28 de marzo de 2024

envivo

Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

Los límites de la magia.

Medio siglo como iluminador, camarógrafo y director de fotografía, avala las opiniones de Huberto Valera sobre las posibilidades y penurias de los fotógrafos del audiovisual cubano

Presentación obligada

Primero, en el ICAIC, bebió de la savia del cine. Allí aprendió “lo esencial” de la especialidad. Luego, en la televisión, consolidó su arte mientras realizaba las series Algo más que soñar,La botija, Coco Verde. Además, ha trabajado la fotografía en teleplays y cuentos como Los asesinos, recién trasmitido por Cubavisión.

Habla con la seguridad que imprime a la voz el conocimiento acrecentado durante décadas. Como buen hijo de su tiempo, añora los años en que la pasión de crear hermanaba voluntades a favor del arte. “Algo que desgraciadamente se ha perdido en cierta medida”, reconoce.

Pero, apasionado al fin, no pierde la oportunidad de educar a las nuevas generaciones. “Se lo digo a la gente joven: hace falta unirse, trabajar en equipo. Es la única manera de aprender y trasmitir los conocimientos. No hay por qué hermetizarse porque no progresamos”.

Recuerda cuando aún bisoño sabía que tenía “el honor” de crecer rodeado de grandes profesionales. Agradece sobre todo a Valera padre, Carmelo Ruíz y Rafael González, maestros que perfilaron sus habilidades como luminotécnico, asistente de cámara y fotógrafo. Entonces, era aprendiz de artista en el ICAIC.

Luego de enriquecer con su lente el patrimonio cubano del cine y la documentalística, al operar la cámara o hacer la fotografía de obras como Cabinda, Asalto al futuro y Una pistola de verdad, ingresa al ICRT, hacia fines de los 80.

A partir de ese momento ha aguzado destrezas y empeños profesionales. Pues, la televisión apresura las rutinas productivas e impone y reproduce las reglas de la industria cultural en todas las dimensiones posibles, amén de ideologías y voluntades gubernamentales. Pero, en aras de potenciar la pequeña pantalla, el mejoramiento y consolidación de buenas prácticas profesionales deben marcar la diferencia.

Durante filmación de Coco Verde: Con sombrero, junto a Roly Peña, Huberto chequea  las imágenes de la serie Coco Verde.

Textura adentro

“El trabajo de la fotografía de los audiovisuales ha aumentado por año. Estamos en un buen momento. La fusión de los fotógrafos del cine y la televisión ha sido muy positiva, ha incrementado la capacidad artística de nuestro trabajo, en función de los intereses de los directores”, razona Valera.

“Otra aspecto relevante es la progresiva organización del audiovisual, en cuanto a la discusión de los guiones en el colectivo de directores antes de empezar la grabación, como parte de las actividades del grupo de creación”.

“Cuando se termina el material, ya editado, los directores lo valoran otra vez. En ese instante pueden sobrar cosas, se critica el producto. Las decisiones son colegiadas, la gente se ayuda y aprende junto a los demás. La experiencia ha contribuido al trabajo de todos, fundamentalmente de los directores, porque esta industria parte de un guión y un director, de ahí nacen los proyectos”, señala.

Puesto que en la fotografía intervienen desde un pintor escenográfico hasta un ambientador, Huberto se inquieta:

“En el futuro hay que pensar más en políticas en aras del desarrollo y continuidad de muchas especialidades”. El descuido en la preparación del personal trae consigo lamentables errores encubiertos con las galas de la experimentación valedera.

“Eso va en detrimento de la calidad de los materiales”, advierte Valera al referirse a la exigua formación de futuros profesionales. Y argumenta: “porque una pátina mal dada en un set es algo caótico, no lo arregla nadie, al igual que el mal maquillaje o vestuario, elementos que inciden en la fotografía”.

“Si no me rodeo de gente profesionalmente buena, mi trabajo no puede ser bueno. Más allá de los recursos materiales, eso depende de las capacidades de las personas. Hay especialidades que dentro de unos años van a colapsar”.

Asimismo, refiere otros resplandores y sombras que lo acompañan: “con la luz sí hago un porcentaje grande, pero no todo. Si la locación no es buena, no puede serlo la escena. Tampoco si tecnológicamente la cámara no satisface determinado propósito artístico”.

Pisa así el doloroso callo del atraso tecnológico, que en Cuba representa entre 20 y 30 años de desventaja respecto a la actualización y empleo de herramientas creativas. Y cita un paliativo semejante al ensueño: “Hay un fenómeno que se llama el reciclaje profesional. Por ejemplo, un fotógrafo de Argentina, México o Perú, viene a Cuba; al año siguiente va dos veces a España. A través del quehacer profesional conoce la nueva tecnología. Por eso siempre estoy rezagado en comparación con fotógrafos profesionales que están constantemente reciclándose”.

Valera afirma que pocos colegas se insertan en dicho reciclaje, “los demás nos mantenemos aquí. Además, no recibimos la American Cinematographic, hecha por la Academia de Cine de Hollywood, una revista que contiene información técnica novedosa. Todas esas cosas las sumas y te conviertes en un ‘mismofotógrafo’, miembro de la UNEAC”.

Sobre los usos de las nuevas tecnologías en la fotografía, asevera: “si tú manejas primitivamente el contraste, la corrección y otros parámetros, no puedes entender cómo funciona el medio digital”.

“Aunque mi generación es a veces demasiado adepta al radio VEF y al teléfono analógico,  reconozco que hay una esfera de mi trabajo en la cual debo aceptar y usar las nuevas tecnologías. El video digital y el HD son esenciales. Los trabajo con los conceptos que tengo del cine y otros formatos. Así puedo escoger cuál funciona mejor en dependencia de la intención de la obra”.

¿Encargo de mago?

“Los fotógrafos somos prácticamente los traductores visuales de los directores, explica Valera. El discurso visual no se logra si no estamos preparados. Nunca se va a imbricar con las ideas del director, además depende de todas las especialidades. Es la imagen, la luz, el encuadre, el vestuario, la pintura. Todo eso refleja una textura, la cual está relacionada con dichos elementos. Eso se ha enriquecido, multiplicado. En este momento, se practican muchas formas de hacer en la pantalla: algunas buenas, otras trataron de ser buenas y no lo son. Pero está la intención. Otras son malas.

“Por lo demás pienso que el audiovisual tuvo, tiene y tendrá calidad. Al menos hay muchos atendiendo la visualidad, a partir del esfuerzo de quienes como Raúl Rodríguez y Pepe Riera, hemos hecho cosas interesantes y luchamos para mantenerlas”. Por último aclara: “decimos en el cine que la fotografía es mágica y los fotógrafos, magos. Pero esa magia tiene un límite. Entonces, ya no se puede inventar”..

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