19 de abril de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

Para seguirT–Viendo en verano

¿Cómo se conforma el paquete televisivo que pretende cubrir, durante dos meses, las más variadas expectativas?

No hubo tiempo para protocolos. Fue rápido y certero en sus respuestas. Julio Alfredo Suárez González, jefe de programación del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), se desprende por varios minutos de la vorágine de materiales aun por revisar y reacomodar, pues la programación de verano 2011 ya comienza.

Sin embargo, la conversación evadió las novedosas ofertas o necesarias reposiciones para julio y agosto. Preferimos indagar en la arquitectura de esos esfuerzos que permiten, año tras año, disponer en la pequeña pantalla de un espacio de entretenimiento y aprendizaje, a salvo de los inmisericordes rayos del sol.

Los orígenes de las programaciones de verano resultan difusos y sería muy bueno precisar cuándo iniciaron, asegura Julio Alfredo. “Tengo noticias de ellas desde la década del noventa. Tras la caída del campo socialista, hubo una afectación importante en los medios de comunicación, y en la Televisión, por supuesto. Disminuyeron las horas de trasmisión y los espacios, debido a la escasez de combustibles y recursos materiales. Puedo afirmar que desde 1995 se han mantenido”.

¿Existen programaciones de verano en otras partes del mundo?

No tengo referencias sobre propuestas similares. La forma de organización de nuestra sociedad resulta sui generis. El nivel de conexión de la Televisión con la población es muy fuerte. Nuestras televisoras son de servicio público, responden a exigencias educativas e intereses de diversos estratos sociales, con un servicio diferente al del resto del mundo.

¿Por qué empeñarse en mantener una programación distinta en julio y agosto?

En su sostenimiento inciden situaciones prácticas y económicas. Diferentes estudios arrojan que la Televisión es hoy, el elemento más importante en el cual la población invierte su tiempo libre. Como institución estatal, nos interesa participar de manera sana, entretenida, educativa en la vida social, y corresponder a necesidades y exigencias de las grandes mayorías.

¿Cuán costoso resulta mantener una programación de verano?

Somos una industria. Si cada programa responde a procesos productivos, eso implica, inevitablemente, tener en cuenta los costos. La cubana, es una Televisión presupuestada; es decir, el Estado asignada una cantidad limitada de recursos para mantenerla en el aire. Por ello, todas las divisiones de la programación (informativos, dramatizados, musicales, deportivos…) deben basarse en un plan de producción, dentro del cual se incluyen también los programas del verano.

Anteriormente, se realizaban muchos espacios fuera de la planificación. Esa práctica se ha revisado, en estos momentos se discute con meses de antelación, a partir de propuestas bien fundamentadas, qué programas deben producirse y cuáles no para la programación, en dependencia de los recursos disponibles.

En el verano, muchos programas recesan su transmisión. No obstante, los espacios sustitutos deben tener un costo similar; y en caso de existir un sobregiro, la propuesta tendrá que contemplar el reajuste del presupuesto. Cada vez exigimos con más fuerza que si los proyectos no satisfacen necesidades o demandas reales de los públicos, quedan excluidos.

Debemos lograr para octubre o noviembre, tener definido el esquema de programación del verano siguiente. Hoy ese proceso se realiza en enero o febrero. Ello nos deja lapsos más reducidos para definir líneas generales y proyectos.

¿Qué elementos se tienen en cuenta a la hora de conformar la programación de verano?

En primer lugar, los resultados del verano anterior. Al finalizar el periodo vacacional, se analiza la calidad de los materiales trasmitidos y la forma en que fueron recibidos por la población. Aquí resulta esencial la cooperación del Centro de Investigaciones Sociales (CIS) del ICRT, el cual, mediante análisis cuantitativos y cualitativos, acopia grandes volúmenes de entrevistas, encuestas o declaraciones espontáneas sobre la recepción de los espacios.

A ello se suman, los sistemas de monitoreo de la Televisión y los resultados de investigaciones sobre consumo cultural de instituciones como el Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello.

Al evaluar fortalezas y debilidades, incorporamos satisfacciones e inconformidades de nuestra institución. A partir de los análisis, al año siguiente mantenemos y mejoramos los aciertos y tratamos de no repetir errores.

El segundo elemento que valoramos para estructurar la programación veraniega son los hábitos de vida de la población cubana. Estos hábitos se manifiestan de manera regular previo a julio y agosto, en relación directa con las dinámicas sociales de diferentes grupos sociales.

Dichos hábitos los estudiamos desde hace dos años. Se vienen ratificado modificaciones en los patrones de recepción, por desplazamientos de los públicos en varios horarios, como consecuencia de los tiempos de traslado de estudiantes, trabajadores y jubilados en diferentes zonas de la capital y el país. El incremento de los centros estudiantiles urbanos, la mayor cantidad de jubilados; así como las actividades por cuenta propia, en los lugares de domicilio, aumenta el número de personas que permanecen durante un mayor tiempo en los hogares.

Conocemos, incluso, cómo fluctúan las audiencias teniendo en cuenta hábitos circunscritos a determinadas zonas. Por ejemplo, las familias en zonas rurales y del interior aún acostumbran a almorzar en las casas; por lo cual se trasladan hacia sus domicilios al mediodía. Eso incrementa el potencial de audiencia a esa hora, de la misma forma que se incrementa el fin de semana por la mañana cuando recesan las actividades estudiantiles y muchas laborales.

Cada vez más hay que atender tales esquemas de hábitos, para conformar las parrillas de programas en los diferentes horarios, incluyendo el verano. Por el momento, sirve de discusión en nuestro departamento para replantearnos ideas sobre los públicos y su forma de consumir los programas televisivos.

