Radio Cadena Agramonte, emisora de mis amores (I)
Radio Cadena Agramonte, emisora de mis amores. La primera en mi vida profesional. La que me vio nacer y crecer como locutor. Soy César Arredondo y tengo el placer de encontrarme o reencontrarme contigo atravesando el tiempo y la distancia. Te contaré de cosas pasadas en esta emisora y de mis andares en su búsqueda o de cuando la encontré y fuimos un todo único.
La ciudad: una introducción necesaria
Quizás a algunos les resulte familiar el tema que abordaré durante los capítulos de este, digamos, serial. Tal vez para otros no resulte así.
Nací en un caserío campesino llamado Becerra, en el central Macareño, luego llamado Haití, de Santa Cruz del Sur, provincia de Camagüey. Allí transcurrieron mi niñez y adolescencia hasta los 17 años. En ese ámbito cursé la primaria, y becado de 1953 a 1955, el nivel secundario de la época, en un llamado hogar infantil campesino, junto a la carretera central y cercano al central Siboney.
En esa escuela rural se alimentó mi vocación, porque, coincidentemente, el director de la misma era locutor y trabajaba en la CMJW, de la ciudad de Camagüey. ¡El primer encuentro con un locutor!
Casi finalizando el octavo grado, toda la familia dio el salto: el traslado para la ciudad, fuimos a vivir a un reparto muy humilde de la periferia camagüeyana, La Mosca. Como adolescente cargaba con mis sueños y, entre ellos, el mayor y tal vez más difícil: algún día convertirme en locutor.
A mis 13 o 14 nacía mi vocación. Nunca había visitado una emisora, ¡ni en fotos!, pero, increíblemente, aquel espacio guajiro incubaba, como decimos los del medio radial, el bichito de la vocación. El cambio podría resultar más factible para tales aspiraciones; al menos estaría más cerca de alguna emisora. Soñar nada costaba.
Las escuchaba en la colonia cañera, donde residí hasta entonces. Ni pensar en esos momentos con Radio Cadena Agramonte; esta no estaba aún en proyectos de sus gestores. Nacería el 9 de junio de 1957. Pero esa fecha, luego, repercutiría tremendamente en el futuro de este, en esa época, jovencito soñador.
La casita alquilada en la Mosca podía emular con los peores bohíos de nuestro campo. De todas formas, el cambio me incentivaba. Me impresionaba el traga níquel de la bodega “La Revoltosa y su “Negrito del Batey”, en la voz del dominicano Alberto Beltrán. Era furia aquel título repitiendo que “el trabajo lo había hecho Dios como castigo”. Lógicamente, ese numerito tan merenguero lo desaparecimos inmediatamente al triunfo de la Revolución, cuando tanto tendríamos que trabajar, y el negrito pidiendo todo lo contario.
Luego podríamos conocer, a pesar de todo lo musical y alegre del entonces nuevo ambiente, que la solidaridad y otros valores que posee el campesino escapaban, como digo en un viejo poema, señalando que: “la ciudad es una selva de autos y chalets, en la que la ingenuidad campesina estorba”.
Pero ya, por pura decisión, estábamos montados en el burro, como se dice también, y había que estimularlo para que caminara, aunque no quisiera o no pudiera. A partir de esa etapa, todo se transformó para padres e hijos. Supimos del valor del dinero, que el quilo sí tenía vuelto y que escaseaba y se perdía.
Si la brújula de papá se hubiera equivocado y terciado para otro punto cardinal, digamos, para los predios de la tierra familiar campesina, con las limitaciones de trabajo y su anexo incorporado, otro gallo habría cantado, subido en la mata de ateje, para demostrar que ese camino, sin casa, sin tierra y sin trabajo, no sería muy halagüeño, a pesar de todo el silencio y el oxígeno campestre que derrochan nuestras llanuras agramontinas.
De todas formas, la ciudad nos abriría nuevas perspectivas. Era como un deslumbramiento hecho realidad, para mí, impulso de mis proyectos radiales. Pero aún estaba escondidita, me faltaría todavía bastante tiempo pedaleando: ¡dos años!, para la sorpresa que me aguardaba: Radio Cadena Agramonte.
Cronica Cesar Capitulo 1