28 de marzo de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

Motivos de Juan Carlos Travieso para continuar

Éste director de programas ha demostrado que el mundo de las imágenes y el sonido le es tan dúctil como la plastilina
Juan Carlos Travieso

Juan Carlos Travieso

Nacido en 1972 bajo el signo de Piscis (¿por eso será tan amable y cariñoso?) Juan Carlos  Travieso Fajardo, niño de la radio en San José de las Lajas, su pueblo natal, con solo 17 años ganaba un salario como guionista en Radio Camoa. Pero ya entonces se había enamorado de la televisión. Su romance se afianzó cuando en el 2002 se licenció en Arte de los Medios de Comunicación Audiovisuales, en el Instituto Superior de Arte (ISA). Para la fecha ya había trabajado como editor en distintos documentales, y ese año nace con guión, edición y dirección suyas “Frank Delgado, una nueva trova” que ha recibido diversos premios.

Trabajó en distintas obras pero sería con el nacimiento del Canal Habana que este inquieto y fructífero creador podría realizar varios espacios que han recibido premios tanto en los festivales de telecentros como en otros certámenes y que nos han llenado de placer a los espectadores.   Por su singular manera de decir hemos disfrutado de  exquisitos spot (Habaneros), espacios sobre cine (Secuencia) promocionales, (Coordenadas),  juveniles y de opinión (Paréntesis),  humorísticos (El motor de arranque)  y musicales (Entre manos).

Si te preguntara qué querías ser cuando niño ¿Cuál sería tu respuesta?

No puedo decir que desde pequeño quería ser tal o más cual cosa, porque estaría hablando en presente. Prefiero decir que cuando niño quise ser muchas cosas… médico, chofer de guaguas, y hasta acomodador de cine. Pero todo eso cambió cuando descubrí que en mi pueblo había una emisora de radio (Camoa) y entonces empecé a vincularme con ese lugar. Ahí se desataron mis ansias por trabajar en los medios y me vinculé a la radio. Siempre me criticaron porque realmente tengo una voz muy poco radiofónica. Tal vez, producto de esas críticas empecé a ejercitar el cambio o imitación de voces, con lo cual me abría la posibilidad de trabajar en la radio. Con el paso del tiempo hice muchos amigos en Radio Cadena Habana durante las transmisiones de la pelota en mi pueblo natal, y comencé a vincularme como corresponsal pioneril.

Años más tarde, con unos 9 años, descubrí entonces la magia de la TV. En San José se rodaba la teleserie “La delegada” y ahí participé de todo ese proceso. Conocí a mucha gente de la televisión y descubrieron en mí la vocación tan definida que ya tenía por los medios. Me presentan a una señora nombrada Esperanza Millet (Esperancita) que tenía un taller de actores infantiles para la TV. Y me aceptaron en él. Me ayudó mucho la capacidad que yo tenía para cambiar voces e imitar gentes. Y así empezaron mis viajes de San José a la Habana para hacerme de un camino. Un camino largo, y difícil, pero que la autopista nacional me ayudó desde entonces hasta hoy a recorrer con suerte.

Después, con el tiempo empecé a vincularme con la radio mucho más. Y participé como corresponsal en diferentes emisoras (Rebelde, Progreso, Reloj, la Coco y sobre todo Radio Ciudad de la Habana). Estudié entonces periodismo con solo 15 años ( postgrado) y el título nunca me sirvió de mucho, porque yo todavía era estudiante de preuniversitario. Sin embargo, claro que aproveché mucho esos conocimientos. Estando en Radio Ciudad, me descubren la vocación para imitar voces y me llaman para participar del Programa de Ramón, del cual fui fundador junto a Ramón Fernández Larrea, Ulices Toirac, Alberto D` Pérez, José Luis Bergantiño, Dagoberto Pedraja y Luis Alberto García (hijo). Más tarde, empecé como guionista en Radio Camoa, lugar que con 17 años y sin otra formación que la de preuniversitario me abrió sus puertas para trabajar. Ahí me hice Actor, Periodista, Director de programas, Editor, Sonidista, y aprendí todo lo que pude. No me gradué de nada, pero aprendí de todos y de todo.

