26 de abril de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

Conversación en torno a la música de fondo en la radio

Lorner Quintero ha tenido suerte con los guiones para musicalizar. Hasta el momento las historias que llegan a sus manos no padecen de espacios mudos o personajes cuyo sonido no puede desentrañar.

Radio Progreso

A veces no hay mejor lugar para hablar de la radio que una cabina, donde se quedan impregnados en las paredes el eco de las palabras y la música. Todo lo que nos rodea promete una conversación interesante: el aroma de la habitación, los equipos, los micrófonos, los guiones ordenados en un librero recostado a la pared. La quietud detrás de la puerta cerrada.

Ese fue el escenario escogido por Lorner Quintero para conversar sobre uno de los procesos creativos radiales que más le interesan, la musicalización. Sus diez años dedicados a complementar con música los más variados programas de Radio Progreso le posibilitan hablar de una de las especialidades de mayor importancia del mundo radial.

Como acuña el refranero popular “de casta le viene al galgo”, y no podía pasar diferente con este joven realizador. En su casa siempre la música tuvo un protagonismo indiscutible. Hijo de padre músico, las melodías cubanas más tradicionales -junto a ritmos procedentes de Norteamérica: el soul, blues, jazz y country-, conformaron un universo sonoro que con el tiempo fue expandiéndose y encontró justa acogida en las dimensiones de los estudios de la Onda de la Alegría.

“Al conocer mi interés por la musicalización, la actriz Marta Ferrer me puso en contacto con Iván Pérez, el musicalizador de más experiencia en Radio Progreso. Él abrió un curso en la emisora donde pude matricular y así comenzó todo. Al principio me fui empapando de cómo estaba organizado el sistema de trabajo, no puse enseguida mis manos en los equipos ni mucho menos. Hice mucho banco en los estudios. Todo el tiempo estaba detrás de los  musicalizadores, con miles de preguntas.

“Cuando aprobé el curso me dieron los espacios más sencillos, por los que todo el mundo comienza, los de menos complejidad que permiten aquirir seguridad y soltura. Con el tiempo, la responsabilidad e interés que muestres te van dando espacios más complicados, los de mayor renombre”

Lorner Quintero ha tenido suerte con los guiones para musicalizar. Hasta el momento las historias que llegan a sus manos no padecen de espacios mudos o personajes cuyo sonido no puede desentrañar. Está convencido de que la clave del éxito de su trabajo también se debe a la buena comunicación establecida con los directores.

“Es un trabajo en conjunto. No podemos ir cada quien por nuestro lado. Existe un guión donde están las características de los personajes y la sinopsis explica la trama de la serie, cómo están insertados los personajes. Uno estudia minuciosamente ese material y selecciona aquellos caracteres distintivos. Sobre esa base comienzas a hacer la selección sonora que identifica a cada uno de ellos. También haces la presentación y despedida de la serie o el programa.

“Nosotros acá en la radio tenemos una gran oportunidad para ser creativos, a partir de poder escoger las sonoridades más diversas para identificar a un personaje. Con la digitalización hacemos un trabajo tremendo, porque tomamos pedazos de aquí y de allá y creamos temas aún sin ser músicos. Pero en este trabajo uno debe tener buen oído y esa sensibilidad musical que indica cuando un compás está fuera o algo quedó mal empalmado.

“Cuando tienes toda la propuesta de la banda sonora de la serie comienzan las conversaciones con el director. Se revisa el trabajo conjuntamente. Por el camino pueden introducirse algunos cambios, según los objetivos del director, pero las ideas se colegian”.

Por años la música ha sido utilizada de manera pasiva en la radio, sobretodo como elemento acompañante de las narraciones melodramáticas, esas que tanto arraigo tienen entre la radioaudiencia latinoamericana. Aún así Lorner Quintero defiende que siempre que el programa lo permita pueden y deben introducirse algunas cuotas de transformación.

“Algunos espacios permiten innovar más que otros. En estos momentos me encuentro realizando la serie Agente especial, un policíaco cubano donde puedo hacer bastantes modificaciones al respecto. Hay otros programas de Radio Progreso como Tu novela de amor o La novela de las dos de la tarde   que permiten poca experimentación. Muchas veces no queda más remedio que recurrir a la manera tradicional de abordar el género desde la música, porque de lo contrario no alcanzas a trasmitir la atmósfera de este tipo de narraciones.

“En Agente Especial trabajo con mucha música electroacústica para los momentos más dramáticos. No utilizo violines ni cuerdas, sino más bien complementos de teclados, con acordes más bien lentos. Me apoyo en todo lo que contribuya a trasmitir esa emoción. A veces, creo que también se cae en los clichés porque al tener que ubicar todo el tiempo sonoramente al oyente, no queremos desvirtuar el mensaje o que este se pierda dada la misma condición efímera de la radio.

