26 de abril de 2024

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Editorial del Instituto Cubano de Radio y Televisión

Poder infinito de la ficción

Acercamiento a esencias dramatúrgicas de relatos que desde la pantalla nos hacen reflexionar sobre la familia y nosotros mismos

Joaquín Cuartas, reconocido guionista del espacio Tu novela de amor, de Radio Progreso.

En la sociedad contemporánea lidera la pluralidad de lenguajes, códigos que constituyen un flujo y reflujo informativo, favorecen múltiples dinámicas a los procesos de lectura, facilitan cambios en esta práctica. De hecho, prevalecen variaciones de sentido en las relaciones sociales, teniendo en cuenta los cambios en la tecnología, el desarrollo de infraestructuras y el notable incremento de soportes no impresos.

Los relatos ficcionales aportan por doquier diversos contenidos, fábulas, moralejas, que mediante tramas y personajes producen sensaciones. Estas alcanzan su clímax en narraciones concebidas para explorar la dimensión afectiva del ser humano. El distanciamiento físico por el bien social, aplicado como medida para evitar el contagio de la COVID-19, motiva a pensar en el yo y en el otro con perspectivas quizá nunca imaginadas. Obras clásicas y contemporáneas transmitidas por la TV revisitan las confrontaciones familiares, los bandos en pugna en lucha por el poder, la primacía económica, los conflictos generacionales, etc.

Detractores de las ficciones audiovisuales no suelen reconocer la trascendencia comunicativa ni la mediación cultural de la TV como institución que produce y reproduce sentidos sociales, propone mundos posibles aceptables o rechazados por los públicos. Desde la pantalla se aporta al conocimiento de la realidad y a la valoración de los sujetos de esa realidad, se reafirma la dimensión antropológica de la cultura en tanto un mundo heterogéneo, híbrido, donde confluyen repertorios populares, masivos y cultos.

Poco pensamos, o por lo menos no en su justa dimensión, en la esencia de una historia que mantiene vigencia en relatos del siglo XXI: “un gran amor vence a la muerte”. Esta frase matricial de la obra Romeo y Julieta, de William Shakespeare, transmitida por el canal Multivisión, no es privativa del clásico inglés ni de su época, sino de la moraleja que contiene la síntesis del contenido expresado por el escritor. Series, telenovelas, filmes, teatros, cuentos cultivan desde diferentes puntos de vista ese núcleo dramatúrgico, pero en ocasiones este queda “agazapado” en la trama debido al torbellino de violencia, avatares, incomprensiones, defectos, estereotipos machistas, hábitos nocivos, entre ellos, el alcoholismo y la depauperación moral.

De ningún modo por casualidad se retransmiten las telenovelas cubanas Bajo el mismo sol (Cubavisión, martes, miércoles, jueves, 2:00 p.m.) y Latidos compartidos (Canal Habana, lunes, martes, jueves, viernes, 10:00 p.m.). Ambas colocan en la pantalla conflictos de amplia repercusión social. Intrigas, secretos, malos entendidos, traiciones, devienen condimentos del género telenovelesco que apela a los sentimientos, al paradigma ético, en este los buenos casi siempre triunfan y los malos son sancionados. Pero un actor o una actriz no pueden ser expresivos si no sienten la pasión de una idea para entregarse a la creación de otra vida, con sus estados de ánimo. El procedimiento comienza en el guion y toma consistencia en la dirección artística de todas las especialidades implicadas en el concepto de realización.

En opinión del destacado escritor Joaquín Cuartas: “las radionovelas y telenovelas hacen meditar sobre otras realidades posibles o imposibles, se puede aprender de ellas, aunque sepamos que surgieron de la imaginación de un guionista. Escucharlas y verlas requiere la complicidad de los públicos participativos, inteligentes”.

Trasladar una auténtica vida a los medios televisivo y cinematográfico exige defender la ilusión de verdad con caracterizaciones, casting adecuado, profundización en el universo interior de cada personaje o tipo. Estas son esencias indispensables que les permiten a los públicos comprender la envergadura de disímiles conflictos en cualquier lugar del mundo.

Por esto, realizadores y públicos deben analizar cada escena, no perder la brújula de relatos que muchas veces colocan en la cuerda floja la estabilidad emocional del transcurrir diario, e incluso pueden influir en la toma de decisiones. Ciertamente, el poder de la ficción puede ser infinito, no lo perdamos de vista.

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