¿Cómo llegas a la televisión?

Muchos años después, cuando ya tenía una carrera bastante sólida en la radio, decidí comenzar a estudiar en el ISA el curso para trabajadores. Y con 25 años empecé a estudiar edición de Cine, Radio y TV en la facultad de 5ta y 20. La sorpresa para mí es que no se estudiaba nada de radio en la especialidad que yo solicité, pero decidí arriesgarme y continuar en ella, porque eso me obligaba a aprender en un nuevo campo… el cine y la TV, un lenguaje diferente por completo al que yo conocía desde hacía más de 15 años, y los retos siempre me gustaron.

Has realizado trabajos de corte variopinto pero, ¿Qué es lo que más disfrutas?

Me gusta mucho hacer documentales. Creo que es lo que más tiene de uno mismo y donde uno pone todo lo que lleva dentro. Pero es muy difícil hacer documentales en Cuba. Primero porque nunca te llaman para hacerlos, segundo porque muchas veces cuando son temas ya preestablecidos por alguien, no coincido con su mirada, su óptica,  estéticas o sus enfoques y eso me hace no entrar en el juego. Prefiero no hacer a hacer algo para complacer a los demás y que no me complazca a mí.

He podido hacer cuatro documentales que me llenan de orgullo a pesar de sus defectos, porque todos tienen mucho de mí. En la televisión es muy difícil dejar una huella así, porque depende uno de muchas más personas y tiene uno menos tiempo para elaborar las cosas. No obstante, me encanta la fuerza que tiene una imagen y el ejercicio que te da la televisión. Uno aprende a ser productivo también. Y si logras que esa televisión que haces tenga calidad, y un poco de tu sello, pues puedes darte con un canto en el pecho. Yo me siento muy bien con lo que hago, de hecho nunca hago nada que no me haga sentir pleno.

Entonces, estando en el ISA, comienzo a trabajar como editor del sistema informativo de la televisión, específicamente en el Noticiero de TV, un lugar donde aprendí mucho, incluso lo que no quería o no debía hacer después en mi carrera como director. Algo que nunca me propuse, sino que fue un nuevo reto. Me llamaron y me dijeron: hay un programa así ¿quieres dirigirlo? Y hasta titubeé un poco, pero decidí arriesgarme y aquí estoy. Todavía aprendiendo.

Además de los recursos ¿que se necesita para hacer una televisión buena?

A mí se me hace imprescindible contar con un buen equipo. Gente que le ponga ganas a lo que hace. Y no dejo de reconocer que eso depende en buena medida de lo que uno como director logre mover a los demás que están contigo en algo.

El equipo es lo primero, las buenas energías después, y entre todos pensar lo que hacemos y contar con la experiencia y el criterio de todos los que participan en él. Esa es mi fórmula, y creo que todos los resultados que he tenido dependen de esto.

¿Y qué es una buena televisión para ti?

-Una buena televisión… la verdad que no lo sé. Creo que tengo ganas de verla. Ni siquiera es un fenómeno de que en Cuba la TV es mala, no, hay lugares donde es peor. Lo que sucede es que esos nunca serán mis referentes. Creo que para uno crecerse no puede fijarse en los que están peor que uno, sino mirar siempre a los que están mejor. Es como los planes de las empresas, cumplen y sobre cumplen porque los planes están por debajo de las necesidades y las posibilidades. A mi me gusta no poder cumplir nunca. Me gusta quedarme siempre en deuda conmigo y con la gente, y con lo que se espera de mí, porque eso me permite no creerme nunca que llegué a la cima (de hecho uno nunca llega a la cima). Y surgen motivaciones para empezar a buscar dentro de uno… qué puedo hacer para cambiar esto y cómo puedo hacer aquello mejor. Solo así se propicia el crecimiento intelectual y creativo de uno. Y soy muy inconforme. Sufro mucho mirando televisión. Me recondeno cuando veo cosas muy facilistas y cuando escucho a gente que por llevar 20 o más años en la TV se creen que se las saben todas (peor los que llevan tres y también creen que se las saben todas). La televisión necesita de un aprendizaje constante. Eso es lo mejor que tiene.