¿Qué otras formas existen para evaluar la programación de verano?

Desde hace tres años, cuando arranca la programación en julio, el CIS realiza cortes quincenales, que permiten conocer muy rápidamente elementos o espacios que no están funcionando.

Es importante señalar que incluso el día anterior al inicio de la programación veraniega pueden modificarse o trasladarse programas, debido a imprevistos en los procesos productivos o situaciones no advertidas a tiempo.

Por ejemplo, los cinematográficos poseen tiempos muy irregulares. Una película puede durar lo mismo una hora y media que dos horas y diecisiete minutos. Por tanto, un espacio con un tiempo fijo en pantalla, está obligado a completar el tiempo restante con uno o varios materiales relacionados con los contenidos y públicos del espacio.

No es lógico –y en ocasiones incurrimos en este tipo de contradicciones–, que al transmitir una película de las tortugas ninjas, o una aventura policíaca de un grupo de adolescentes, a continuación se coloque un documental sobre arte figurativo o Alfredo Sosabravo, que pueden ser muy interesantes, pero no se relacionan con el espacio y la línea del programa.

¿Quiénes deciden y finalmente aprueban el esquema de la programación de verano?

El ICRT posee un Consejo de Programación que incluye a los jefes de divisiones, así como a los jefes de los canales de alcance nacional, incluyendo el Canal Habana, de la capital, teniendo en cuenta su peso e influencia en casi el veinte por ciento de la población del país.

Las propuestas pasan al Consejo de Dirección del ICRT y de aquí, al Departamento Ideológico del Comité Central del Partido. Allí existe una Comisión de Recreación donde confluyen varias instituciones y empresas, y se analiza la cobertura de horas de transmisión, como parte del esparcimiento popular.

Mientras eso ocurre, el proceso no se detiene, continúan desarrollándose producciones paralelas. Se realizan y someten a evaluación “programas cero”; es decir, espacios de prueba, a fin de tomar decisiones para su mantenimiento, modificación o eliminación de la parrilla televisiva.

¿Cuáles son los principales escollos en la selección y transmisión de los programas?

Los contextos internacionales influyen cada vez más en convertir a la televisión en el principal refugio de entretenimiento, información y cultura de las personas. Ante las dificultades económicas, la pequeña pantalla debe cubrir zonas de entretenimiento.

Por otro lado, debemos competir con la socialización de diferentes medios y soportes audiovisuales, los cuales saturan con sus ofertas nuestros mismos públicos. Son tantos los materiales que circulan en la calle, muchos de ellos obtenidos a solo horas de su estreno en distintas partes del mundo, que en ocasiones las personas lo perciben como retransmisión cuando lo ven en el televisor. A la hora de seleccionar o sugerir un material, uno duda si ya lo vio en la pantalla o por otros medios.

Por otra parte, tenemos demasiados espacios cinematográficos, algo insostenible. Semanalmente se trasmiten alrededor de 30 películas. Y esa cantidad se incrementa en el verano. Eso se está revisando. Ahora bien, ¿quién le dice a un adulto mayor que se le va a quitar el cine del recuerdo; o a los adolescentes y jóvenes que las películas de la tarde no van? Es un reto, así como mantener los espacios caracterizados por canales.

El consumo de la televisión está íntimamente ligado a la forma en cómo vivimos en nuestras casas, a la cantidad de televisores, cuántas generaciones conviven en un mismo hogar, nivel cultural de sus habitantes, etc. Esto no lo podemos ver como elementos desfavorables per se, sino como retos a la hora de tomar decisiones.

Nuestros cinco canales de alcance nacional pertenecen a una misma televisión; por lo tanto, no existe competencia para colocar los mejores espacios, o robarse las horas de mayores teleaudiencias.

Ello, sin embargo, exige dedicación y esfuerzos. Sobre el tema no hay mucho escrito, o experiencias de otras televisoras. Casi todo hay que conformarlo sobre el talento, intuición y realidades propias. Debemos, más que competir, complementar los programas de diferentes públicos y canales. Esa debe ser la línea, aun cuando un día mejoren las condiciones económicas y podamos diversificar las ofertas.

¿Proyecciones para el verano 2011?

Las condiciones económicas, que son objetivas y afectan a todo el mundo en mayor o menor medida, también influyen en nuestros presupuestos y disponibilidad de recursos. Debemos ser claros: las condiciones económicas de este año resultan más difíciles respecto a 2010.

En este verano se mantienen espacios habituales y se suman otros. Recordemos que al incrementarse los horarios de trasmisión de programación extranjera, comienzan las concesiones, se debilita la calidad de la selección, y se deja de escoger lo mejor para trabajar en función de completar espacios por déficit de producciones nacionales.

Más horas de trasmisión implica emplear un mayor número de casetes, de máquinas de almacenamiento, de exigencias para el control de la calidad, mayor uso de los equipos trasmisores, más gasto de energía eléctrica…

En este verano prosigue la programación de madrugada, tanto en Cubavisión como en Multivisión. El propósito es mantener la cantidad de horas de transmisión, a no ser en períodos de muy baja demanda. Así, el Canal Educativo iniciará las transmisiones a las 12:00 meridiano -el año pasado comenzaba a las 10:00 a.m.-; mientras el Canal Educativo 2, también saldrá al aire dos horas después, es decir a las 2:00 p.m.

Nos hemos preparado para corresponder las expectativas de nuestro pueblo, y estar a la altura de lo que la Televisión debe aportar a la cultura, en relación directa con el redimensionamiento de nuestra vida económica y social.

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