodismo.

“Ahora es cuando yo me siento con un poquito de mejores condiciones -por la modesta sabiduría que he acumulado- para proponerme otras cosas y advertir tendencias que antes no veía.

“El periodismo tiene una eterna discusión. Algunas personas dicen que periodista puede ser alguien con mucha cultura y no ser precisamente, graduado de periodismo. Yo creo que es posible: pasar por el periodismo, aprender, captar la técnica pero cuando hay talento detrás de eso, el camino es más fácil de transitar.

“El periodismo, como cualquier especialidad, es un oficio de 24 horas y de 365 días al año. Es inquietud constante, ser hiperquinético y estar inconforme, discutir con uno mismo y con los demás, intercambio de ideas para hacer mejor el trabajo. Eso es lo que hace rico y conmovedor el periodismo”.

En su opinión, ¿cuáles son las tendencias actuales por las que atraviesa el periodismo radial en el mundo?

“El arte de comunicar es también el de hacer periodismo radial. La fórmula no solamente está en dominar los requisitos técnicos del medio, que es imprescindible, sino en agregarle a eso tu impronta, y creatividad, buscar las mejores formas de llegar a la audiencia.

“La vida en Cuba es muy dinámica y en la medida en que nosotros hablemos más de los hechos que son el pedacitos de la gente, comunes a su vez a miles o millones de personas, más nos acercaremos a ellos.

“En el mundo actual, existe una tendencia en el periodismo radial: la gente va más a historias de vida, compartidas a muchas personas que trasciend en po r su humanidad; pero también porque el periodista es capaz de reflejar esas particularidades a la vez, a partir de una historia. Saberla conducir e interpretar y llegar a la generalidad, hace al periodismo más cercano.

“Para bien o para mal, mucho se ha hablado del desarrollo de las nuevas tecnologías de la comunicación (NTC). La radio es un medio electrónico como puede ser la televisión, por eso tenemos un reto altísimo después del nacimiento de medios alternativos como la propia Internet. La imposibilidad de las personas de tener un MP3 o MP4 o una computadora, hoy es diferente.

“Yo creo que en un mundo tan competitivo como el nuestro, las personas nunca van a dejar de escuchar radio. Y nosotros estaremos en esa competencia en la medida en que seamos capaces de adecuar nuestro mensaje a las necesidades de la gente, lo cual no significa informar lo que la gente quiere del modo que ellos desean. Pero sí es necesario dar la información de manera que la gente la entienda y eso es muy diferente. El tema más difícil ha ser digerible y hoy el periodismo de evento, y el de grandes lo mata”.

“Desgraciadamente, en la sociedad de hoy la gente está saturada de información; lo que quieren saber es lo escondido detrás de esas noticias, la lectura profunda, qué piensas del asunto, cómo lo valoras, cómo establecer una polémica con lo dicho.

“Por otro lado, a veces subestimamos al oyente y asumimos que –como sabemos algo- ellos también deben conocerlo. Por lo tanto, debemos trabajar con agendas más socializadoras o más intercambiables. Cometemos el gran error de querer imponer las nuestras, sin tener en cuenta, las múltiples agendas que hay más allá del receptor, bastante fragmentado.

“Una de las cosas perdidas de nuestra profesión es la presencia de espacios para polemizar, o sea, espacios de opinión periodísticos: 10 ó 15 minutos, bien realizados, que comenten la noticia de la semana, con varios enfoques del asunto.

“La desaparición casi absoluta del documental en la radio cubana es una de las cuestiones que deben ser rescatadas. Que  nuestros profesionales no estén aptos, no es la respuesta. Sí lo están, pero creo que hemos subestimado al género.

“Los noticieros y las revistas siempre existirán y, quizás, sean los más buscados en la programación de radio; pero hace falta, entre col y col, darle un respiro a la gente para que se sienten a escuchar lo que no podemos ofrecerle en un noticiero.

“Debemos buscar una radio más interactiva para retroalimentarnos. Esto responde a la necesidad, cada vez más impostergable, de estudiar a nuestras audiencias. Para los periodistas y directivos es cada vez más importante conocer qué tipo de público tenemos, qué programas necesitamos para complacer y modificar determinadas actitudes, responsabilidad también de nuestra profesión.”