“Como Agente especial me permite experimentar, le dedico mucho tiempo a ese trabajo. Siempre estoy pensando en nuevas soluciones o propuestas sonoras para lo que demanda el guión. Esta sala en la que estamos conversando se creó precisamente con el objetivo de que los musicalizadotes tuviéramos un espacio para preparar nuestros materiales, para probar la música. Aquí intentamos hacer una radio más fresca, más parecida a nosotros, al menos sonoramente.

“También experimentamos mucho en los teatros y en los cuentos. La experimentación mal entendida también tiene sus riesgos”

Está demostrado que los seres humanos crean todo un sistema de costumbres y gustos sobre los que edifican su vida.  La música que escuchamos constituye uno de los elementos imprescindibles para decir quiénes somos o cómo nos sentimos en un momento determinado. Ello puede entrar en contradicción cuando se trata precisamente de trabajar con toda la música y no sólo con la que le gusta a un musicalizador.

“Tengo mis gustos personales en materia de música pero he comprendido cómo funciona este  trabajo en la radio. No soy de los musicalizadores que pone una música en un programa porque le gusta aunque no se avenga con sus características. No defiendo esa actitud. Soy del criterio de que cada momento, cada programa tiene su música, la que mejor se corresponde.

“Muchas veces escucho temas que no me gustan, y no tendría en cuenta como consumidor, pero los escucho con el objetivo de determinar si me puede ser útil en el futuro. Para musicalizar sirve todo.

“En ese sentido me sucede algo muy curioso, cuando tengo un programa en la  mano, esa música que no escucharía habitualmente pasa a encantarme. No puedes utilizar sólo la música que te gusta para este trabajo porque corres el riesgo de forzarla. Prefiero utilizar la que se ajusta por encima de mis gustos personales.

“Por eso recopilo mucha música porque no sabes cuándo te puede servir. He desechado música que después he necesitado. Eso también me ha permitido abrir el diapasón de los géneros que escucho.”

La digitalización también encontró un espacio propicio en los medios de comunicación cubanos pues ha permitido agilizar ciertas rutinas productivas, perfeccionarlas. Aunque ha supuesto un ahorro considerable de recursos ciertos nichos creativos se resintieron ante la quizá demasiada simplificación de los procesos.

“Ciertamente la digitalización te quita un poco de espontaneidad. Anteriormente en el estudio, por ejemplo, teníamos máquinas de cintas y debías tener la  chispa rápida, para correr una máquina, tener la otra lista para accionarla, mirar el conter, los platos, cambiarlos en el momento justo. Había que estar preparado para realizar todas estas maniobras. Muchas veces tirabas una música y pensabas que no te iba a dar tiempo y de repente caía en el momento justo. Eso se disfrutaba cantidad, parecía obra divina que todo encajara en su justa medida, ni un minuto antes ni un minuto después.

“Con la digitalización todo está procesado, no pasas un sofocón como con las máquinas de cinta. Ahora todo queda más bonito también, lo que no quiere decir que antes no quedara bien pero se alcanza un grado de perfección mayor. Hoy podemos hacer cosas que anteriormente nos parecían imposibles. Por ejemplo, los efectos que realizamos en Clave 8-30 y otros programas similares, de persecuciones, tiroteos, los sonidos de las sirenas de las patrullas de policías, los frenos de los carros, toda esta atmósfera era muy compleja de crear anteriormente, ahora no. La digitalización permite hacerlo todo más creíble, con sonidos más fieles a los originales de la vida real.

“Otra de la cosas buenas es que muchas veces en un programa que ya has preparado previamente, mientras está pasando al aire se me ocurre una mejor solución sonora para determinado fragmento y antes de que llegue la escena ya lo tengo hecho. La digitalización me permite estar musicalizando por aquí y por el otro lado abrir el programa de edición empalmar lo que yo quiero, ponerle los distintos niveles y que todo salga como si se hubiera hecho con antelación”

Aunque Lorner Quintero se confiesa un “radialista apasionado” no descarta la posibilidad de incursionar en la televisión más adelante. Por el momento su trabajo en la radio es lo suficientemente variado como para mantenerlo ocupado durante un buen período de tiempo.

“Radio Progreso ha sido mi escuela, aquí he aprendido todo lo que sé. Hace un tiempo me iban a mandar para la televisión pero no quise. La radio me permite tener un trabajo muy variado que creo que no sucede en otros medios. Ahora mismo estoy trabajando en Agente Especial, cada historia tiene como mínimo 45 capítulos. En cuanto termine esta serie tengo que crear toda una banda sonora nueva para la próxima y evidentemente no puede tener similitud con la que finalizó.

“Actualmente hago además Fiesta Guajira y En nueve minutos (casos insólitos de países). Todos tienen características diferentes. También algunos directores me buscan para que les ayude a hacer trabajos de mayor complejidad, como los radiodocumentales. En esas ocasiones también hago la función de editor. Entonces se establece una buena comunicación. Entre todos hacemos aportes, la creatividad fluye de manera natural. Esto me complace muchísimo porque me permite interactuar en varios procesos de la radio.”

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