¿Qué tal tu experiencia en Venezuela?

A Venezuela me mandaron a impartir un taller de televisión, pero yo no fui con la idea de enseñar, sino de ser enseñado. Y aprendí mucho. Lo mejor que aprendí allí no es siquiera de televisión, sino de humanismo. Recibí el trato allí que me gustaría darle a todas las personas que vengan a Cuba de visita y creo que nosotros aquí muchas veces nos creemos que lo merecemos todo y nos olvidamos de dar. Creo que se maltrata demasiado a los turistas y a los extranjeros. A veces la gente piensa que porque están en Cuba de visita son millonarios y no necesitan afecto y no necesitan ayuda. Y creo que eso es lo que más recibí en Venezuela. Afecto y ayuda. Por lo tanto es la mejor enseñanza que saqué de esa experiencia. De televisión creo que ellos como nosotros tenemos mucho que aprender.

¿Qué es el cine para ti?

El cine es uno de mis mayores disfrutes. Y profesionalmente, creo que es una herramienta todavía muy desconocida. Los que trabajamos en televisión debemos aprender mucho de las técnicas de cine y no hablo de tecnologías, sino de técnicas, de recursos, de ideas para hacer las cosas. El cine es muy creativo en ese sentido. Yo creo que a la televisión le falta eso.

¿Por qué el documental?

-Muy pocas veces he estado cerca de procesos creativos en la ficción. Tal vez acompañando a algún buen amigo en un proyecto suyo, o aprendiendo en lo más serio que he realizado, el cuento “Los aretes que le faltan a la luna” con Charlie Medina. Pero donde estuve casi más como observador que como ejecutante. Sólo eso quería… mirar, aprender. Pero fue una hermosa experiencia con un buen resultado. Prefiero entonces quedarme en el documental como medio de expresión porque creo que hay muchas cosas que decir y agradezco el documental que te da la posibilidad de ser directo, claro, y sin rodeos. Me gustan mucho son  un arma de lucha y a pesar de a veces no ser muy bien recibidos, vale la pena intentar decir las cosas.

¿Qué te llevó a la trova?

A la trova me llevó la vida. Recuerdo a hora que cuando yo era todavía estudiante de secundaria discutía con mi hermano porque en mi casa había un solo televisor con dos canales. Pero en uno ponían eventos deportiv os y en el otro un concierto de Silvio o Pablo y eso era motivo de bronca en la casa siempre.  Por supuesto, no tengo que aclararte lo que quería ver yo. Desde ahí viene mi gusto por la trova. Ahora tengo muchas más cosas que me unen a ella. Creo que la trova es poesía, y la vida uno tiene que hacerla poesía y buscar de ella lo más hermoso. La trova es también un arma de lucha, una posibilidad de cantar las 40, de decir verdades, de enamorarse con una canción. Que mejores cosas para quienes soñamos y nos gustan las cosas claras.

¿Qué guardas en la creación para mañana? ¿Y para pasado mañana?

En la creación para mañana… siempre un nuevo proyecto, un viejo sueño que quiero hacer realidad, un nuevo motivo para amar.  Algo que todavía tengo por decir, una nueva manera de hacerla saber, en fin. En la creación para mañana siempre algo pendiente. Y para pasado mañana, me quedan los sueños. La esperanza, el amor, mi hija. Motivos más que suficientes para continuar.

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