Hoy existen programas que han sobrevivido al paso de los años y no tienen audiencia, informativos o no. ¿Cómo poder rediseñarlos, cómo propiciar el nacimiento de nuevos espacios que sean más efectivos?

“No podemos aspirar a hacer grandes cosas sin que las personas entiendan cómo hacerlas. Me parece que si entendemos mejor nuestro organismo y la forma en que actúa, entonces podremos utilizarlo racionalmente, con mayor eficacia, impacto y calidad.

“En esta situación influyó el propio Periodo Especial, pues tuvimos que incorporar a muchos periodistas, de manera acelerada y sin un previo conocimiento del medio. Sacábamos nuestros programas de radio con personas talentosas, pero que no tenían la formación teórico-profesional adecuada.

“Por eso, la Unión de Periodistas de Cuba y las delegaciones de base, discuten la necesidad de insistir en las opciones, de manera diferenciada y según el talento de cada cual.

“El mundo cambia y nuestra mentalidad debe hacerlo también. Yo recuerdo que un teórico de la comunicación decía: “el desarrollo de las nuevas tecnologías ha marchado de manera mucho más acelerada que lo que ha podido marchar el cambio de mentalidad del periodista para sacarle el máximo a esas tecnologías”. Nosotros hoy ni siquiera estamos a la mitad de lo que podemos sacarle a los avances tecnológicos.

“Pero si se estás en el corta y pega, cuando esos conocimientos ahorran tiempo de búsqueda, y entre sus diversas fuentes no logras discernir cuál es la mejor para tu análisis, entonces las NTC estarán ahí pero sin un impacto directo en la calidad y proyección del periodismo”.

¿Existe alguna fórmula para mantener al Noticiero Nacional de Radio (NNR) en la parrilla de programación de la Radio Cubana?

“No puedo hablar de una fórmula en concreto. Yo creo que hay que luchar contra los demonios de uno mismo, los que tenemos dentro. A veces me he preguntado si tengo algo que aportarle a esta altura -después de 12 años en el espacio- porque es muy difícil mantenerlo a un nivel o subirle la parada.

“La clave reside en ser lo más incon formes posible. Pensar siempre en cómo ir renovando,  introducir pequeños cambios, para ser originales, creativos, y en el medio de todo eso, ir convenciendo a las otras personas de que ellos también forman parte del noticiero. No hablo de los seis que conformamos la célula primaria, sino de reporteros y periodistas que tributan al espacio, sin ellos no estaría en el escaño actual”.

¿Es el NNR uno de los programas que cumple con las tendencias del periodismo radial contemporáneo? ¿Por qué?

“Por lo menos yo intento que sea así. El noticiero es para informar, pero también es un espacio donde las personas van a recrearse, digerir noticias sin agresión. Si voy a escuchar un espacio de media hora para que me agredan -lo digo desde lo artístico-, pues prefiero informarme por la televisión o Internet.

“A las personas les interesa estar informados porque sin información no hay conocimiento. La información atraviesa cada una de las esferas de la vida. Considero que la gente no repele la información, las personas repelen la información mal hecha. El espacio informativo que no aporta nada porque carece de rigor profesional. Y eso hemos tratado de cuidarlo, durante todos estos años: respetar al oyente, pensar en la otra orilla.

“La fórmula es trabajar todos los días, revisarse, luchar contra uno mismo, la unidad y lucha de contrarios que conlleva al desarrollo. El conformismo nunca fue un buen amigo de nadie. El noticiero es de todos los días, la eterna inconformidad”.

Cuando mira hacia el futuro, ¿cómo se imagina al periodismo radial realizado por los jóvenes?

“Lo que más desearía es que lucharan como yo lo hice y sigo haciendo. Ser buenos representantes del medio, no conformarse y, sobretodo, ser valientes a la hora de decir las cosas, y hacerlo con responsabilidad. Cualquier generación futura debe ser mejor que la anterior, porque tendrá la experiencia de nosotros.

“La radio tiene más de 80 años, y una centuria de experiencia en un medio es bastante. Si no son capaces de aprovechar esas enseñanzas de una emisora que ha sido paradigmática y referencial en América Latina y para muchos lugares en el mundo, yo creo que no habríamos hecho nada. Confío y lo aseguro: serán mejores que nosotros”.

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